Desde que nacemos, antes de balbucear las palabras correctamente, y comenzar a dar los primeros pasos, también encontramos amigos: nuestros padres, nuestros hermanos mayores, en fin, nuestra familia.
Respecto de eso, la Biblia nos da una definición profunda sobre la amistad: “En todo tiempo ama el amigo y es como un hermano en tiempo de angustia.” Proverbios 17:17
Y las amistades se dan naturalmente y no dependen de la elección: en la escuela, en el trabajo, en el tiempo libre y hasta en ocasiones inusitadas, terminan surgiendo. Sin embargo, en los días atribulados de hoy, es difícil ser amigo realmente, pues, muchas veces, los intereses personales son colocados antes que las amistades.
Tener un verdadero amigo es un tesoro para toda la vida. Para el obispo Edir Macedo, el primer amigo que tenemos es el Señor Jesús: “Al entregarnos a Él tenemos la dirección correcta para nuestras vidas en todo lo que buscamos. Es el amigo verdadero que no nos abandona.”
La amistad debe ser repartida con todos, ya que hay en la tierra una inmensa falta de amigos, generando conflictos y desconfianza. Y cuando la amistad escasea, sobresale el desequilibrio y la inseguridad.
El amigo es aquel que ama en todos los momentos, y en la adversidad ama más aún. Un amor por el ser, no por la actitud. Seremos verdaderos amigos cuando seamos verdaderos cristianos.
¡Piense en eso!