El comienzo de la relación es así: ese deseo loco de no querer despegarse de él y de llamarlo a todo momento. Él la conquista, es muy atento y cariñoso. Pero con el tiempo y la rutina, muchas relaciones pasan por la fase “de la heladera” – ese período en el cual él o usted se distancian y quedan aparentemente indiferentes en relación al amor. ¿Acaso esta es una señal de que todo se acabó?
La empresaria Priscila de Meira, de 35 años, tuvo que aprender a lidiar con la frialdad de su marido Danilo Fernando Coruzzi, también empresario, de 29 años, inmediatamente después del casamiento. “Cuando nos fuimos a vivir juntos, él apenas me hablaba. Me pareció extraño, pero creí que era su manera de ser y por el exceso del trabajo. Después de algunos meses, él abrió su propio negocio y desde ese momento todo empeoró. Él solo quería saber del trabajo y no dedicaba ni un minuto de su tiempo para nosotros”, recuerda Priscila.
Contento con el éxito en los negocios, el esposo de la empresaria comenzó a invertir en ganado y, con la esperanza de recuperar a su marido, ella quedó embarazada. “Me equivoqué, porque esa fue la peor fase. Llegué a pensar que tenía una amante, ya que no me buscaba. Yo tenía todo dentro de casa, menos a él”, recuerda.
¿De dónde proviene la frialdad afectiva?
Según la psicóloga Beatriz Santaella, no existe una razón específica para la frialdad afectiva. “Puede provenir de la rutina, de la falta de interés profesional o personal, por problemas emocionales y económicos, entre otros”, declara. La especialista dice que la costumbre de ver a la persona todos los días y las responsabilidades que la vida en pareja trae, hacen que otras actividades sean más importantes que el sexo, por ejemplo. “Todos los noviazgos largos o los matrimonios pasan por momentos en los que se tiene la impresión de que la relación se enfrió”, explica.
La conferencista y conductora Cristiane Cardoso comenta que “la cuestión de la rutina es muy común en las relaciones, ya que las personas no invierten en ellos como lo hacen con la apariencia, con la carrera, con la casa y los estudios. Entonces, ya vio, ¿no? Quién va quedando por último en la fila es la persona que más lo ama”, destaca.
Cuando la indiferencia genera problemas
Lo único que todavía unía el matrimonio de Priscila y Danilo era concurrir a la iglesia todos los domingos, pero aún era poco para ella. Infeliz con todo ese distanciamiento del marido, Priscila llegó a pensar en el divorcio. “Fue cuando decidí buscar ayuda. No aguantaba más. Busqué al pastor de la iglesia y les pedí una orientación a él y a su esposa. Estaba sufriendo mucho, pero mi fe hizo que yo no desistiese”, afirma la empresaria.
En medio de este momento, su hijo, David, nació, pero ni siquiera su llegada hizo que Danilo dejara de ser frío con su esposa. “Después de 45 días, mi bebé sufrió una paro cardíaco y murió en los brazos de mi marido. Ese episodio me hizo tener mucha bronca hacia él. Él intentó acercarse nuevamente, pero yo estaba muy triste, ya no me importaba más”, cuenta Priscila, emocionada. Solo que, poco tiempo después, Danilo tuvo un infarto delante de la empresaria. “Corrí al hospital con él y sobrevivió. Desde ese día en adelante, después de una larga conversación, decidimos luchar juntos por nuestro matrimonio”, cuenta.
Salvar la relación exige esfuerzo
El primer paso, según Priscila, fue perdonar a su marido y poner una piedra encima de todo lo que había pasado. Ella estaba decidida a recomenzar. “La primera actitud para que todo volviera a la normalidad fue limpiar mi corazón de todo el rencor. Después, aprendí a valorizarme a través de la lectura del libro Matrimonio Blindado, que fue una de las herramientas que más me ayudó en ese tiempo”, dice.
Hoy, casados hace cuatro años, Priscila y Danilo son voluntarios activos en la iglesia, son los mejores amigos uno del otro y, más que todo eso, aprendieron que el amor solo funciona cuando es inteligente. “Estamos muy felices y él es el hombre que yo siempre quise tener a mi lado”, conmemora la empresaria.
Ellos lograron rescatar el amor, pero necesitaron superar muchas dificultades. Cristiane Cardoso explica que, cuando el encanto desaparece de la vida de la pareja, el alerta de la falta de fe es accionado. “Si su relación se volvió una rutina, ¿qué tal hacer una prueba hoy y comenzar una relación seria con Dios?”, pregunta la conferencista.
Bote salvavidas
Rescate su amor y no deje que la rutina gane espacio.
* No sea individualista: es justamente porque cada uno piensa en sí mismo que el matrimonio cae en la rutina;
* Preocúpese por ser independiente. Las personas que dependen de su marido/esposa hasta para ir a la panadería, hacen que la relación se vuelta cansadora;
* Cuídese a sí mismo y confíe en su potencial;
* Practique actividades físicas;
* No esté todo el tiempo llamando desesperadamente para saber todo lo que le sucede a la otra persona;
* Déjelo contar las novedades, pero óigalo con cariño;
* Busque siempre innovar en los paseos, en la relación sexual, en los viajes y en otras actividades en pareja; y
* Crea más en usted mismo y, consecuentemente, creerá más en él. En el caso de que usted se equivoque, haga lo que tendría que haber hecho de la mejor manera posible.
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