Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Deuteronomio 30
1 Y sucederá que cuando todas estas cosas hayan venido sobre ti, la bendición y la maldición que he puesto delante de ti, y tú las recuerdes en todas las naciones adonde el Señor tu Dios te haya desterrado,
2 y vuelvas al Señor tu Dios, tú y tus hijos, y le obedezcas con todo tu corazón y con toda tu alma conforme a todo lo que yo te ordeno hoy,
3 entonces el Señor tu Dios te hará volver de tu cautividad, y tendrá compasión de ti y te recogerá de nuevo de entre todos los pueblos adonde el Señor tu Dios te haya dispersado.
4 Si tus desterrados están en los confines de la tierra, de allí el Señor tu Dios te recogerá y de allí te hará volver.
5 Y el Señor tu Dios te llevará a la tierra que tus padres poseyeron, y tú la poseerás; y El te prosperará y te multiplicará más que a tus padres.
6 Además, el Señor tu Dios circuncidará tu corazón y el corazón de tus descendientes, para que ames al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas.
7 El Señor tu Dios pondrá todas estas maldiciones sobre los enemigos y sobre los aborrecedores que te persiguieron.
8 Y tú volverás a escuchar la voz del Señor, y guardarás todos sus mandamientos que yo te ordeno hoy.
9 Entonces el Señor tu Dios te hará prosperar abundantemente en toda la obra de tu mano, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu ganado y en el producto de tu tierra, pues el Señor de nuevo se deleitará en ti para bien, tal como se deleitó en tus padres,
10 si obedeces a la voz del Señor tu Dios, guardando sus mandamientos y sus estatutos que están escritos en este libro de la ley, y si te vuelves al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma.
11 Este mandamiento que yo te ordeno hoy no es muy difícil para ti, ni está fuera de tu alcance.
12 No está en el cielo, para que digas: “¿Quién subirá por nosotros al cielo para traérnoslo y hacérnoslo oír a fin de que lo guardemos?”
13 Ni está más allá del mar, para que digas: “¿Quién cruzará el mar por nosotros para traérnoslo y para hacérnoslo oír, a fin de que lo guardemos?”
14 Pues la palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la guardes.
15 Mira, yo he puesto hoy delante de ti la vida y el bien, la muerte y el mal;
16 pues te ordeno hoy amar al Señor tu Dios, andar en sus caminos y guardar sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y te multipliques, a fin de que el Señor tu Dios te bendiga en la tierra que vas a entrar para poseerla.
17 Pero si tu corazón se desvía y no escuchas, sino que te dejas arrastrar y te postras ante otros dioses y los sirves,
18 yo os declaro hoy que ciertamente pereceréis. No prolongaréis vuestros días en la tierra adonde tú vas, cruzando el Jordán para entrar en ella y poseerla.
19 Al cielo y a la tierra pongo hoy como testigos contra vosotros de que he puesto ante ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas, tú y tu descendencia,
20 amando al Señor tu Dios, escuchando su voz y allegándote a El; porque eso es tu vida y la largura de tus días, para que habites en la tierra que el Señor juró dar a tus padres Abraham, Isaac y Jacob.
Salmos 119:73-96
Yod.
73 Tus manos me hicieron y me formaron; dame entendimiento para que aprenda tus mandamientos.
74 Que los que te temen, me vean y se alegren, porque espero en tu palabra.
75 Yo sé, Señor, que tus juicios son justos, y que en tu fidelidad me has afligido.
76 Sea ahora tu misericordia para consuelo mío, conforme a tu promesa dada a tu siervo.
77 Venga a mí tu compasión, para que viva, porque tu ley es mi deleite.
78 Sean avergonzados los soberbios, porque me agravian con mentira; pero yo en tus preceptos meditaré.
79 Vuélvanse a mí los que te temen y conocen tus testimonios.
80 Sea íntegro mi corazón en tus estatutos, para que no sea yo avergonzado.
Caf.
81 Mi alma desfallece por tu salvación; en tu palabra espero.
82 Mis ojos desfallecen esperando tu palabra, mientras digo: ¿Cuándo me consolarás?
83 Aunque he llegado a ser como odre al humo, no me olvido de tus estatutos.
84 ¿Cuántos son los días de tu siervo? ¿Cuándo harás juicio contra mis perseguidores?
85 Fosas me han cavado los soberbios, los que no están de acuerdo con tu ley.
86 Todos tus mandamientos son fieles; con mentira me han perseguido; ¡ayúdame!
87 Casi me destruyen en la tierra, mas yo no abandoné tus preceptos.
88 Vivifícame conforme a tu misericordia, para que guarde el testimonio de tu boca.
Lámed.
89 Para siempre, oh Señor, tu palabra está firme en los cielos.
90 Tu fidelidad permanece por todas las generaciones; tú estableciste la tierra, y ella permanece.
91 Por tus ordenanzas permanecen hasta hoy, pues todas las cosas te sirven.
92 Si tu ley no hubiera sido mi deleite, entonces habría perecido en mi aflicción.
93 Jamás me olvidaré de tus preceptos, porque por ellos me has vivificado.
94 Tuyo soy, Señor, sálvame, pues tus preceptos he buscado.
95 Los impíos me esperan para destruirme; tus testimonios consideraré.
96 He visto un límite a toda perfección; tu mandamiento es sumamente amplio.
Isaías 57
1 El justo perece, y no hay quien se preocupe; los hombres piadosos son arrebatados, sin que nadie comprenda que ante el mal es arrebatado el justo,
2 y entra en la paz. Descansan en sus lechos, los que andan en su camino recto.
3 Mas vosotros venid acá, hijos de hechicera, descendientes de adúltero y ramera.
4 ¿De quién os burláis? ¿Contra quién abrís la boca y sacáis la lengua? ¿No sois vosotros hijos de rebeldía, descendientes de la mentira;
5 que ardéis con pasión entre los robles, bajo todo árbol frondoso; que sacrificáis los hijos en las quebradas, debajo de las hendiduras de las peñas?
6 Entre las piedras lisas de la quebrada está tu parte; ellas, ellas son tu suerte; también para ellas has derramado libación, has ofrecido ofrenda de cereal. ¿He de aplacarme con estas cosas?
7 Sobre un monte alto y encumbrado has puesto tu cama; allí también subiste a ofrecer sacrificio.
8 Y detrás de la puerta y del umbral has puesto tu señal. En verdad, bien lejos de mí te has descubierto, y has subido y ensanchado tu cama; de ellos has logrado pacto a tu favor, has amado su cama, has contemplado su virilidad.
9 Has ido al rey con ungüento, y has multiplicado tus perfumes; has enviado tus emisarios a gran distancia, y los has hecho descender al Seol.
10 Te cansaste por lo largo de tu camino, pero no dijiste: “No hay esperanza.” Hallaste nuevas fuerzas, por eso no desfalleciste.
11 ¿Y de quién te asustaste y tuviste miedo, cuando mentiste y no te acordaste de mí, ni pensaste en ello? ¿No es acaso porque he guardado silencio por mucho tiempo que no me temes?
12 Yo declararé tu justicia y tus hechos, pero de nada te aprovecharán.
13 Cuando clames, que tus ídolos te libren; pero a todos se los llevará el viento, un soplo los arrebatará. Pero el que en mí se refugie, heredará la tierra, y poseerá mi santo monte.
14 Y se dirá: Construid, construid, preparad el camino, quitad los obstáculos del camino de mi pueblo.
15 Porque así dice el Alto y Sublime que vive para siempre, cuyo nombre es Santo: Habito en lo alto y santo, y también con el contrito y humilde de espíritu, para vivificar el espíritu de los humildes y para vivificar el corazón de los contritos.
16 Porque no contenderé para siempre, ni estaré siempre enojado, pues el espíritu desfallecería ante mí, y el aliento de los que yo he creado.
17 A causa de la iniquidad de su codicia, me enojé y lo herí; escondí mi rostro y me indigné, y él siguió desviándose por el camino de su corazón.
18 He visto sus caminos, pero lo sanaré; lo guiaré y le daré consuelo a él y a los que con él lloran,
19 poniendo alabanza en los labios. Paz, paz al que está lejos y al que está cerca —dice el Señor— y yo lo sanaré.
20 Pero los impíos son como el mar agitado, que no puede estar quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo.
21 No hay paz —dice mi Dios— para los impíos.
Acompañe la lectura del 175° día ingresando aquí.
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