Más allá de que la Santísima Trinidad sea un misterio que será revelado solo cuando estemos delante del trono de la gracia, aun así, podemos tener la certeza de Su existencia, por las informaciones dadas en las Sagradas Escrituras. Algunos versículos son por demás explícitos al respecto, no dejando ninguna duda de Su realidad.
El ejemplo más claro y evidente de la manifestación de la Santísima Trinidad fue exactamente en el bautismo del señor Jesús, realizado por Juan el Bautista, de acuerdo a lo documentado por Mateo: “Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas Juan se Le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia. Entonces Le dejó.
Y Jesús, después que fue bautizado, subió luego del agua; y he aquí los cielos Le fueron abiertos, y vio al Espíritu de Dios que descendía como paloma, y venía sobre Él. Y hubo una voz de los cielos, que decía: Este es Mi Hijo amado, en Quien tengo complacencia.” (Mateo 3:13-17)
A partir de entonces, se identifica a las tres Personas:
· El Hijo, siendo bautizado en las aguas;
· El Espíritu Santo, descendiendo sobre el Hijo en forma de paloma;
·El Padre, identificando desde el Cielo a Su Hijo amado, Jesús. También el apóstol Juan confirma la existencia de la Trinidad, cuando dice: “Y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre; y estos tres concuerdan.” (1 Juan 5:8) En el Antiguo Testamento no hay ninguna referencia directa a la Trinidad. Sin embargo, en la creación del hombre, encontramos expresado por Dios lo siguiente: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a Nuestra imagen, conforme a Nuestra semejanza” (Génesis 1:26); “Y dijo el Señor Dios: He aquí el hombre es como uno de Nosotros” (Génesis 3:22).
Esta forma pluralista de referirse a Sí mismo, revela indirectamente la existencia de la Santísima Trinidad. La Biblia revela que en la Santísima Trinidad tenemos tres personas distintas; sin embargo, Un solo Dios: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo. Como esto es un misterio, debemos alegrarnos por tener esta base de conocimiento, ya que lo oculto se mantiene con Dios, según la propia Palabra nos advierte: “Las cosas secretas pertenecen al Señor nuestro Dios; mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las palabras de esta ley.” (Deuteronomio 29:29)
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