Por más extraño que parezca, del otro lado del mundo, en Macao, Asia, se habla portugués. La región perteneció por años a Portugal, pero en 1999, pasó a ser administrada por China. Incluso incorporada a la región comunista, una serie de compromisos y promesas hechas durante la transferencia le permitieron a Macao un considerable grado de autonomía y la conservación de sus especificidades, incluyendo el modo de vida y el sistema económico capitalista.
El inmigrante de lengua portuguesa que visita el lugar se siente como en su casa, pues encuentra en su cultura rasgos fuertísimos, como la alimentación, nombres de las calles y establecimientos en portugués, arquitectura y, como no podría dejar de haber, una Universal.
Hace diez meses, el pastor chino, nacido en Hong Kong, Tak Chi, de 31 años, comenzó el trabajo de evangelización en el lugar. Hace las reuniones los domingos, en portugués, inglés y en cantonés, en un espacio reservado. Los voluntarios también visitan casas y salen por las calles llevando el Evangelio.
Los problemas de quienes viven allá son los mismos enfrentados en otros países en los que se habla portugués: desigualdad social, inflación y corrupción. Otra similitud es la religiosidad. Budismo, Confucionismo, Taoísmo, Catolicismo e Islamismo son algunas de las creencias predominantes en la región. Incluso delante de tantas opciones, el gran número de personas que buscan refugio para los problemas en juegos de azar y en la prostitución es grande.
Sin embargo, cuando los habitantes son presentados al Dios de la Biblia, los resultados del uso de la fe son inmediatos. La pareja Eddie Padua, 31 años, y Karen Padua, 30, es un ejemplo. “Teníamos una vida económica, familiar y emocional difícil. Pero decidimos buscar a Dios y usar la fe. Hoy, tenemos todo establecido”, dice Eddie.
Aunque por la ley no sea permitida la censura a la manifestación de fe, muchas veces el gobierno chino monitorea la evangelización. Entonces, es necesario tener cuidado para evitar persecuciones. Después de todo, en China, algunos cristianos ya pagaron con su propia vida.
“Tenemos una libertad vigilada, pues el régimen comunista ha influenciado mucho. Aun así, es posible hacer reuniones en plazas públicas predicando la Verdad y mostrando testimonios”, explica el pastor.
A pesar de las dificultades presentadas y del poco tiempo que el trabajo comenzó, según el pastor Tak, hablar de Jesús al pueblo de Macao es un gran privilegio, ya que muchos están sufriendo, pero quieren la ayuda que viene de lo Alto. “Aquí existe un gran potencial de crecimiento del Evangelio. Sabemos que muchas almas serán ganadas para el Reino de Dios, de la misma manera sucede en Brasil y en diversos lugares del mundo”, concluyó.
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