Conocer la Biblia es muy importante para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Números 34
1 Entonces habló el Señor a Moisés, diciendo:
2 Manda a los hijos de Israel y diles: “Cuando entréis en la tierra de Canaán, esta es la tierra que os tocará como herencia, la tierra de Canaán según sus fronteras.
3 “Vuestro límite sur será desde el desierto de Zin, por la frontera de Edom, y vuestra frontera sur será desde el extremo del mar Salado hacia el oriente.
4 “Luego, vuestra frontera cambiará de dirección, del sur a la subida de Acrabim y continuará a Zin, y su término será al sur de Cades-barnea; y llegará a Hasaradar y continuará hasta Asmón.
5 “Y la frontera cambiará de dirección de Asmón al torrente de Egipto, y su término será el mar.
6 “En cuanto a la frontera occidental, tendréis el mar Grande, esto es, su costa; esta será vuestra frontera occidental.
7 “Y esta será vuestra frontera norte: trazaréis la línea fronteriza desde el mar Grande hasta el monte Hor.
8 “Trazaréis una línea desde el monte Hor hasta Lebo-hamat, y el término de la frontera será Zedad;
9 y la frontera seguirá hacia Zifrón, y su término será Hazar-enán. Esta será vuestra frontera norte.
10 “Para vuestra frontera oriental, trazaréis también una línea desde Hazar-enán hasta Sefam,
11 y la frontera descenderá de Sefam a Ribla, sobre el lado oriental de Aín; y la frontera descenderá y alcanzará la ribera sobre el lado oriental del mar de Cineret.
12 “Y la frontera descenderá al Jordán, y su término será el mar Salado. Esta será vuestra tierra, según sus fronteras alrededor.”
13 Entonces Moisés dio órdenes a los hijos de Israel, diciendo: Esta es la tierra que repartiréis por sorteo entre vosotros como posesión, la cual el Señor ha ordenado dar a las nueve tribus y a la media tribu.
14 Pues la tribu de los hijos de Rubén ha recibido lo suyo según sus casas paternas, y la tribu de los hijos de Gad según sus casas paternas y la media tribu de Manasés han recibido su posesión.
15 Las dos tribus y la media tribu han recibido su posesión al otro lado del Jordán, frente a Jericó, al oriente, hacia la salida del sol.
16 Entonces habló el Señor a Moisés, diciendo:
17 Estos son los nombres de los hombres que os repartirán la tierra por heredad: el sacerdote Eleazar y Josué, hijo de Nun.
18 De cada tribu tomarás un jefe para repartir la tierra por heredad. 19 Y estos son los nombres de los hombres: de la tribu de Judá, Caleb, hijo de Jefone.
20 De la tribu de los hijos de Simeón, Semuel, hijo de Amiud.
21 De la tribu de Benjamín, Elidad, hijo de Quislón.
22 De la tribu de los hijos de Dan, un jefe: Buqui, hijo de Jogli.
23 De los hijos de José: de la tribu de los hijos de Manasés, un jefe: Haniel, hijo de Efod.
24 De la tribu de los hijos de Efraín, un jefe: Kemuel, hijo de Siftán.
25 De la tribu de los hijos de Zabulón, un jefe: Elizafán, hijo de Parnac.
26 De la tribu de los hijos de Isacar, un jefe: Paltiel, hijo de Azán.
27 De la tribu de los hijos de Aser, un jefe: Ahiud, hijo de Selomi.
28 Y de la tribu de los hijos de Neftalí, un jefe: Pedael, hijo de Amiud.
29 Estos son los que el Señor mandó que repartieran la heredad a los hijos de Israel en la tierra de Canaán.
Salmos 78
1 Escucha, pueblo mío, mi enseñanza; inclinad vuestro oído a las palabras de mi boca.
2 En parábolas abriré mi boca; hablaré enigmas de la antigüedad,
3 que hemos oído y conocido, y que nuestros padres nos han contado.
4 No lo ocultaremos a sus hijos, sino que contaremos a la generación venidera las alabanzas del Señor, su poder y las maravillas que hizo.
5 Porque El estableció un testimonio en Jacob, y puso una ley en Israel, la cual ordenó a nuestros padres que enseñaran a sus hijos;
6 para que la generación venidera lo supiera, aun los hijos que habían de nacer; y éstos se levantaran y lo contaran a sus hijos,
7 para que ellos pusieran su confianza en Dios, y no se olvidaran de las obras de Dios, sino que guardaran sus mandamientos;
8 y no fueran como sus padres, una generación porfiada y rebelde, generación que no preparó su corazón, y cuyo espíritu no fue fiel a Dios.
9 Los hijos de Efraín eran arqueros bien equipados, pero volvieron las espaldas el día de la batalla.
10 No guardaron el pacto de Dios, y rehusaron andar en su ley;
11 olvidaron sus obras, y los milagros que les había mostrado.
12 El hizo maravillas en presencia de sus padres, en la tierra de Egipto, en el campo de Zoán.
13 Dividió el mar y los hizo pasar, y contuvo las aguas como en un montón.
14 Después los guió de día con la nube, y toda la noche con un resplandor de fuego.
15 Partió las rocas en el desierto, y les dio agua tan abundante como las profundidades del océano;
16 hizo salir corrientes de la peña, e hizo descender aguas como ríos.
17 Pero aún siguieron pecando contra El, rebelándose contra el Altísimo en el desierto.
18 Y en sus corazones tentaron a Dios, pidiendo comida a su gusto.
19 Hablaron contra Dios, y dijeron: ¿Podrá Dios preparar mesa en el desierto?
20 He aquí, hirió la roca y brotaron aguas, y torrentes se desbordaron; ¿podrá también dar pan?, ¿proveerá carne para su pueblo?
21 Por tanto, al oírlo, el Señor se indignó; un fuego se encendió contra Jacob, y aumentó también la ira contra Israel,
22 porque no creyeron en Dios, ni confiaron en su salvación.
23 Sin embargo, dio órdenes a las nubes arriba, y abrió las puertas de los cielos;
24 hizo llover sobre ellos maná para comer, y les dio comida del cielo.
25 Pan de ángeles comió el hombre; Dios les mandó comida hasta saciarlos.
26 Hizo soplar en el cielo el viento solano, y con su poder dirigió el viento del sur,
27 El hizo llover sobre ellos carne como polvo, aladas aves como la arena de los mares,
28 y las hizo caer en medio del campamento, alrededor de sus viviendas.
29 Comieron y quedaron bien saciados, y les concedió su deseo.
30 Antes de que hubieran satisfecho su deseo, mientras la comida aún estaba en su boca,
31 la ira de Dios se alzó contra ellos y mató a algunos de los más robustos, y subyugó a los escogidos de Israel.
32 A pesar de todo esto, todavía pecaron y no creyeron en sus maravillas.
33 El, pues, hizo terminar sus días en vanidad, y sus años en terror súbito.
34 Cuando los hería de muerte, entonces le buscaban, y se volvían y buscaban con diligencia a Dios;
35 se acordaban de que Dios era su roca, y el Dios Altísimo su Redentor.
36 Mas con su boca le engañaban, y con su lengua le mentían.
37 Pues su corazón no era leal para con El, ni eran fieles a su pacto.
38 Mas El, siendo compasivo, perdonaba sus iniquidades y no los destruía; muchas veces contuvo su ira, y no despertó todo su furor.
39 Se acordaba de que ellos eran carne, un soplo que pasa y no vuelve.
40 ¡Cuántas veces se rebelaron contra El en el desierto, y le entristecieron en las soledades!
41 Tentaron a Dios una y otra vez, y afligieron al Santo de Israel.
42 No se acordaron de su poder, del día en que los redimió del adversario,
43 cuando hizo sus señales en Egipto, y sus prodigios en el campo de Zoán.
44 Convirtió en sangre sus ríos y sus corrientes, y no pudieron beber.
45 Envió entre ellos enjambres de moscas que los devoraban, y ranas que los destruían.
46 Entregó también sus cosechas al saltamontes, y el fruto de su trabajo a la langosta.
47 Con granizo destruyó sus vides, y sus sicómoros con escarcha.
48 Entregó también al granizo sus ganados, y sus rebaños a los rayos.
49 Envió sobre ellos el ardor de su ira, furia, indignación y angustia, un ejército de ángeles destructores.
50 Preparó senda para su ira; no eximió sus almas de la muerte, sino que entregó sus vidas a la plaga,
51 e hirió a todos los primogénitos en Egipto, las primicias de su virilidad en las tiendas de Cam.
52 Mas a su pueblo lo sacó como a ovejas, como a rebaño los condujo en el desierto;
53 los guió con seguridad, de modo que no temieron, pero el mar se tragó a sus enemigos.
54 Los trajo, pues, a su tierra santa, a esta tierra montañosa que su diestra había adquirido.
55 Y expulsó a las naciones de delante de ellos; las repartió con medida por herencia, e hizo habitar en sus tiendas a las tribus de Israel.
56 Empero ellos tentaron y provocaron al Dios Altísimo, y no guardaron sus testimonios,
57 sino que se volvieron atrás y fueron desleales como sus padres; se desviaron como arco engañoso.
58 Pues le provocaron con sus lugares altos, y despertaron sus celos con sus imágenes talladas.
59 Al oírlo Dios, se indignó, y aborreció a Israel en gran manera.
60 Abandonó la morada en Silo, la tienda que había levantado entre los hombres,
61 y entregó al cautiverio su poderío, y su gloria en manos del adversario.
62 Entregó también su pueblo a la espada, y se indignó contra su heredad.
63 El fuego consumió a sus jóvenes, y no tuvieron canciones de bodas sus doncellas.
64 Sus sacerdotes cayeron a espada, y sus viudas no pudieron llorar.
65 Entonces despertó el Señor como de un sueño, como guerrero vencido por el vino,
66 e hizo retroceder a sus adversarios, poniendo sobre ellos una afrenta perpetua.
67 Desechó también la tienda de José, y no escogió a la tribu de Efraín,
68 sino que escogió a la tribu de Judá, al monte Sion que El amaba.
69 Y edificó su santuario como las alturas, como la tierra que ha fundado para siempre.
70 Escogió también a David su siervo, lo tomó de entre los apriscos de las ovejas;
71 lo trajo de cuidar las ovejas con sus corderitos, para pastorear a Jacob, su pueblo, y a Israel, su heredad.
72 Y él los pastoreó según la integridad de su corazón, y los guió con la destreza de sus manos.
Isaías 26
1 En aquel día se cantará este cántico en la tierra de Judá: Ciudad fuerte tenemos; para protección El pone murallas y baluartes.
2 Abrid las puertas para que pueda entrar la nación justa, la que permanece fiel.
3 Al de firme propósito guardarás en perfecta paz, porque en ti confía.
4 Confiad en el Señor para siempre, porque en Dios el Señor, tenemos una Roca eterna.
5 Porque El ha abatido a los que moran en lo alto, a la ciudad inexpugnable; la humilla, la humilla hasta la tierra, la derriba hasta el polvo.
6 La hollará el pie: los pies de los afligidos, las pisadas de los desvalidos.
7 La senda del justo es rectitud; tú, que eres recto, allana el sendero del justo.
8 Ciertamente, siguiendo la senda de tus juicios, oh Señor, te hemos esperado; tu nombre y tu memoria son el anhelo del alma.
9 En la noche te desea mi alma, en verdad mi espíritu dentro de mí te busca con diligencia; porque cuando la tierra tiene conocimiento de tus juicios, aprenden justicia los habitantes del mundo.
10 Aunque se le muestre piedad al impío, no aprende justicia; obra injustamente en tierra de rectitud, y no ve la majestad del Señor.
11 Oh Señor, alzada está tu mano, mas ellos no la ven. Que vean tu celo por el pueblo y se avergüencen; ciertamente el fuego devorará a tus enemigos.
12 Señor, tú establecerás paz para nosotros, ya que también todas nuestras obras tú las hiciste por nosotros.
13 Oh Señor, Dios nuestro, otros señores fuera de ti nos han gobernado; pero en ti solo confesamos tu nombre.
14 Los muertos no vivirán, los espíritus no se levantarán, pues los castigaste y destruiste, y has borrado todo recuerdo de ellos.
15 Has aumentado la nación, oh Señor, has aumentado la nación, te has glorificado, has ensanchado todos los límites de la tierra.
16 Oh Señor, en la angustia te buscaron; apenas susurraban una oración, cuando tu castigo estaba sobre ellos.
17 Como la mujer encinta, al acercarse el momento de dar a luz, se retuerce y grita en sus dolores de parto, así éramos nosotros delante de ti, oh Señor.
18 Estábamos encinta, nos retorcíamos en los dolores, dimos a luz, al parecer, sólo viento. No logramos liberación para la tierra, ni nacieron habitantes del mundo.
19 Tus muertos vivirán, sus cadáveres se levantarán. ¡Moradores del polvo, despertad y dad gritos de júbilo!, porque tu rocío es como el rocío del alba, y la tierra dará a luz a los espíritus.
20 Ven, pueblo mío, entra en tus aposentos y cierra tras ti tus puertas; escóndete por corto tiempo hasta que pase la indignación.
21 Porque he aquí, el Señor va a salir de su lugar para castigar la iniquidad de los habitantes de la tierra, y la tierra pondrá de manifiesto su sangre derramada y no ocultará más a sus asesinados.
Acompañe la lectura del 144° día ingresando aquí.
[related-content]