“En esto es glorificado Mi Padre, en que llevéis MUCHO fruto, y seáis así Mis discípulos”. Juan 15:8
Cuando una persona recibe el Espíritu de Dios, pasa a tener por dentro el mismo poder que capacitó al Señor Jesús para que viviera una vida santa en este mundo y para que realizara obras extraordinarias. El ministerio de nuestro Señor solo duró tres años, ¡y Él hizo lo que hizo! ¡Imagínese si hubiese estado más tiempo en este mundo! Por eso Él dijo:
“De cierto, de cierto os digo: El que en Mí cree, las obras que Yo hago, él las hará también; y aún MAYORES hará, porque Yo voy al Padre”. Juan 14:12
Él habla de MUCHOS frutos y de obras MAYORES que las que Él hizo. Con eso entendemos que el siervo bueno y fiel tiene la obligación de corresponder a las expectativas de su Señor. ¡No puede haber excusas! Si tenemos el Mismo Espíritu del Señor Jesús, tenemos que marcar la diferencia en este mundo. El lugar donde pongamos la planta de nuestros pies será nuestro, y el Nombre de nuestro Señor será glorificado.
No sabemos cuánto tiempo nos resta aún en este mundo, por eso, tenemos que ser hábiles, tenemos que aprovechar las oportunidades que Dios nos ha dado. Nadie puede ponerle bozal al buey cuando trilla. Dios ha buscado personas, hombres y mujeres, que quieran hacer obras mayores en este mundo para Su exclusiva gloria. ¡No hay tiempo que perder!
Es imposible que un hombre lleno del Espíritu Santo pase por un lugar, sea grande o pequeño, y no marque la diferencia, no deje un legado para los próximos que vendrán. Nuestro Señor está sediento de almas, y Sus siervos sienten la misma sed que Él siente.