Conocer la Biblia es muy importante para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Levítico 21
1 El Señor dijo a Moisés: Habla a los sacerdotes hijos de Aarón, y diles que no se contaminen por un muerto en sus pueblos.
2 Mas por su pariente cercano, por su madre o por su padre, o por su hijo o por su hermano,
3 o por su hermana virgen, a él cercana, la cual no haya tenido marido, por ella se contaminará.
4 No se contaminará como cualquier hombre de su pueblo, haciéndose inmundo.
5 No harán tonsura en su cabeza, ni raerán la punta de su barba, ni en su carne harán rasguños.
6 Santos serán a su Dios, y no profanarán el nombre de su Dios, porque las ofrendas encendidas para el Señor y el pan de su Dios ofrecen; por tanto, serán santos.
7 Con mujer ramera o infame no se casarán, ni con mujer repudiada de su marido; porque el sacerdote es santo a su Dios.
8 Le santificarás, por tanto, pues el pan de tu Dios ofrece; santo será para ti, porque santo soy yo el Señor que os santifico.
9 Y la hija del sacerdote, si comenzare a fornicar, a su padre deshonra; quemada será al fuego.
10 Y el sumo sacerdote entre sus hermanos, sobre cuya cabeza fue derramado el aceite de la unción, y que fue consagrado para llevar las vestiduras, no descubrirá su cabeza, ni rasgará sus vestidos,
11 ni entrará donde haya alguna persona muerta; ni por su padre ni por su madre se contaminará.
12 Ni saldrá del santuario, ni profanará el santuario de su Dios; porque la consagración por el aceite de la unción de su Dios está sobre él. Yo el Señor.
13 Tomará por esposa a una mujer virgen.
14 No tomará viuda, ni repudiada, ni infame ni ramera, sino tomará de su pueblo una virgen por mujer,
15 para que no profane su descendencia en sus pueblos; porque yo el Señor soy el que los santifico.
16 Y el Señor habló a Moisés, diciendo:
17 Habla a Aarón y dile: Ninguno de tus descendientes por sus generaciones, que tenga algún defecto, se acercará para ofrecer el pan de su Dios.
18 Porque ningún varón en el cual haya defecto se acercará; varón ciego, o cojo, o mutilado, o sobrado,
19 o varón que tenga quebradura de pie o rotura de mano,
20 o jorobado, o enano, o que tenga nube en el ojo, o que tenga sarna, o empeine, o testículo magullado.
21 Ningún varón de la descendencia del sacerdote Aarón, en el cual haya defecto, se acercará para ofrecer las ofrendas encendidas para el Señor. Hay defecto en él; no se acercará a ofrecer el pan de su Dios.
22 Del pan de su Dios, de lo muy santo y de las cosas santificadas, podrá comer.
23 Pero no se acercará tras el velo, ni se acercará al altar, por cuanto hay defecto en él; para que no profane mi santuario, porque yo el Señor soy el que los santifico.
24 Y Moisés habló esto a Aarón, y a sus hijos, y a todos los hijos de Israel.
Salmos 26
1 Júzgame, oh Señor, porque yo en mi integridad he andado; he confiado asimismo en el Señor sin titubear.
2 Escudríñame, oh Señor, y pruébame; examina mis íntimos pensamientos y mi corazón.
3 Porque tu misericordia está delante de mis ojos, y ando en tu verdad.
4 No me he sentado con hombres hipócritas, ni entré con los que andan simuladamente.
5 Aborrecí la reunión de los malignos, y con los impíos nunca me senté.
6 Lavaré en inocencia mis manos, y así andaré alrededor de tu altar, oh Señor,
7 Para exclamar con voz de acción de gracias, y para contar todas tus maravillas.
8 Señor, la habitación de tu casa he amado, y el lugar de la morada de tu gloria.
9 No arrebates con los pecadores mi alma, ni mi vida con hombres sanguinarios,
10 En cuyas manos está el mal, y su diestra está llena de sobornos.
11 Mas yo andaré en mi integridad; redímeme, y ten misericordia de mí.
12 Mi pie ha estado en rectitud; en las congregaciones bendeciré al Señor.
Salmos 27
1 El Señor es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?
2 Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron.
3 Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado.
4 Una cosa he demandado al Señor, ésta buscaré; que esté yo en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor, y para inquirir en su templo.
5 Porque él me esconderá en su tabernáculo en el día del mal; me ocultará en lo reservado de su morada; sobre una roca me pondrá en alto.
6 Luego levantará mi cabeza sobre mis enemigos que me rodean, y yo sacrificaré en su tabernáculo sacrificios de júbilo; cantaré y entonaré alabanzas al Señor.
7 Oye, oh Señor, mi voz con que a ti clamo; ten misericordia de mí, y respóndeme.
8 Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Señor;
9 No escondas tu rostro de mí. No apartes con ira a tu siervo; mi ayuda has sido. No me dejes ni me desampares, Dios de mi salvación.
10 Aunque mi padre y mi madre me dejaran, con todo, el Señor me recogerá.
11 Enséñame, oh Señor, tu camino, y guíame por senda de rectitud a causa de mis enemigos.
12 No me entregues a la voluntad de mis enemigos; porque se han levantado contra mí testigos falsos, y los que respiran crueldad.
13 Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes.
14 Aguarda al Señor; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera al Señor.
Eclesiastés 4
1 Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol; y he aquí las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador.
2 Y alabé yo a los finados, los que ya murieron, más que a los vivientes, los que viven todavía.
3 Y tuve por más feliz que unos y otros al que no ha sido aún, que no ha visto las malas obras que debajo del sol se hacen.
4 He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es vanidad y aflicción de espíritu.
5 El necio cruza sus manos y come su misma carne.
6 Más vale un puño lleno con descanso, que ambos puños llenos con trabajo y aflicción de espíritu.
7 Yo me volví otra vez, y vi vanidad debajo del sol.
8 Está un hombre solo y sin sucesor, que no tiene hijo ni hermano; pero nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo.
9 Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo.
10 Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero !!ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante.
11 También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo?
12 Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.
13 Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos;
14 porque de la cárcel salió para reinar, aunque en su reino nació pobre.
15 Vi a todos los que viven debajo del sol caminando con el muchacho sucesor, que estará en lugar de aquél.
16 No tenía fin la muchedumbre del pueblo que le seguía; sin embargo, los que vengan después tampoco estarán contentos de él. Y esto es también vanidad y aflicción de espíritu.
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