Hace 18 años la Universal llegaba a Luxemburgo, país de Europa Occidental. Actualmente, el trabajo evangelístico local está a cargo del pastor Marcos Manhães, de 33 años, que está hace un año en la región enfrentando el frío, que llega a los 15° bajo cero, y la dificultad en la comunicación. “Todos aquí hablan perfectamente los tres idiomas oficiales: francés, alemán y luxemburgués. Sin embargo, me he dedicado a aprender el francés”, dice el pastor.
Pero las adversidades como el clima y el idioma no son nada cuando son comparados al rechazo y a las represalias por los cuales los voluntarios de la Universal ya pasaron. Esto es porque el país cuenta con una población católica predominante (87%), que, cuando son abordados en la calle por los evangelistas, les dicen que no necesitan la religión. “Ya nos insultaron y nos amenazaron algunas veces. Lamentablemente, a causa del alto patrón de vida, muchos piensan que, por tener materialmente todo, no necesitan apoyo espiritual”, destaca.
Sin embargo, la palabra desistir no existe en el vocabulario de los integrantes de la Universal, tanto que, por medio de los tres templos abiertos en el país y de la evangelización constante en las calles, los que dejan el orgullo de lado encuentran en Dios la solución para los diversos problemas de esta vida.
Un ejemplo es la inmigrante portuguesa Olga Oliveira, de 42 años. Ella cuenta que logró restaurar su matrimonio después de encontrar apoyo en la Universal. “Oía barullos extraños en casa e intenté varias veces suicidarme. Hasta que un día recibimos un periódico con una invitación para ir a la iglesia. Decidimos ir, participamos de las reuniones y nuestra historia cambió. Hoy, tengo una vida económica próspera y mi matrimonio está muy bien”, conmemora.
Para ayudar cada vez más a las personas, el pastor Marcos dice que se están haciendo inversiones para la apertura de nuevos templos y, paralelamente a eso, trabajos sociales. “Por medio del grupo Rahab llegamos a las mujeres que fueron abusadas y también hacemos visitas a las cárceles, a los ancianos y reuniones con jóvenes y adolescentes, advirtiéndoles sobre el riesgo de las drogas. “Seguimos en el mismo espíritu de la iglesia en todo el mundo, perseverando en el trabajo de evangelización, seguros de que Dios ya abrió las puertas”, concluye.
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