Sentados en círculo, un grupo de personas conversan. No es solo un momento de interacción. Se trata de algo mucho mayor: la liberación del vicio en bebidas alcohólicas.
Ellos forman parte del nuevo proyecto de la Universal, en Irlanda, para combatir ese hábito que ha traído muchos problemas para el país.
Allí, el consumo de alcohol forma parte de la cultura de las personas, por eso es tenido como algo perjudicial por la tradición local. Pero la institución Alcohol Action Ireland, que lucha contra los efectos nocivos de ese vicio, muestra que la realidad es otra.
Son 88 muertes por mes relacionadas directamente al alcohol, siendo que uno de cada cuatro hombres, entre 15 y 39 años, muere a causa de las bebidas. El perjuicio de este vicio llega también a los niños: uno de cada once dice tener sus vidas afectadas a causa del consumo de sus padres.
Por otra parte, otro instituto irlandés, el Health Research Board, señala que el 72% de la población conoce a alguien que ingiere mucho alcohol, siendo que el 42% afirma ser algún miembro de su propia familia. En consecuencia, el 78% cree que el gobierno irlandés debería implementar medidas de salud pública contra el consumo de bebidas alcohólicas, sin embargo están desacreditados de la solución.
Del mismo modo, muchos de los ex adictos, que llegaron al proyecto, afirman que ya han buscado ayuda en centros de rehabilitación anteriormente, pero no obtuvieron un resultado positivo. Y que el cambio vino solo por medio de la Universal.
La eficacia de este proyecto ha sido alcanzada a causa de la estrategia adoptada para combatir los vicios, como explica el pastor Wailun Pang, responsable por el grupo de atención: “El propósito de esta reunión es mostrar que la única manera de resolver cualquier problema con los vicios es por medio del ataque al problema por la raíz, que es en realidad algo espiritual. Entonces, por medio de las cadenas de liberación, estas personas son libres y el deseo por los vicios simplemente desaparece.”
El cambio verdadero
El proyecto fue iniciado recientemente y ya recibió la adhesión de decenas de personas. Algunos de los que ya se liberaron les cuentan a los integrantes sus experiencias con Dios. Uno de ellos es Andrew O’Keefe (foto de arriba, de remera blanca), que comenzó a ingerir bebidas alcohólicas a los 17 años, en el intervalo de las clases. A los 19, ya era adicto. Bebía los viernes a la noche e iba los sábados al trabajo sintiéndome mal, a causa del alcohol.
En 1998, Andrew buscó ayuda en una clínica. Allí permaneció durante un año sin beber, pero confiesa que a causa de las amistades, con personas que tenían el mismo problema de adicción en juegos y bebidas, volvió a beber e ir a los casinos.
“Para alimentar mi vicio, comencé a cantar en casas de karaoke y bares durante 15 años. Fue donde mi vida se volvió un infierno. Mis relaciones amorosas eran un desastre. Cada relación progresivamente se volvía peor que la anterior. En una lucha constante de altos y bajos, me esforzaba para dejar la bebida, pero sabía que caería tarde o temprano”, recuerda.
En el 2006, con la vida totalmente desorientada, Andrew descendió al fondo del pozo. Sentía una tristeza enorme, se volvió depresivo, comenzó a desear suicidarse y ya era consciente de que las noches en el karaoke eran una ilusión. “Nada llenaba mi vacío”, cuenta.
Sin embargo, en el 2012, recibió una invitación – de la mujer con la que hoy está casado – que transformó su vida.
“Me invitó para conocer la Universal y comencé a concurrir a las reuniones (foto de al lado, en el medio, de remera salmón). Un año después me vi libre de todos los vicios, de la depresión y de los deseos de suicidarme. Agradezco a Dios por el trabajo de la Universal, que creyó en mí. Hoy estoy casado, y puedo decir que estoy libre y muy feliz”, enfatiza Andrew, con entusiasmo.
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