Casados hace 24 años, tienen una historia de vida de las más diferentes entre todas las ya relatadas en esta sección. Eso porque el obispo Marcelo Pires, de 46 años, y su esposa, Márcia Regina Pires, de 50 años, viven en Sudáfrica y desde allí realizan trabajos en nombre de la Universal en todo el continente africano. Mire lo que ellos tienen para contarles sobre su vida cotidiana del otro lado del océano.
¿Cómo llegaron a la Universal?
Él: A los 14 años, me diagnosticaron pancreatitis crónica, que es cuando el páncreas no logra procesar el azúcar. Eso me causaba dolores horribles en el estómago y también tenía crisis de dolores de cabeza impresionantes. Tomaba seis analgésicos por día, no podía caminar bajo el sol y tenía que estar en un cuarto oscuro. Fue detectado que mi cerebro estaba perdiendo la capacidad de raciocinar y los médicos dijeron que perdería la memoria. Con casi 17 años, un día que estaba internado, comencé a buscar una programación interesante en la radio. Oí el mensaje del obispo Paulo Roberto Guimarães y, cuando me dieron el alta, fui a la Universal. La siguiente semana, tenía otra internación planificada, estuve un mes más, pero ya llegué con otra mentalidad: de que no iba a necesitar volver. Los exámenes fueron hechos y la médica le dijo a mi madre que yo tendría una vida difícil de diabético, que perdería la memoria y que tendría siempre muchos dolores. Salí del hospital con ese diagnostico, pero hoy estoy completamente curado, nunca más tuve jaquecas ni dolores y nunca más estuve internado. Fue en esa época que vi a Márcia por primera vez. Estaba en la iglesia, acompañada de su novio.
Ella: Fui criada en una iglesia tradicional evangélica pero, a los 17 años, cuando entré en la facultad, me alejé completamente de Dios. Conocí a un joven y estuve comprometida con él durante siete años, teníamos muchas propiedades juntos, pero todo estaba a mi nombre. Fuimos perdiendo todo. Mi prometido era una persona muy nerviosa y comenzó a agredirme constantemente, inclusive intentó tirarme de la parte superior del edificio donde vivía. Necesitaba usar maquillaje muy cargado para cubrir las marcas moradas de la agresión. Él era posesivo y celoso. El año de 1988 fue la peor época de mi vida. Yo estaba nerviosa a causa de mi situación económica y sentimental, y desarrollé alergias en la piel. Pero había una señora que siempre me invitaba a la Universal. Fui una vez y no me gustó. Pero, con el pasar del tiempo, estuve más desesperada y volví a la Universal, y comencé a participar de las reuniones. Mi prometido también fue conmigo, pero yo ya había desistido de luchar por nuestra relación y pasé a luchar para que él me dejase en paz. Creció en mí un gran miedo hacia él e incluso creía que un día me mataría.
¿Cómo fue ser víctima de esa violencia?
Ella: En todo proceso de abuso, el abusador lleva a la víctima a creer que no existe vida sin él, existe una dependencia emocional muy grande. La persona pasa por un proceso de desmoralización enorme y se vuelve profundamente dependiente de su abusador. A pesar de todo lo que yo ya había conquistado, no percibía mi capacidad, porque él infundía en mí baja esa baja autoestima y me decía que dependía de él.
¿Cómo se conocieron?
Él: Yo tenía una novia en la iglesia, me convertí en obrero e inmediatamente después, en auxiliar de pastor. Márcia llegó a la iglesia con su novio y comenzó a buscarme para pedirme oraciones. Las orientaciones a ella y a su novio comenzaron a ser más frecuentes, al punto de que su novio tuviese celos de mí. Cuando fui levantado a pastor, ya había terminado con mi novia porque ella no quería aquella vida. Pero en aquella época, nunca me imaginé nada entre nosotros, porque ella tenía novio y su propia vida. Pero ella se fue convirtiendo y ese joven desapareció de su vida. Enseguida empecé a cuidar del grupo joven y ella también y, por eso, pasamos a estar siempre juntos en las reuniones de líderes.
Ella: Allí comenzó a surgir un interés. Estaba soltera, pero tenía la idea de seguir la carrera e irme al exterior para la multinacional en la que trabajaba y él quería seguir como pastor, no teníamos nada que ver. Pero comenzamos a aproximarnos y comencé a interesarme en hacer la Obra de Dios. Ya había firmado un contrato para ir al exterior, entonces decidimos conversar sobre nosotros dos y estaba claro que ninguno de los dos estaba dispuesto a desistir de sus elecciones personales. Entonces, oramos mucho durante 40 días porque no aceptábamos el hecho de querernos y tener caminos separados. Nos pusimos de novios y, rápidamente, él fue transferido a Brasilia. Nos comprometimos y estuvimos separados durante un año y siete meses. Solo nos vimos nuevamente para fijar la fecha de nuestro casamiento.
¿Qué es lo que más les gusta a uno del otro?
Él: Lo que más me gusta de Marcia es el hecho de que somos muy amigos. Nosotros nunca buscamos una vida independiente. A mí no me gusta ni siquiera tomar un café sin su compañía y tengo placer de hacer cosas que a ella le gustan. La pareja se va convirtiendo en uno. A mí me gusta todo en ella.
Ella: A mí me gustan sus ojos, su mirada profunda.
¿Por qué lugares pasaron durante estos 24 años de casados?
Él: Por Sudáfrica, Botswana y Australia. Volvimos a Sudáfrica donde estamos hoy, en total 19 años. En Brasil, estuvimos en São Paulo, en el Distrito Federal, en Paraná y en Pará.
¿Y cómo es hacer la Obra en lugares con cultura y tradiciones tan diferentes a las brasileñas?
Él: En la iglesia estamos acostumbrados a lidiar con problemas, pero en África, antes de lidiar con ellos propiamente, tenemos que lidiar con las tradiciones y las barreras de las costumbres, que es lo que hace sufrir mucho a las personas y al mismo tiempo es lo que gobierna sus vidas. Después de que se convierten, abandonan la tradición. Y es algo muy rico en detalles para describir. Es como si ellas perdiesen su nacionalidad y cultura para abrasar la fe, nos volvemos uno. Viajamos a países diferentes, pero dentro de la iglesia nos volvemos Universal.
Márcia, usted tuvo un pasado de abusos que comenzaron en la infancia, con un amigo de su abuelo. ¿Cómo lidia con esas experiencias hoy?
Ella: Viví ese abuso durante mi infancia y en toda África el abuso es predominante noté eso cuando llegamos. Por eso, durante una conversación con Cris (Cristiane Cardoso) sobre eso, ella me incentivó a crear un e-mail y comencé a escribir “Cartas a Rahab“, con un pseudónimo. Y esa es la niña de mis ojos: trabajar con víctimas de abuso. Son mujeres con problemas de valorización, con complejos de forma general, que quedaron embarazadas muy temprano y no tuvieron un hogar estructurado. Ellas necesitan apoyo y una confidente, cuando pasan por eso no hay nadie que quiera oírlas, la propia familia las rechaza. Hago un trabajo de concientización con esas mujeres prácticamente en todo el continente, hago sociedades con ONGs con ese objetivo también. Aquí somos todas esposas de pastores entrenadas a trabajar y a hablar de la mejor manera en cualquier situación de abuso, sea domestico o sexual.
¿Qué es lo que más les gusta hacer en los momentos libres allí en Sudáfrica?
Él: Los momentos libres son difíciles. Siempre me gustó mucho salir con mi esposa, principalmente a solas, a cenar a afuera en algún lugar especial. Apreciamos mucho la culinaria italiana y francesa.
Ella: Nuestra iglesia no está en un lugar de fácil acceso, para que podamos salir. La Universal está siempre en el barrio más peligroso, a donde nadie quiere ir. Nuestra sede está en el centro, donde hay un elevado consumo de drogas y delincuencia. Cuando podemos descansar, salimos y vamos a un restaurante. Hace dos meses, fuimos a una hacienda de leones. El punto más interesante fue andar entre los leones sueltos. Ya vimos una ballena de cerca, animales salvajes, jirafas y cebras. Nos gustan mucho esos paseos al aire libre y que incluyan naturaleza y una parte de aventura.
Perfil del matrimonio
Plato favorito
Él: ñoquis a la boloñesa
Ella: pastas en general
Un hobby
Él: Fotografía
Ella: lectura
Libro favorito
Él: Cómo ganar amigos e influir sobre las personas de Dale Carnegie
Ella: El amor de Redenção, de Francine Grivers
Película
Él: 24 horas (serie)
Ella: El Refugio Secreto
Añoranza:
Él: pastel de pizza
Ella: dulce de leche y queso minas
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