Todos los que son bautizados con el Espíritu Santo hablan lenguas extrañas. Sin embargo, no todos los que hablan en lenguas extrañas son bautizados con el Espíritu Santo. Es muy difícil para alguien que piensa que está bautizado con el Espíritu Santo y habla en lenguas extrañas aceptar esa verdad, pero, los frutos de su propia vida son testimonios del engaño en que vive.
Realmente, todos los que fueron bautizados con el Espíritu Santo tuvieron la evidencia del hablar en otras lenguas y, en consecuencia, no solo se manifestaron como verdaderos instrumentos en las manos de Dios, sino que también dieron testimonio de que traían dentro de sí la propia resurrección del Señor Jesús viviendo una vida nueva.
Por lo tanto, aquellos que hablan en lenguas extrañas y no producen los frutos del Espíritu Santo, no solamente están engañando a otros, sino que también se están engañando a sí mismos por los espíritus inmundos que habitan en ellos y que también saben hablar en lenguas extrañas e intentan imitar al Espíritu de Dios.
¿Cómo puede alguien saber si las lenguas extrañas son de Dios o del diablo? Ya dijimos que por los frutos podemos saber si el árbol es bueno o malo. Si después de la evidencia de las lenguas extrañas, la persona constata dentro de sí misma cambios completos tales como: los pensamientos en relación a las personas son los mejores; no tiene más maldad, celos enfermizos, desconfianza excesiva; en el hablar, palabras de amor en vez de palabrotas; en el corazón, deseo de estar en comunión con los hermanos de la fe y sobre todo con Dios, a través de oraciones y ayunos, y siempre procurando desviar los pies del camino del mal. En fin, manifestar un carácter de verdadero cristiano independientemente de aquellos que están a su alrededor, demostrando en su forma de ser los frutos del Espíritu Santo.
Además de no sentir en la carne los mismos síntomas de antes, tales como: insomnio, miedo, nerviosismo, voluntad de suicidio, desmayos y vicios, se sentirá en paz consigo mismo y, por encima de todo, con Dios, perdonando a los que un día le ofendieron, sumado al gran deseo de salvar almas para el Reino de Dios.
En ese caso, es evidente que hubo una transformación radical en su interior y, en consecuencia, el bautismo con el Espíritu Santo es una realidad. Si, por el contrario, nada de eso sucedió, está claro que las lenguas extrañas no provienen de Dios.
En el libro de Hechos, encontramos la evidencia de lenguas extrañas después del derramamiento del Espíritu Santo, como por ejemplo en el día de Pentecostés (Hechos 2:3, 6), en la casa de Cornelio: “Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso; porque los oían que hablaban en lenguas, y que magnificaban a Dios”, (Hechos 10:44, 46). Y Pablo en Éfeso: “Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban.”, (Hechos19:6).
Texto extraído del libro “El Espíritu Santo” del obispo Edir Macedo