Soledad: “Antes de llegar a la iglesia mi vida era un desastre, puro sufrimiento, a los 11 años perdí a mi padre. Fue muy duro para mí, empecé a ser rebelde con mi madre, porque pasamos a vivir todos juntos en una habitación que ni baño tenía.
A los 13 años conocí las drogas, primero la marihuana, me dijeron que si fumaba me iba a olvidar de mis problemas y así comencé a consumir, mi única escapatoria era la marihuana. El efecto no me duraba, me sentía peor, así que un amigo me hizo probar la cocaína. Ese fue el principio de lo peor, consumía todos los días, pasaba noches enteras en la calle, porque mi mamá trabajaba 16 horas seguidas para darnos de comer.No podía estar en mi casa, me sentía mal, agobiada, veía cosas.
Vendí mi cuerpo para consumir. Si alguien me miraba mal, hasta les pegaba. Llegué a inyectarme heroína. Consumí pasta base y paco, porque la cocaína no me hacía nada. Una vez me dijeron ‘hay algo nuevo que se está lanzando por ahí te sirve’ y terminé en Capital consumiendo, no me acuerdo nada. Al otro día me desperté en la villa de Retiro y no me acordaba de nada, estaba sin ropa, ensangrentada. Me puse cualquier ropa que encontré, estaba muy lejos de casa. No podía seguir viviendo así, hasta intenté suicidarme tres veces, no quería saber más nada.
Empecé a buscar ayuda, sin querer contarle a mi madre lo que había pasado, golpeé todas las puertas y nadie me ayudaba. Fue así que llegué a la Universal y encontré la cura a mis vicios. El primer día me sentí diferente con más ánimo, con ganas de vivir. Hoy soy feliz de verdad, le digo a otras personas que hay un Dios vivo, que ya no necesito una sustancia para vivir, porque ese Dios grande que pudo cambiar mi vida puede cambiar la de cualquiera que se lo proponga”.
Participe de la reunión de la Cura de los Vicios. Domingo a las 15h en Av. Corrientes 4070, Almagro.
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