Conocer la Biblia es muy importante para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Levítico 18
1 Habló el Señor a Moisés, diciendo:
2 Habla a los hijos de Israel, y diles: Yo soy el Señor vuestro Dios.
3 No haréis como hacen en la tierra de Egipto, en la cual morasteis; ni haréis como hacen en la tierra de Canaán, a la cual yo os conduzco, ni andaréis en sus estatutos.
4 Mis ordenanzas pondréis por obra, y mis estatutos guardaréis, andando en ellos. Yo el Señor vuestro Dios.
5 Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos. Yo el Señor.
6 Ningún varón se llegue a parienta próxima alguna, para descubrir su desnudez. Yo el Señor.
7 La desnudez de tu padre, o la desnudez de tu madre, no descubrirás; tu madre es, no descubrirás su desnudez.
8 La desnudez de la mujer de tu padre no descubrirás; es la desnudez de tu padre.
9 La desnudez de tu hermana, hija de tu padre o hija de tu madre, nacida en casa o nacida fuera, su desnudez no descubrirás.
10 La desnudez de la hija de tu hijo, o de la hija de tu hija, su desnudez no descubrirás, porque es la desnudez tuya.
11 La desnudez de la hija de la mujer de tu padre, engendrada de tu padre, tu hermana es; su desnudez no descubrirás.
12 La desnudez de la hermana de tu padre no descubrirás; es parienta de tu padre.
13 La desnudez de la hermana de tu madre no descubrirás, porque parienta de tu madre es.
14 La desnudez del hermano de tu padre no descubrirás; no llegarás a su mujer; es mujer del hermano de tu padre.
15 La desnudez de tu nuera no descubrirás; mujer es de tu hijo, no descubrirás su desnudez.
16 La desnudez de la mujer de tu hermano no descubrirás; es la desnudez de tu hermano.
17 La desnudez de la mujer y de su hija no descubrirás; no tomarás la hija de su hijo, ni la hija de su hija, para descubrir su desnudez; son parientas, es maldad.
18 No tomarás mujer juntamente con su hermana, para hacerla su rival, descubriendo su desnudez delante de ella en su vida.
19 Y no llegarás a la mujer para descubrir su desnudez mientras esté en su impureza menstrual.
20 Además, no tendrás acto carnal con la mujer de tu prójimo, contaminándote con ella.
21 Y no des hijo tuyo para ofrecerlo por fuego a Moloc; no contamines así el nombre de tu Dios. Yo el Señor.
22 No te echarás con varón como con mujer; es abominación.
23 Ni con ningún animal tendrás ayuntamiento amancillándote con él, ni mujer alguna se pondrá delante de animal para ayuntarse con él; es perversión.
24 En ninguna de estas cosas os amancillaréis; pues en todas estas cosas se han corrompido las naciones que yo echo de delante de vosotros,
25 y la tierra fue contaminada; y yo visité su maldad sobre ella, y la tierra vomitó sus moradores.
26 Guardad, pues, vosotros mis estatutos y mis ordenanzas, y no hagáis ninguna de estas abominaciones, ni el natural ni el extranjero que mora entre vosotros
27 (porque todas estas abominaciones hicieron los hombres de aquella tierra que fueron antes de vosotros, y la tierra fue contaminada);
28 no sea que la tierra os vomite por haberla contaminado, como vomitó a la nación que la habitó antes de vosotros.
29 Porque cualquiera que hiciere alguna de todas estas abominaciones, las personas que las hicieren serán cortadas de entre su pueblo.
30 Guardad, pues, mi ordenanza, no haciendo las costumbres abominables que practicaron antes de vosotros, y no os contaminéis en ellas. Yo el Señor vuestro Dios.
Salmos 22
1 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? ¿Por qué estás tan lejos de mi salvación, y de las palabras de mi clamor?
2 Dios mío, clamo de día, y no respondes; y de noche, y no hay para mí reposo.
3 Pero tú eres santo, tú que habitas entre las alabanzas de Israel.
4 En ti esperaron nuestros padres; esperaron, y tú los libraste.
5 Clamaron a ti, y fueron librados; confiaron en ti, y no fueron avergonzados.
6 Mas yo soy gusano, y no hombre; oprobio de los hombres, y despreciado del pueblo.
7 Todos los que me ven me escarnecen; estiran la boca, menean la cabeza, diciendo:
8 Se encomendó al Señor; líbrele él; sálvele, puesto que en él se complacía.
9 Pero tú eres el que me sacó del vientre; el que me hizo estar confiado desde que estaba a los pechos de mi madre.
10 Sobre ti fui echado desde antes de nacer; desde el vientre de mi madre, tú eres mi Dios.
11 No te alejes de mí, porque la angustia está cerca; porque no hay quien ayude.
12 Me han rodeado muchos toros; fuertes toros de Basán me han cercado.
13 Abrieron sobre mí su boca como león rapaz y rugiente.
14 He sido derramado como aguas, y todos mis huesos se descoyuntaron; mi corazón fue como cera, derritiéndose en medio de mis entrañas.
15 Como un tiesto se secó mi vigor, y mi lengua se pegó a mi paladar, y me has puesto en el polvo de la muerte.
16 Porque perros me han rodeado; me ha cercado cuadrilla de malignos; horadaron mis manos y mis pies.
17 Contar puedo todos mis huesos; entre tanto, ellos me miran y me observan.
18 Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.
19 Mas tú, Señor, no te alejes; fortaleza mía, apresúrate a socorrerme.
20 Libra de la espada mi alma, del poder del perro mi vida.
21 Sálvame de la boca del león, y líbrame de los cuernos de los búfalos.
22 Anunciaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré.
23 Los que teméis al Señor, alabadle; glorificadle, descendencia toda de Jacob, y temedle vosotros, descendencia toda de Israel.
24 Porque no menospreció ni abominó la aflicción del afligido, ni de él escondió su rostro; sino que cuando clamó a él, le oyó.
25 De ti será mi alabanza en la gran congregación; mis votos pagaré delante de los que le temen.
26 Comerán los humildes, y serán saciados; alabarán al Señor los que le buscan; vivirá vuestro corazón para siempre.
27 Se acordarán, y se volverán al Señor todos los confines de la tierra, y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti.
28 Porque del Señor es el reino, y él regirá las naciones.
29 Comerán y adorarán todos los poderosos de la tierra; se postrarán delante de él todos los que descienden al polvo, aun el que no puede conservar la vida a su propia alma.
30 La posteridad le servirá; esto será contado del Señor hasta la postrera generación.
31 Vendrán, y anunciarán su justicia; a pueblo no nacido aún, anunciarán que él hizo esto.
Eclesiastés 1
1 Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén.
2 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades, todo es vanidad.
3 ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol?
4 Generación va, y generación viene; mas la tierra siempre permanece.
5 Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta.
6 El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo, y a sus giros vuelve el viento de nuevo.
7 Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo.
8 Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír.
9 ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol.
10 ¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido.
11 No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después.
12 Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén.
13 Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él.
14 Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.
15 Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse.
16 Hablé yo en mi corazón, diciendo: He aquí yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia.
17 Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría, y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí que aun esto era aflicción de espíritu.
18 Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien añade ciencia, añade dolor.
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