Si hacemos una breve evaluación sobre la relación de Abraham con Dios, tendremos elementos necesarios para conocer el secreto del éxito de su fe. La vida de Abraham no fue solo de conquistas como muchos creen. Fue el escogido de Dios para asumir la posición más relevante del ser humano: ser la propia bendición. Comparadas con eso, sus demás conquistas, más allá de su dichosa vejez finalizando los 175 años, son irrelevantes.
Él fue realmente la propia bendición, lo que no quiere decir que estuvo libre de las tribulaciones. Estas fueron y han sido la Facultad para la formación de la fe. La falta de esta formación ha llevado a la mayoría cristiana a naufragar en la fe.
Abraham fue la propia bendición, sin embargo, tuvo que pagar el precio por esto. Aprendió a vivir por la fe en los desiertos. Ante cada tribulación, tenía que perseverar; cada vez que perseveraba, lograba una experiencia; y a cada experiencia, una nueva esperanza.
Abraham aprendió que para ser la propia bendición y depender de la fe, tenía que sacrificar. Estaba acostumbrado a sacrificar; toda su vida era un sacrificio. Y el límite de su sacrificio fue su hijo. El dolor era inmenso, pero no insoportable debido a la costumbre de su fe sacrificial.
¿No sería la fe-sacrificio la exigencia del Señor Jesús para Sus seguidores? “… Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.”, (Mateo 16:24).
¿Y no sería la ausencia de eso lo que ha llevado a la mayoría de los evangélicos al infierno?
Lo que más me sorprende en la vida de Abraham es que él era el propio sacrificio, ¡aun siendo la propia bendición!
Quien realmente quiera vivir por la fe tiene que prepararse para vivir en sacrificio. Vivir de fe en fe significa vivir de sacrificio en sacrificio.
En mis 51 años de vida con mi Señor puedo decir que nunca conquisté ni una bendición basado en la facilidad. Mi Salvación, mi matrimonio, mis hijos, mis conquistas personales, en fin, todo tuvo la participación efectiva del sacrificio. ¡No es que me guste, no! Yo sacrificaba y continúo sacrificando porque no veo otra salida…
“Oídme, los que seguís la justicia, los que buscáis al Señor. Mirad a la piedra de donde fuisteis cortados, y al hueco de la cantera de donde fuisteis arrancados. Mirad a Abraham vuestro padre, y a Sara que os dio a luz; porque cuando no era más que uno solo lo llamé, y lo bendije y lo multipliqué.”, (Isaías 51:1-2).
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