Con la música a todo volumen, Carolina y Paula se preparaban para una salida más.
Como siempre, la fiesta estaría llena de mucha bebida y droga. Lo único que Carolina quería aquella noche era hacer un “viaje alucinante”. Estaba eufórica.
Paula, más centrada, iba a “darse” de vez en cuando, pero esa noche en especial, sucedería algo que la haría reflexionar sobre su existencia.
Antes de salir, hicieron una apuesta: “cuál de las dos estaría con más chicos”.
En la puerta de salida, se acercaron a ellas, dos jóvenes:
– Somos de la Fuerza Joven Universal (FJU), ¿podemos hablar con ustedes un momento?
Paula asintió, aunque Carolina había aclarado que estaban apuradas y que, por lo tanto, tendrían que ser breves.
La joven se acercó y, mirándolas a los ojos, les dijo:
– Yo no las conozco, pero creo que no es casualidad. Creo que fue Dios quien me envió. Yo no sé por qué, parece una locura lo que voy a decir, pero quisiera pedirles que no salgan hoy.
Carolina hizo un gesto de burla.
La joven continuó:
– Existe un mal que actúa en este mundo con el propósito de matar, robar y destruir. Tal vez, en este momento, está actuando para destruir sus familias, robar la felicidad, y lo que es peor, ¡robarles la salvación del alma!
– Ah, ¡no! ¿Y esta charlatanería de creyentes? ¡Me voy! ¡Vamos Paulita! – dijo Carolina girando y yéndose en dirección al auto.
Paula permaneció parada escuchando lo que aquella joven tenía para decirle.
– Yo no sé lo que ha sucedido en tu vida – continuó la joven. Pero Dios tiene un plan para ti. Lo que quiero decir es que deberías buscarlo, entregarle tu vida porque, hoy, Él te está dando la oportunidad de cambiar el curso de tu vida. Mañana puede ser demasiado tarde. No esperes que te llegue el día malo para empezar a buscar a Dios. Esta puede ser su última chance.
Carolina, irritada, llamó a su amiga nuevamente.
Paula, avergonzada por la falta de educación de Carolina, le pidió disculpas a los jóvenes y se fue pensativa.
Aquellas palabras le quedaron resonando en la mente.
La euforia que sentía hasta hace poco por la expectativa de aquella noche, terminó allí.
“Esta puede ser su última chance.” Esa frase no salía de su cabeza.
Aquellos jóvenes tenían algo diferente. Ellos transmitían una convicción, una fe tan grande, tan real cuando le hablaban de aquel Jesús. ¿Todo eso sería verdad?
Mientras tanto, Carolina, al darse cuenta de que su amiga había quedado con dudas por lo que escuchó, le empezó a decir: “No puedo creerlo Paula, nunca creíste en cuentos de hadas, ¿vas a creer ahora en ese tal Jesús? Él sólo fue un hombre, yo nunca creí en esa historia de la Biblia. ¡Nuestra vida se termina acá!
– ¿Será así? – cuestionó Paula.
Aquella fiesta ya no tenía el menor sentido para Paula. Todo había perdido la gracia. No veía la hora de irse de allí.
En la pista, Carol, disfrutaba de la noche. Bebía y “aprovechaba” al máximo. Estaba totalmente alucinada debido a la gran cantidad de bebida alcohólica y drogas que había consumido.
En altas horas de la madrugada, Paula condujo a su amiga, completamente entorpecida, hasta el auto. Era la hora de partir.
Para Paula, aquella noche había perdido la gracia, más precisamente, desde el momento en que aquellos jóvenes le hablaron.
Ya de regreso, lo inesperado.
Paula conducía el vehículo. Carolina, totalmente alucinada, intenta forzarla a fumar un cigarrillo. Paula discute con Carolina. Carolina se quita el cinturón de seguridad y se agacha a agarrar algo. En ese momento, Paula se distrae, y cuando vuelve la atención a la calle, es demasiado tarde.
Frente a ella, un camión. No logra maniobrar. No había más tiempo.
La voz de aquella joven resuena en su mente: “Esta puede ser su última chance.”
Paula quedó inconsciente.
Sirenas.
– Esa aún tiene signos vitales – dijo el socorrista.
Dios estaba dándole una oportunidad más a Paula.
Esa chance solo fue posible porque Dios pudo contar con alguien para hablar de Jesús a aquellas jóvenes.
Aquellos dos jóvenes de la FJU fueron usados por Dios, esa noche, para evangelizar a Paula y Carolina. Sembraron la semilla de la Palabra de Dios en sus corazones. Una cayó en buena tierra, la otra no.
De ahí la importancia del trabajo desarrollado por la FJU, que a través de sus proyectos sociales ha salvado a miles de jóvenes.
Muchos que estaban destinados al mismo final que Carolina, pudieron, al igual que Paula, abrazar su última oportunidad.
(*) Historia extraída del vídeo “Última chance“.