El ser humano está sujeto a diferentes peligros, por ejemplo, incendios, crímenes, catástrofes naturales, violencia, entre otras cosas. Sin embargo, los que se mantienen fieles a Dios están protegidos contra las amenazas del mal.
Hace un tiempo, en Estados Unidos, los incendios forestales estaban devastando a grandes comunidades. Alrededor de 36 personas murieron por el fuego y cinco millones de hectáreas resultaron afectadas. No obstante, pese a tanta calamidad, una iglesia, ubicada en el estado de Oregón, resultó ilesa de las llamas.
En las imágenes difundidas por los medios de comunicación, puede verse, claramente, cómo el incendio destruyó las casas. Pero, para sorpresa de todos, ni siquiera el parque del templo se quemó. “Nuestra iglesia es el único edificio de pie. Estamos muy tristes por todas las pérdidas. Cuando podamos, este edificio será usado para sanar nuestra ciudad”, expresó el pastor de la congregación, Ivan Roman.
Otro caso similar a este episodio fue lo sucedido el año pasado en la Iglesia Universal del Líbano que, tras una fuerte explosión en el puerto de Beirut, que ocasionó la muerte de 100 personas, no fue dañada por la onda expansiva. “El interior, a diferencia de otros edificios cercanos, no resultó afectado”, aseguró el pastor responsable de la Universal de ese lugar.
Al abrigo de Dios
Estos eventos dramáticos, al igual que muchos otros, han demostrado al mundo que Dios protege a los que Le pertenecen.
“Y serán para Mí especial tesoro, ha dicho el Señor de los Ejércitos, en el día en que Yo actúe; y los perdonaré, como el hombre que perdona a su hijo que le sirve. Entonces os volveréis, y discerniréis la diferencia entre el justo y el malo, entre el que sirve a Dios y el que no Le sirve.” Malaquías 3:17-18
En la actualidad, a raíz de la pandemia, el mundo ha atravesado una de las peores crisis de este siglo, pero Dios prometió librar a Su pueblo.