Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Josué 12
1 Estos, pues, son los reyes de la tierra a quienes los hijos de Israel derrotaron, y cuya tierra poseyeron al otro lado del Jordán, hacia el oriente, desde el valle del Arnón hasta el monte Hermón, y todo el Arabá hacia el oriente:
2 Sehón, rey de los amorreos, que habitaba en Hesbón y gobernaba desde Aroer, que está al borde del valle del Arnón, el medio del valle y la mitad de Galaad, y hasta el arroyo de Jaboc, frontera de los hijos de Amón;
3 y el Arabá hasta el mar de Cineret hacia el oriente, y hasta el mar de Arabá, el mar Salado, al oriente hacia Bet-jesimot, y al sur, al pie de las laderas del Pisga;
4 y el territorio de Og, rey de Basán, uno de los que quedaba de los refaítas, que habitaba en Astarot y en Edrei,
5 y gobernaba en el monte Hermón, en Salca y en todo Basán, hasta las fronteras del gesureo y del maacateo, y la mitad de Galaad, hasta la frontera de Sehón, rey de Hesbón.
6 A éstos Moisés, siervo del Señor, y los hijos de Israel los derrotaron; y Moisés, siervo del Señor, dio su tierra en posesión a los rubenitas, a los gaditas y a la media tribu de Manasés.
7 Estos, pues, son los reyes de la tierra que Josué y los hijos de Israel derrotaron al otro lado del Jordán, hacia el occidente, desde Baal-gad en el valle del Líbano hasta el monte Halac que se levanta hacia Seir; y Josué dio la tierra en posesión a las tribus de Israel según sus divisiones,
8 en la región montañosa, en las tierras bajas, en el Arabá, en las laderas, en el desierto y en el Neguev; de los hititas, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos:
9 el rey de Jericó, uno; el rey de Hai, que está al lado de Betel, uno;
10 el rey de Jerusalén, uno; el rey de Hebrón, uno;
11 el rey de Jarmut, uno; el rey de Laquis, uno;
12 el rey de Eglón, uno; el rey de Gezer, uno;
13 el rey de Debir, uno; el rey de Geder, uno;
14 el rey de Horma, uno; el rey de Arad, uno;
15 el rey de Libna, uno; el rey de Adulam, uno;
16 el rey de Maceda, uno; el rey de Betel, uno;
17 el rey de Tapúa, uno; el rey de Hefer, uno;
18 el rey de Afec, uno; el rey de Sarón, uno;
19 el rey de Madón, uno; el rey de Hazor, uno;
20 el rey de Simron-merón, uno; el rey de Acsaf, uno;
21 el rey de Taanac, uno; el rey de Meguido, uno;
22 el rey de Cedes, uno; el rey de Jocneam del Carmelo, uno;
23 el rey de Dor, en las alturas de Dor, uno; el rey de Goyim en Gilgal, uno;
24 el rey de Tirsa, uno. Treinta y un reyes en total.
Josué 13
1 Era Josué ya viejo y entrado en años cuando el Señor le dijo: Tú eres viejo y entrado en años, y todavía queda mucha tierra por conquistar.
2 Esta es la tierra que queda: todos los distritos de los filisteos y todos los de los gesureos;
3 desde el Sihor, que está al oriente de Egipto, hasta la frontera de Ecrón al norte (que se considera de los cananeos); los cinco príncipes de los filisteos: el gazeo, el asdodeo, el ascaloneo, el geteo, y el ecroneo; también los aveos,
4 hacia el sur, toda la tierra de los cananeos, y Mehara que pertenece a los sidonios, hasta Afec, hasta la frontera de los amorreos;
5 y la tierra de los giblitas, y todo el Líbano hacia el oriente, desde Baal-gad al pie del monte Hermón, hasta Lebo-hamat.
6 A todos los habitantes de la región montañosa desde el Líbano hasta Misrefot-maim, a todos los sidonios, los expulsaré de delante de los hijos de Israel; solamente reparte la tierra por suerte a Israel como heredad tal como te he mandado.
7 Ahora pues, reparte esta tierra como heredad a las nueve tribus, y a la media tribu de Manasés.
8 Los rubenitas y los gaditas con la otra media tribu habían recibido ya su heredad, la cual Moisés les había dado al otro lado del Jordán, hacia el oriente, tal como se la había dado Moisés, siervo del Señor:
9 desde Aroer, que está a la orilla del valle del Arnón, con la ciudad que está en medio del valle, y toda la llanura de Medeba, hasta Dibón;
10 todas las ciudades de Sehón, rey de los amorreos, que reinaba en Hesbón, hasta la frontera de los hijos de Amón;
11 también Galaad y el territorio de los gesureos y los maacateos, y todo el monte Hermón, y todo Basán hasta Salca;
12 todo el reino de Og en Basán, el cual reinaba en Astarot y en Edrei (sólo él quedaba del remanente de los refaítas); porque Moisés los hirió y los desposeyó.
13 Pero los hijos de Israel no desposeyeron a los gesureos ni a los maacateos; pues Gesur y Maaca habitan en medio de Israel hasta hoy.
14 Sólo a la tribu de Leví no dio heredad; las ofrendas encendidas al Señor, Dios de Israel, son su heredad, como El le había dicho.
15 Dio, pues, Moisés una heredad a la tribu de los hijos de Rubén conforme a sus familias.
16 Y el territorio de ellos fue desde Aroer, que está a la orilla del valle del Arnón, con la ciudad que está en medio del valle, y toda la llanura hasta Medeba;
17 Hesbón y todas sus ciudades que están en la llanura: Dibón, Bamot-baal, Bet-baal-meón,
18 Jahaza, Cademot, Mefaat,
19 Quiriataim, Sibma, Zaret-sahar en el monte del valle,
20 Bet-peor, las laderas de Pisga, Bet-jesimot,
21 todas las ciudades de la llanura, y todo el reino de Sehón, rey de los amorreos, que reinaba en Hesbón, al cual Moisés hirió con los jefes de Madián, Evi, Requem, Zur, Hur y Reba, príncipes de Sehón que habitaban en aquella tierra.
22 Entre los que mataron los hijos de Israel, también dieron muerte a espada al adivino Balaam, hijo de Beor.
23 Y el límite de los hijos de Rubén fue el Jordán. Esta fue la heredad de los hijos de Rubén según sus familias: las ciudades y sus aldeas.
24 Moisés dio también una heredad a la tribu de Gad, a los hijos de Gad, conforme a sus familias.
25 Y su territorio fue Jazer, todas las ciudades de Galaad y la mitad de la tierra de los hijos de Amón hasta Aroer, que está frente a Rabá;
26 desde Hesbón hasta Ramat-mizpa y Betonim, y desde Mahanaim hasta la frontera de Debir;
27 y en el valle, Bet-aram, Bet-nimra, Sucot y Zafón, el resto del reino de Sehón, rey de Hesbón, con el Jordán como límite, hasta el extremo del mar de Cineret al otro lado del Jordán, al oriente.
28 Esta es la heredad de los hijos de Gad según sus familias, las ciudades y sus aldeas.
29 Moisés dio también una heredad a la media tribu de Manasés; y fue para la media tribu de los hijos de Manasés, conforme a sus familias.
30 Y su territorio fue desde Mahanaim, todo Basán, todo el reino de Og, rey de Basán, y todos los pueblos de Jair que están en Basán, sesenta ciudades;
31 también la mitad de Galaad con Astarot y Edrei, ciudades del reino de Og en Basán, fueron para los hijos de Maquir, hijo de Manasés, para la mitad de los hijos de Maquir conforme a sus familias.
32 Estos son los territorios que Moisés repartió por heredad en las llanuras de Moab, al otro lado del Jordán, al oriente de Jericó.
33 Pero a la tribu de Leví, Moisés no le dio heredad; el Señor, Dios de Israel, es su heredad, como El les había prometido.
Salmos 145
1 Te exaltaré mi Dios, oh Rey, y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre.
2 Todos los días te bendeciré, y alabaré tu nombre eternamente y para siempre.
3 Grande es el Señor, y digno de ser alabado en gran manera; y su grandeza es inescrutable.
4 Una generación alabará tus obras a otra generación, y anunciará tus hechos poderosos.
5 En el glorioso esplendor de tu majestad, y en tus maravillosas obras meditaré.
6 Los hombres hablarán del poder de tus hechos portentosos, y yo contaré tu grandeza.
7 Ellos proclamarán con entusiasmo la memoria de tu mucha bondad, y cantarán con gozo de tu justicia.
8 Clemente y compasivo es el Señor, lento para la ira y grande en misericordia.
9 El Señor es bueno para con todos, y su compasión, sobre todas sus obras.
10 Señor, tus obras todas te darán gracias, y tus santos te bendecirán.
11 La gloria de tu reino dirán, y hablarán de tu poder,
12 para dar a conocer a los hijos de los hombres tus hechos poderosos, y la gloria de la majestad de tu reino.
13 Tu reino es reino por todos los siglos, y tu dominio permanece por todas las generaciones.
14 El Señor sostiene a todos los que caen, y levanta a todos los oprimidos.
15 A ti miran los ojos de todos, y a su tiempo tú les das su alimento.
16 Abres tu mano, y sacias el deseo de todo ser viviente.
17 Justo es el Señor en todos sus caminos, y bondadoso en todos sus hechos.
18 El Señor está cerca de todos los que le invocan, de todos los que le invocan en verdad.
19 Cumplirá el deseo de los que le temen, también escuchará su clamor y los salvará.
20 El Señor guarda a todos los que le aman, pero a todos los impíos destruirá.
21 Mi boca proclamará la alabanza del Señor; y toda carne bendecirá su santo nombre eternamente y para siempre.
Jeremías 6
1 Huid, hijos de Benjamín, de en medio de Jerusalén; tocad trompeta en Tecoa, y alzad señal sobre Bet-haquerem, porque desde el norte se asoma el mal y una gran destrucción.
2 A la hermosa y delicada hija de Sion destruiré.
3 A ella vendrán pastores con sus rebaños, levantarán sus tiendas a su alrededor, y cada uno apacentará en su lugar.
4 Preparad guerra contra ella; levantaos y ataquemos al mediodía. ¡Ay de nosotros, porque el día declina, porque se extienden las sombras del anochecer!
5 Levantaos, ataquemos de noche y destruyamos sus palacios.
6 Porque así dice el Señor de los ejércitos: Cortad sus árboles, y poned sitio contra Jerusalén. Esta es la ciudad que ha de ser castigada, todo dentro de ella es opresión.
7 Como un pozo mantiene frescas sus aguas, así ella mantiene fresca su maldad. En ella se oyen violencia y destrucción; ante mí hay de continuo enfermedades y heridas.
8 Sé precavida, oh Jerusalén, no sea que mi alma se aleje de ti; no sea que yo te convierta en desolación, en tierra despoblada.
9 Así dice el Señor de los ejércitos: Buscarán, rebuscarán como en una vid el remanente de Israel; vuelve a pasar tu mano como el vendimiador por los sarmientos.
10 ¿A quiénes hablaré y advertiré, para que oigan? He aquí, sus oídos están cerrados, y no pueden escuchar. He aquí, la palabra del Señor les es oprobio; no se deleitan en ella.
11 Pero yo estoy lleno del furor del Señor, estoy cansado de retenerlo. Derrámalo sobre los niños en la calle, y sobre la reunión de los jóvenes; porque serán apresados tanto el marido como la mujer, el viejo y el muy anciano.
12 Y sus casas serán entregadas a otros, juntamente con sus campos y sus mujeres; porque extenderé mi mano contra los habitantes de esta tierra —declara el Señor.
13 Porque desde el menor hasta el mayor, todos ellos codician ganancias, y desde el profeta hasta el sacerdote, todos practican el engaño.
14 Y curan a la ligera el quebranto de mi pueblo, diciendo: “Paz, paz”, pero no hay paz.
15 ¿Se han avergonzado de la abominación que han cometido? Ciertamente no se han avergonzado, ni aun han sabido ruborizarse; por tanto caerán entre los que caigan; en la hora que yo los castigue serán derribados —dice el Señor.
16 Así dice el Señor: Paraos en los caminos y mirad, y preguntad por los senderos antiguos cuál es el buen camino, y andad por él; y hallaréis descanso para vuestras almas. Pero dijeron: “No andaremos en él.”
17 Y puse centinelas sobre vosotros, que dijeran: “Escuchad el sonido de la trompeta.” Pero dijeron: “No escucharemos.”
18 Por tanto, oíd, naciones, y entiende, congregación, lo que se hará entre ellos.
19 Oye, tierra: he aquí, yo traigo una calamidad sobre este pueblo, el fruto de sus planes, porque no han escuchado mis palabras, y han desechado mi ley.
20 ¿Para qué viene a mí este incienso de Sabá, y la dulce caña de una tierra lejana? Vuestros holocaustos no son aceptables, y vuestros sacrificios no me agradan.
21 Por tanto, así dice el Señor: He aquí, pongo piedras de tropiezo delante de este pueblo, y tropezarán en ellas padres e hijos a una; el vecino y su prójimo perecerán.
22 Así dice el Señor: He aquí, viene un pueblo de tierras del norte, y una gran nación se levantará de los confines de la tierra.
23 Empuñan arco y jabalina, crueles son, no tienen misericordia; sus voces braman como el mar, y montan a caballo como hombres dispuestos para la guerra contra ti, hija de Sion.
24 Hemos oído de su fama, flaquean nuestras manos. La angustia se ha apoderado de nosotros, dolor como de mujer de parto.
25 No salgas al campo, ni andes por el camino; porque espada tiene el enemigo, y hay terror por todas partes.
26 Hija de mi pueblo, cíñete el cilicio y revuélcate en ceniza; haz duelo como por hijo único, lamento de gran amargura, porque de pronto el destructor vendrá sobre nosotros.
27 Te he puesto como observador y como examinador entre mi pueblo, para que conozcas y examines su conducta.
28 Todos ellos son rebeldes obstinados que andan calumniando. Son hierro y bronce; todos ellos están corrompidos.
29 El fuelle sopla con furor, el plomo es consumido por el fuego; en vano se sigue refinando, pues los malvados no son separados.
30 Los llaman plata de deshecho, porque el Señor los ha desechado.
Acompañe la lectura del 190° día ingresando aquí.
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