Graciela Cristaldo tuvo una vida marcada por el sufrimiento, pensaba que no había una salida para su vida, pero a través de la fe encontró una manera de curar su interior y ser llena de la presencia de Dios. Hoy es una nueva mujer con una vida completamente diferente. Hoy su rostro refleja la alegría que hay en su alma, la alegría del Espíritu Santo.
“Mi infancia fue muy buena, hasta que falleció mi papá cuando tenía 12 años de edad, caí en un profundo estado depresivo. Llegué al punto de no tener ganas de vivir, en ese estado conozco a una persona y quedo embarazada. Perdí el embarazo, seguía con depresión, pero ya no le encontraba sentido a mi vida. Recuerdo que abrí la llave del gas en el departamento en que vivía.
Como no me valoraba como mujer me involucré en el mundo de la prostitución. Al principio fue de una manera liviana, pero luego me invitaron a ganar dinero con mi cuerpo y acepté. Empecé a fumar dos atados de cigarrillos por día y a tomar toda clase de bebidas. Cuando ya no veía una salida, me invitaron a participar de una reunión de la Universal. Después de dos meses acepté y fue el día más feliz de mi vida porque supe que tenía valor para alguien, desde ese día mi interior cambió.
Ahora soy feliz, me liberé de los vicios, de los dolores que tenía en la columna, tengo paz y una vida estable. Hasta conquisté mi casa propia, pero por sobre todo soy feliz con Jesús”, afirma Graciela al destacar que solo Dios pudo quitar las heridas del pasado y darle fuerzas para reinventarse.
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