Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
2° Samuel 8
1 Después de esto, sucedió que David derrotó a los filisteos y los sometió, y David tomó el mando de la ciudad principal de mano de los filisteos.
2 Y derrotó a Moab, y los midió con cordel, haciéndolos tenderse en tierra; y midió dos cordeles para darles muerte, y un cordel entero para dejarlos vivos. Y los moabitas fueron siervos de David, trayéndole tributo.
3 David derrotó también a Hadad-ezer, hijo de Rehob, rey de Soba, cuando éste iba a restaurar su dominio en el Río.
4 David le tomó mil setecientos hombres de a caballo y veinte mil soldados de a pie; David desjarretó los caballos de los carros, pero dejó suficientes de ellos para cien carros.
5 Cuando vinieron los arameos de Damasco en ayuda de Hadad-ezer, rey de Soba, David mató a veintidós mil hombres de los arameos.
6 Entonces David puso guarniciones entre los arameos de Damasco, y los arameos fueron siervos de David, trayéndole tributo. Y el Señor ayudaba a David dondequiera que iba.
7 Tomó David los escudos de oro que llevaban los siervos de Hadad-ezer, y los trajo a Jerusalén.
8 Y de Beta y de Berotai, ciudades de Hadad-ezer, el rey David tomó una gran cantidad de bronce.
9 Cuando Toi, rey de Hamat, oyó que David había derrotado a todo el ejército de Hadad-ezer,
10 Toi envió a su hijo Joram al rey David, para saludarlo y bendecirlo, porque había peleado contra Hadad-ezer y lo había derrotado; pues Hadad-ezer había estado en guerra con Toi. Y Joram trajo consigo objetos de plata, de oro y de bronce, 11 que el rey David dedicó también al Señor, junto con la plata y el oro que había dedicado de todas las naciones que él había sometido:
12 de Aram y Moab, de los hijos de Amón, de los filisteos y de Amalec, y del botín de Hadad-ezer, hijo de Rehob, rey de Soba.
13 Y se hizo David de renombre cuando regresó de derrotar a dieciocho mil arameos en el valle de la Sal.
14 Puso guarniciones en Edom; por todo Edom puso guarniciones, y todos los edomitas fueron siervos de David. Y el Señor daba la victoria a David dondequiera que iba.
15 David reinó sobre todo Israel, y administraba justicia y derecho a todo su pueblo.
16 Joab, hijo de Sarvia, era jefe del ejército, y Josafat, hijo de Ahilud, era cronista;
17 Sadoc, hijo de Ahitob, y Ahimelec, hijo de Abiatar, eran sacerdotes, y Seraías era secretario;
18 Benaía, hijo de Joiada, era jefe de los cereteos y peleteos; y los hijos de David eran ministros principales.
2° Samuel 9
1 Dijo David: ¿Hay todavía alguno que haya quedado de la casa de Saúl, para que yo le muestre bondad por amor a Jonatán?
2 Y había un siervo de la casa de Saúl que se llamaba Siba, y lo llamaron ante David. Y el rey le dijo: ¿Eres tú Siba? Y él respondió: Tu servidor.
3 Y dijo el rey: ¿No queda aún alguien de la casa de Saúl a quien yo pueda mostrar la bondad de Dios? Y Siba respondió al rey: Aún queda un hijo de Jonatán lisiado de ambos pies.
4 El rey le dijo: ¿Dónde está? Y Siba respondió al rey: He aquí, está en casa de Maquir, hijo de Amiel, en Lodebar.
5 Entonces el rey David mandó traerlo de la casa de Maquir, hijo de Amiel, de Lodebar.
6 Y Mefiboset, hijo de Jonatán, hijo de Saúl, vino a David, y cayendo sobre su rostro, se postró. Y David dijo: Mefiboset. Y éste respondió: He aquí tu siervo.
7 David le dijo: No temas, porque ciertamente te mostraré bondad por amor a tu padre Jonatán, y te devolveré toda la tierra de tu abuelo Saúl; y tú comerás siempre a mi mesa.
8 Se postró él de nuevo, y dijo: ¿Quién es tu siervo, para que tomes en cuenta a un perro muerto como yo?
9 Entonces el rey llamó a Siba, siervo de Saúl, y le dijo: Todo lo que pertenecía a Saúl y a su casa, lo he dado al nieto de tu señor.
10 Y tú, tus hijos y tus siervos cultivaréis la tierra para él, y le llevarás los frutos para que el nieto de tu señor tenga alimento; sin embargo, Mefiboset, nieto de tu señor, comerá siempre a mi mesa. Siba tenía quince hijos y veinte siervos.
11 Respondió Siba al rey: Conforme a todo lo que mi señor el rey mande a su siervo, así hará tu siervo. Y Mefiboset comió a la mesa de David como uno de los hijos del rey.
12 Mefiboset tenía un hijo pequeño que se llamaba Micaía. Todos los que moraban en la casa de Siba eran siervos de Mefiboset;
13 pero Mefiboset moraba en Jerusalén, porque siempre comía a la mesa del rey. Estaba lisiado de ambos pies.
2° Corintios 2
1 Pero en mí mismo decidí esto: no ir otra vez a vosotros con tristeza.
2 Porque si yo os causo tristeza, ¿quién será el que me alegre sino aquel a quien entristecí?
3 Y esto mismo os escribí, para que cuando yo llegue no tenga tristeza de parte de los que debieran alegrarme, confiando en todos vosotros de que mi gozo sea el mismo de todos vosotros.
4 Pues por la mucha aflicción y angustia de corazón os escribí con muchas lágrimas, no para entristeceros, sino para que conozcáis el amor que tengo especialmente por vosotros.
5 Pero si alguno ha causado tristeza, no me la ha causado a mí, sino hasta cierto punto (para no exagerar) a todos vosotros.
6 Es suficiente para tal persona este castigo que le fue impuesto por la mayoría;
7 así que, por el contrario, vosotros más bien deberíais perdonarlo y consolarlo, no sea que en alguna manera éste sea abrumado por tanta tristeza.
8 Por lo cual os ruego que reafirméis vuestro amor hacia él.
9 Pues también con este fin os escribí, para poneros a prueba y ver si sois obedientes en todo.
10 Pero a quien perdonéis algo, yo también lo perdono; porque en verdad, lo que yo he perdonado, si algo he perdonado, lo hice por vosotros en presencia de Cristo,
11 para que Satanás no tome ventaja sobre nosotros, pues no ignoramos sus ardides.
12 Cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de Cristo, y se me abrió una puerta en el Señor,
13 no tuve reposo en mi espíritu al no encontrar a Tito, mi hermano; despidiéndome, pues, de ellos, salí para Macedonia.
14 Pero gracias a Dios, que en Cristo siempre nos lleva en triunfo, y que por medio de nosotros manifiesta en todo lugar la fragancia de su conocimiento.
15 Porque fragante aroma de Cristo somos para Dios entre los que se salvan y entre los que se pierden;
16 para unos, olor de muerte para muerte, y para otros, olor de vida para vida. Y para estas cosas ¿quién está capacitado?
17 Pues no somos como muchos, que comercian con la palabra de Dios, sino que con sinceridad, como de parte de Dios y delante de Dios hablamos en Cristo.
Ezequiel 16
1 Entonces vino a mí la palabra del Señor, diciendo:
2 Hijo de hombre, haz saber a Jerusalén sus abominaciones,
3 y di: “Así dice el Señor Dios a Jerusalén: ‘Por tu origen y tu nacimiento eres de la tierra del cananeo, tu padre era amorreo y tu madre hitita.
4 ‘En cuanto a tu nacimiento, el día que naciste no fue cortado tu cordón umbilical, ni fuiste lavada con agua para limpiarte; no fuiste frotada con sal, ni envuelta en pañales.
5 ‘Ningún ojo se apiadó de ti para hacer por ti alguna de estas cosas, para compadecerse de ti; sino que fuiste echada al campo abierto, porque fuiste aborrecida el día en que naciste.
6 ‘Yo pasé junto a ti y te vi revolcándote en tu sangre. Mientras estabas en tu sangre, te dije: “¡Vive!” Sí, te dije, mientras estabas en tu sangre: “¡Vive!”
7 ‘Te hice tan numerosa como la hierba del campo. Y creciste, te hiciste grande y llegaste a la plenitud de tu hermosura; se formaron tus pechos y creció tu pelo, pero estabas desnuda y descubierta.
8 ‘Entonces pasé junto a ti y te vi, y he aquí, tu tiempo era tiempo de amores; extendí mi manto sobre ti y cubrí tu desnudez. Te hice juramento y entré en pacto contigo’ —declara el Señor Dios— ‘y fuiste mía.
9 ‘Te lavé con agua, te limpié la sangre y te ungí con aceite.
10 ‘Te vestí con tela bordada y puse en tus pies sandalias de piel de marsopa; te envolví con lino fino y te cubrí con seda.
11 ‘Te engalané con adornos, puse brazaletes en tus manos y un collar a tu cuello.
12 ‘Puse un anillo en tu nariz, pendientes en tus orejas y una hermosa corona en tu cabeza.
13 ‘Estabas adornada con oro y plata, y tu vestido era de lino fino, seda y tela bordada. Comías flor de harina, miel y aceite; eras hermosa en extremo y llegaste a la realeza.
14 ‘Entonces tu fama se divulgó entre las naciones por tu hermosura, que era perfecta, gracias al esplendor que yo puse en ti’ —declara el Señor Dios.
15 ‘Pero tú confiaste en tu hermosura, te prostituiste a causa de tu fama y derramaste tus prostituciones a todo el que pasaba, fuera quien fuera.
16 ‘Tomaste algunos de tus vestidos y te hiciste lugares altos de varios colores, y te prostituiste en ellos, cosa que nunca debiera haber sucedido ni jamás sucederá.
17 ‘Tomaste también tus bellas joyas de oro y de plata que yo te había dado, y te hiciste imágenes de hombres para prostituirte con ellas.
18 ‘Tomaste tu tela bordada y las cubriste, y ofreciste ante ellas mi aceite y mi incienso.
19 ‘También te di mi pan, la flor de harina, el aceite y la miel con que yo te alimentaba, y lo ofrecías ante ellas como aroma agradable. Así sucedió’ —declara el Señor Dios.
20 ‘Tomaste además a tus hijos y a tus hijas que habías dado a luz para mí, y se los sacrificaste como alimento. ¿Acaso eran poca cosa tus prostituciones,
21 para que mataras a mis hijos y se los ofrecieras haciéndolos pasar por fuego?
22 ‘Y en todas tus abominaciones y prostituciones no te acordaste de los días de tu juventud, cuando estabas desnuda y descubierta y revolcándote en tu sangre.
23 ‘Y sucedió que después de toda tu maldad (“¡Ay, ay de ti!” —declara el Señor Dios)
24 te edificaste un santuario y te hiciste un lugar alto en todas las plazas.
25 ‘En toda cabecera de camino te edificaste tu lugar alto, y abominable hiciste tu hermosura; y te entregaste a todo el que pasaba y multiplicaste tu prostitución.
26 ‘También te prostituiste a los egipcios, tus vecinos de cuerpos robustos, y multiplicaste tu prostitución para provocarme a ira.
27 ‘Y he aquí, yo extendí mi mano contra ti y disminuí tus raciones. Y te entregué al deseo de las que te odiaban, las hijas de los filisteos, que se avergonzaban de tu conducta deshonesta.
28 ‘Además, te prostituiste a los asirios porque no te habías saciado; te prostituiste a ellos y ni aun entonces te saciaste.
29 ‘También multiplicaste tu prostitución en la tierra de los mercaderes, Caldea, y ni aun con esto te saciaste.’”
30 ¡Qué débil es tu corazón —declara el Señor Dios— cuando haces todas estas cosas, las acciones de una ramera desvergonzada!
31 Cuando edificaste tu santuario en toda cabecera de camino y te hiciste tu lugar alto en cada plaza, al desdeñar la paga, no eras como la ramera.
32 ¡Mujer adúltera, que en lugar de su marido recibe a extraños!
33 A todas las rameras les dan regalos, pero tú dabas regalos a todos tus amantes y los sobornabas para que vinieran a ti de todas partes para tus prostituciones.
34 En tus prostituciones eras distinta de las otras mujeres: nadie te solicitaba para fornicar; tú dabas la paga, pero a ti ninguna paga se te daba. Eras distinta.
35 Por tanto, ramera, oye la palabra del Señor.
36 Así dice el Señor Dios: Por cuanto fue derramada tu lascivia y descubierta tu desnudez en tus prostituciones con tus amantes y con todos tus detestables ídolos, y a causa de la sangre de tus hijos que les ofreciste,
37 por tanto, he aquí, yo reuniré a todos tus amantes con quienes te gozaste, a todos los que amaste y a todos los que aborreciste; los reuniré de todas partes contra ti, descubriré tu desnudez ante ellos y ellos verán toda tu desnudez.
38 Te juzgaré como son juzgadas las adúlteras y las que derraman sangre, y traeré sobre ti sangre de furor y de celos.
39 También te entregaré en manos de tus amantes y ellos derribarán tus santuarios, destruirán tus lugares altos, te despojarán de tus vestidos, te quitarán tus bellas joyas y te dejarán desnuda y descubierta.
40 Incitarán contra ti una multitud, y te apedrearán y te harán pedazos con sus espadas.
41 Prenderán fuego a tus casas y ejecutarán juicios contra ti a la vista de muchas mujeres. Y haré que dejes de ser ramera y no darás más paga a tus amantes.
42 Desahogaré mi furor en ti; mis celos se apartarán de ti, me apaciguaré y no me enojaré más.
43 Por cuanto no te has acordado de los días de tu juventud, sino que me has irritado con todas estas cosas, he aquí, también yo haré recaer tu conducta sobre tu cabeza —declara el Señor Dios— para que no cometas esta lascivia con todas tus otras abominaciones.
44 He aquí, todo aquel que cita proverbios repetirá este proverbio acerca de ti, diciendo: “De tal madre, tal hija.”
45 Eres hija de tu madre que aborreció a su marido y a sus hijos, y hermana de tus hermanas que aborrecieron a sus maridos y a sus hijos. Vuestra madre era hitita y vuestro padre amorreo.
46 Tu hermana mayor es Samaria que con sus hijas habita al norte de ti, y tu hermana menor es Sodoma que habita al sur de ti con sus hijas.
47 Pero no sólo has andado en sus caminos y has hecho según sus abominaciones, sino que, como si eso fuera muy poco, te has corrompido más que ellas en todos tus caminos.
48 Vivo yo —declara el Señor Dios— que tu hermana Sodoma y sus hijas no han hecho como tú y tus hijas habéis hecho.
49 He aquí, esta fue la iniquidad de tu hermana Sodoma: arrogancia, abundancia de pan y completa ociosidad tuvieron ella y sus hijas; pero no ayudaron al pobre ni al necesitado,
50 y se enorgullecieron y cometieron abominaciones delante de mí. Y cuando lo vi las hice desaparecer.
51 Ni aun Samaria ha cometido ni la mitad de tus pecados, pues tú has multiplicado tus abominaciones más que ellas, y has hecho aparecer justas a tus hermanas con todas las abominaciones que has cometido.
52 También tú, carga con tu ignominia ya que has hecho juicios favorables de tus hermanas. A causa de tus pecados, en los que obraste en forma más abominable que ellas, ellas son más justas que tú. Tú pues, avergüénzate también y carga con tu ignominia, ya que hiciste parecer justas a tus hermanas.
53 Y cambiaré su suerte, la suerte de Sodoma y de sus hijas, la suerte de Samaria y de sus hijas, y junto con ellas, tu propia suerte,
54 para que cargues con tu humillación y te avergüences de todo lo que has hecho cuando seas consuelo para ellas.
55 Y tus hermanas, Sodoma con sus hijas y Samaria con sus hijas, volverán a su estado anterior; también tú y tus hijas volveréis a vuestro estado anterior.
56 El nombre de tu hermana Sodoma no era mencionado en tu boca el día de tu soberbia,
57 antes que fuera descubierta tu maldad. Como ella has venido a ser tú el oprobio de las hijas de Edom y de todas sus vecinas y de las hijas de los filisteos que te desprecian por todos lados.
58 Llevas sobre ti el castigo de tu lascivia y de tus abominaciones —declara el Señor.
59 Porque así dice el Señor Dios: Yo haré contigo como has hecho tú, que has despreciado el juramento violando el pacto.
60 Yo recordaré sin embargo mi pacto contigo en los días de tu juventud, y estableceré para ti un pacto eterno.
61 Entonces te acordarás de tus caminos y te avergonzarás cuando recibas a tus hermanas, las mayores que tú y las menores que tú; y te las daré por hijas, pero no por causa de tu pacto.
62 Estableceré mi pacto contigo; y sabrás que yo soy el Señor;
63 para que recuerdes y te avergüences, y nunca más abras la boca a causa de tu humillación, cuando yo te haya perdonado por todo lo que has hecho —declara el Señor Dios.
Acompañe la lectura del 255° día ingresando aquí.
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