En Argentina, alrededor de un millón de personas sufre psoriasis, una enfermedad crónica inflamatoria de la piel que afecta mucosas, uñas, articulaciones y se caracteriza por presentar lesiones rojas, cubiertas de escamas blanquecinas que se desprenden y pueden sangrar o doler. No es una enfermedad contagiosa.
En la piel normal, las células maduran en un período de tiempo que va de 28 a 30 días, desde la parte más profunda de la epidermis hasta la parte más superficial, y luego se descaman en forma casi imperceptible. Por un desorden multifactorial, en el caso de la psoriasis se acelera este proceso, y provoca que en 3 o 4 días, nuevas células inmaduras lleguen a la superficie determinando una descamación anormal.
Las zonas que normalmente se ven más afectadas por la psoriasis son los codos, las rodillas, el cuero cabelludo y la región sacra, aunque puede presentarse en cualquier parte del cuerpo, incluyendo las uñas.
“Me daba vergüenza mi enfermedad”
Nora Rodríguez empezó a padecer dolores de cabeza constantes, sufría por los problemas estomacales y la depresión. Cuando se casó se agravó su estado de salud al manifestarse una enfermedad de la piel, la psoriasis. Una persona la invitó a un lugar donde le solucionarían el problema, allí hicieron trabajos con velas y cintas, además le hicieron tomar bebidas fuertes y le dieron hierbas para que preparara infusiones. “Supuestamente eso cambiaría toda mi vida”, cuenta.
El resultado fue que todo empeoró, su situación económica se agravó porque cada vez que iba tenía que pagar. “No encontraba una solución, al contrario, cada vez estaba peor, hasta tenía que pedir para alimentar a mis hijas.
Tenía una úlcera en el estómago que me impedía alimentarme, no podía ni tomar agua, también tenía psoriasis, debía estar cubierta porque me daba vergüenza mostrar las marcas. Se me iba por temporadas, pero siempre volvía y abarcaba mis brazos, piernas y la cadera. Si bien durante mucho tiempo gasté dinero en tratamientos, análisis, estudios y medicación, la mejoría era leve. Me había acostumbrado a vivir con esa enfermedad.
Cuando llegué a la Universal fui liberándome de las enfermedades, de los vicios, de todo lo que me afectaba. Tuve que perseverar, no fue fácil, pero Dios me sanó de la psoriasis y de la úlcera estomacal. La depresión también se fue. Ahora tengo ganas de vivir, todo cambió, no me falta nada, gracias a que puse mi fe en práctica”, afirma Nora sonriendo.
Martes a las 8, 10, 16 y principalmente a las 20hs en Av. Corrientes 4070 – Almagro o en la Universal más próxima a su casa.
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