Al ser sobrino de Abraham, Lot poseía un gran privilegio: andar al lado del hombre de fe que era llamado amigo de Dios. Aun así, él no poseía la misma visión que su tío, pues Abraham veía con los ojos espirituales, mientras que Lot usaba solamente los ojos físicos.
Debido a eso, Abraham decidió separarse de Lot y dejar que él siguiera su camino.
Abraham estaba seguro de que todo le iría bien, sin importar el lugar hacia el cual estuviera yendo, por eso dejó que su sobrino escogiera la tierra en la que habitaría para, enseguida, seguir en la dirección opuesta.
Abraham estaba decidido a que si su sobrino iba hacia un lado él iría hacia el otro y que todo siempre le saldría bien porque él estaba con Dios y veía con los ojos espirituales.
Como los ojos físicos son siempre codiciosos, al ver la llanura del Jordán, Lot decidió seguir hacia allí, adonde todo parecía ser próspero. (Génesis 13:9-10) Lot pensó que era más astuto.
Sin embargo, así como las actitudes tomadas con los ojos físicos siempre salen bien, las actitudes tomadas con los ojos de la emoción siempre conducen al error y, más tarde, Lot pudo constatar cuán desastrosa había sido su elección.
Quien mira con los ojos físicos disputa las cosas, pero quien mira con los ojos espirituales logra las cosas por la fe.
Por eso en la Universal siempre aconsejamos a los solteros a que usen los ojos espirituales para escoger con quién casarse. Los ojos físicos han traído muchos problemas, porque codician lo que ven. En cambio los ojos espirituales escogen por la fe. No debemos tomar decisiones por los ojos físicos de la emoción, sino por los ojos espirituales de la fe.
“El justo vivirá por la fe”
Lot perdió a su esposa, sus riquezas, tuvo que vivir en una cueva y, además, cometió incesto con las hijas, generando hijos que dieron origen a dos pueblos, los amonitas y los moabitas, que más adelante se volvieron enemigos del pueblo de Dios.
Lot tomó sus decisiones por la emoción y lo perdió todo.
Dios nos ha dado inteligencia para que pensemos, pero: “Cuando la cabeza no piensa el cuerpo paga”.
A ejemplo de Lot, existen muchas personas que toman sus actitudes basadas en lo que ven sus ojos físicos, ignorando la voluntad de Dios, que solo puede ser vista con los ojos espirituales.
Ya hemos sufrido mucho por querer hacer nuestra voluntad.
Tenemos que aprender a vivir en la dependencia de Dios y siempre decirle: “Señor, yo quiero eso, pero que no se haga mi voluntad sino la Tuya”.
El Señor Jesús Le dijo: “Padre Mío, si es posible, pase de Mí esta copa; pero no sea como Yo quiero, sino como Tú” (Mateo 26:39).
Si Dios hace Su voluntad la persona nunca va a padecer. ¿O acaso Él quiere que padezcamos? ¡No!
Los ojos carnales siempre quieren darle una respuesta rápida al corazón y, por ese motivo, cuando nos dejamos llevar por ellos, actuamos por la emoción y no conseguimos desviarnos de los instintos carnales.
La persona se apasiona y se entrega al ver solo el exterior… ¿ y qué hay por adentro?
Una vez el Señor Jesús les dijo a los escribas y fariseos: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia” (Mateo 23:27)
Los ojos espirituales no dejan que nos engañemos porque son los ojos de la fe.
El apóstol Pablo nos enseña que no vale la pena prestarles atención a las cosas que vemos con los ojos físicos, pues se acaban rápidamente. En cambio, las que los ojos espirituales nos ofrecen son eternas (2 Corintios 4:18).
La condición espiritual de una persona es medida por sus ojos.LA VISIÓN DE LOT
Al ser sobrino de Abraham, Lot poseía un gran privilegio: andar al lado del hombre de fe que era llamado amigo de Dios. Aun así, él no poseía la misma visión que su tío, pues Abraham veía con los ojos espirituales, mientras que Lot usaba solamente los ojos físicos.
Debido a eso, Abraham decidió separarse de Lot y dejar que él siguiera su camino.
Abraham estaba seguro de que todo le iría bien, sin importar el lugar hacia el cual estuviera yendo, por eso dejó que su sobrino escogiera la tierra en la que habitaría para, enseguida, seguir en la dirección opuesta.
Abraham estaba decidido a que si su sobrino iba hacia un lado él iría hacia el otro y que todo siempre le saldría bien porque él estaba con Dios y veía con los ojos espirituales.
Como los ojos físicos son siempre codiciosos, al ver la llanura del Jordán, Lot decidió seguir hacia allí, adonde todo parecía ser próspero. (Génesis 13:9-10) Lot pensó que era más astuto.
Sin embargo, así como las actitudes tomadas con los ojos físicos siempre salen bien, las actitudes tomadas con los ojos de la emoción siempre conducen al error y, más tarde, Lot pudo constatar cuán desastrosa había sido su elección.
Quien mira con los ojos físicos disputa las cosas, pero quien mira con los ojos espirituales logra las cosas por la fe.
Por eso en la Universal siempre aconsejamos a los solteros a que usen los ojos espirituales para escoger con quién casarse. Los ojos físicos han traído muchos problemas, porque codician lo que ven. En cambio los ojos espirituales escogen por la fe. No debemos tomar decisiones por los ojos físicos de la emoción, sino por los ojos espirituales de la fe.
“El justo vivirá por la fe”
Lot perdió a su esposa, sus riquezas, tuvo que vivir en una cueva y, además, cometió incesto con las hijas, generando hijos que dieron origen a dos pueblos, los amonitas y los moabitas, que más adelante se volvieron enemigos del pueblo de Dios.
Lot tomó sus decisiones por la emoción y lo perdió todo.
Dios nos ha dado inteligencia para que pensemos, pero: “Cuando la cabeza no piensa el cuerpo paga”.
A ejemplo de Lot, existen muchas personas que toman sus actitudes basadas en lo que ven sus ojos físicos, ignorando la voluntad de Dios, que solo puede ser vista con los ojos espirituales.
Ya hemos sufrido mucho por querer hacer nuestra voluntad.
Tenemos que aprender a vivir en la dependencia de Dios y siempre decirle: “Señor, yo quiero eso, pero que no se haga mi voluntad sino la Tuya”.
El Señor Jesús Le dijo: “Padre Mío, si es posible, pase de Mí esta copa; pero no sea como Yo quiero, sino como Tú” (Mateo 26:39).
Si Dios hace Su voluntad la persona nunca va a padecer. ¿O acaso Él quiere que padezcamos? ¡No!
Los ojos carnales siempre quieren darle una respuesta rápida al corazón y, por ese motivo, cuando nos dejamos llevar por ellos, actuamos por la emoción y no conseguimos desviarnos de los instintos carnales.
La persona se apasiona y se entrega al ver solo el exterior… ¿ y qué hay por adentro?
Una vez el Señor Jesús les dijo a los escribas y fariseos: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia” (Mateo 23:27)
Los ojos espirituales no dejan que nos engañemos porque son los ojos de la fe.
El apóstol Pablo nos enseña que no vale la pena prestarles atención a las cosas que vemos con los ojos físicos, pues se acaban rápidamente. En cambio, las que los ojos espirituales nos ofrecen son eternas (2 Corintios 4:18).
La condición espiritual de una persona es medida por sus ojos.Cuando alguien pierde la visión de la fe y comienza a observar con los ojos de la codicia, así como Lot, pierde todo y pasa a vivir en una cueva espiritual, llena de problemas y sin perspectiva de vida.
Cuando alguien pierde la visión espiritual se vuelve codicioso, malicioso, se desanima, ¡es como un ciego que no puede dar un paso sin que alguien lo ayude! Entra en una cueva espiritual.
El Señor Jesús le dijo a Pedro: “… pero Yo he rogado por ti, que tu fe no falte…” (Lucas 22:32).
La fe nos mantiene de pie.
Por la fe somos salvos.
Por eso el diablo quiere atacar a nuestra fe.
La persona que está en la fe no tiene codicia ni malos ojos.
Si somos guiados por los ojos espirituales, confiamos en que Dios nos hará fructificar en todos nuestros caminos, sin importar adónde estemos.
Quien vive por la fe vence dondequiera que va. ¡Esa era la diferencia entre Abraham y Lot!
Por eso la persona debe estar siempre en la fe, invirtiendo en su vida espiritual, buscando ser guiada por sus ojos espirituales, sin preocuparse por lo que puedan decir de ella o por si le quieren hacer mal, y confiando en la Palabra que dice: “Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegará” (Salmo 91:7) Y sabiendo también que Si Dios está con ella ¿quién podrá contra ella? (Romanos 8:31).
Por más difícil que pueda parecer la caminata, dejarse guiar por Su voluntad siempre será la mejor elección.
La persona que mira siempre con los ojos espirituales ¡vence!
¿Cómo han sido sus ojos?
Piense en eso.