“Y, tomando al ciego por la mano, lo sacó de la aldea; y, escupiendo en sus ojos, e imponiéndole las manos, le preguntó si veía algo. Y levantando él los ojos, dijo: Veo a los hombres; pues los veo como árboles que caminan. Después de esto, volvió a ponerle las manos sobre los ojos, y LE HIZO MIRAR HACIA ARRIBA, y fue restaurado, y los vio a todos claramente.” Marcos 8:23-25 ACF
¿Cómo recibir algo del cielo, manteniendo los ojos en la tierra?
¡Mirar hacia el cielo es vivir la fe, es creer en lo sobrenatural!
¿Cómo ese ciego habría restaurado su visión, mirando en la dirección de los hombres?
No son pocos los que “creen” en Dios, pero viven constantemente en dependencia de los demás.
Es imposible que la vida sea restaurada esperando algo del ser humano.
El hombre puede incluso tratar de ayudar, mejorar, pero solo el cielo restaura una vida de manera completa.
Incluso porque todo lo que el hombre recibe es dado por el cielo.
Por eso, ¡es en su dirección que siempre debemos mirar!
“… No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo.” Juan 3:27
El Señor Jesús hizo que el ciego mirara hacia arriba, no hacia los hombres, como al principio había sido.
No hay ninguna sombra de duda: Si su vida aún no ha sido restaurada, es porque está mirando en la dirección equivocada.
Cuando miramos hacia arriba, hacia el Altísimo, todos los imposibles se tornan posibles.
¡Solo así habrá restauración completa de vida!
Nunca se olvide:
Si la mano del hombre estuviera abierta, aun así es limitada, ¡pero el cielo es ilimitado!
Si estuviera cerrada, no se preocupe, ¡porque el cielo siempre estará abierto!
¡Levante sus ojos!
Mire hacia arriba, ¡siempre en la fe!