Conocido como el país más pobre de Europa, Moldavia se ve constantemente en estado de alerta. Eso ocurre en parte por las dificultades económicas que llevan al 16,6% de la población a vivir por debajo de la línea de la pobreza y también por problemas políticos.
Los ingresos del país vienen principalmente de la agricultura, en especial de la exportación de vinos, pero no es suficiente para darle la calidad de vida necesaria a los habitantes.
Frente a todas esas adversidades, los habitantes crearon, con el pasar del tiempo, una forma de vivir individualista y, muchas veces, negativa. “La mayor dificultad es romper las barreras de la religión, de las tradiciones ortodoxas y la mentalidad de un pueblo considerado el más pobre de Europa. Todo eso hace que las personas sean muy negativas”, explica el responsable por la evangelización de la Universal en el país, Luciano Silva.
La iglesia está en el país desde noviembre del 2010 y cuenta con un templo y un anexo, ambos situados en la capital, Chisináu.
La evangelización consiste en entregar invitaciones en las casas y anunciar las fechas de las reuniones en las radios y en los periódicos de la ciudad. Para el pastor Luciano, la principal manera de ayudar a mejorar la calidad de vida de los moldavos es renovar sus esperanzas y hacerlos creer que, por medio de la fe en Dios, es posible transformarse a sí mismos y a la sociedad a su alrededor.
Y fue eso lo que Aurelia Danillius hizo. Aurelia cuenta que antes era el retrato de una moldava habitual, pero ahora es la prueba de que Dios es capaz de cambiar la vida de cualquier persona. Policía jubilada, sufría con depresión e insomnio. Y se dejó influenciar por el clima turbulento que asola al país.
Fue en la Universal donde Aurelia encontró el ánimo para seguir adelante. Fue recibida y orientada por los pastores y, con esfuerzo, logró liberarse de la depresión y del insomnio. Hoy, a los 45 años, es feliz y confiada, y se ocupa de anunciar a todo su alrededor lo bien que la fe le hizo a su vida.
Por otra parte, el joven Constantin Lascu, de 23 años, llegó a la iglesia en un período crítico y en donde su vida corría realmente el riesgo de llegar al fin. Adicto al alcohol y a otras drogas, el muchacho era extremadamente agresivo y casi siempre entraba en confusiones peligrosas. “Luego de conocer el trabajo de la Universal, pude liberarme de los vicios. Encontré en la fe la solución de mis problemas y tengo una vida sentimental muy establecida. Hoy, tengo placer de llevar a otras personas la oportunidad para que cambien sus vidas, así como yo la tuve”, conmemora.
Apoyo social
El trabajo de la Universal va más allá del apoyo espiritual otorgado a las personas como Aurelia y Constantin. Cada vez más, los evangelistas han promovido eventos sociales. Las donaciones de alimentos son constantes desde que los primeros pastores llegaron a la región. Además de eso, es otorgada una atención especial a los pacientes de los hospitales y a los niños que viven en orfanatos.
Aunque haya cierto prejuicio religioso con el trabajo de la Universal por parte de algunos que se resisten a un cambio positivo de vida, el pastor Luciano afirma que todos los que deciden conocer el trabajo se vuelven gratos, pues ven el deseo sincero que la institución tiene de ofrecer ayuda.
“El principal cambio que debe suceder en la vida de todas las personas es el interior, el cambio de pensamiento, y eso solo es posible con Dios”, finaliza el pastor.
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