Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
2° Samuel 21
1 En los días de David hubo hambre por tres años consecutivos, y David buscó la presencia del Señor. Y el Señor dijo: Es por causa de Saúl y de su casa sangrienta, porque él dio muerte a los gabaonitas.
2 Y llamó el rey a los gabaonitas y les habló. (Los gabaonitas no eran de los hijos de Israel, sino del remanente de los amorreos, y los hijos de Israel habían hecho un pacto con ellos, pero Saúl había procurado matarlos en su celo por los hijos de Israel y de Judá.)
3 Dijo, pues, David a los gabaonitas: ¿Qué debo hacer por vosotros? ¿Y cómo haré restitución para que bendigáis la heredad del Señor?
4 Los gabaonitas le respondieron: No nos importa la plata ni el oro de Saúl o de su casa, ni nos corresponde dar muerte a ningún hombre en Israel. Y él dijo: Haré por vosotros lo que digáis.
5 Y ellos dijeron al rey: Del hombre que nos consumió y que trató de exterminarnos para que no quedáramos dentro del territorio de Israel,
6 que nos entreguen siete hombres de entre sus hijos, y los ahorcaremos delante del Señor en Guibeá de Saúl, el elegido del Señor. Y el rey dijo: Los entregaré.
7 Pero el rey perdonó a Mefiboset, hijo de Jonatán, hijo de Saúl, a causa del pacto del Señor que había entre ellos, entre David y Jonatán, hijo de Saúl.
8 El rey tomó a los dos hijos de Rizpa, hija de Aja, Armoni y Mefiboset, que ella había dado a Saúl, y a los cinco hijos de Merab, hija de Saúl, que ella había dado a Adriel, hijo de Barzilai meholatita,
9 y los entregó en manos de los gabaonitas, que los ahorcaron en el monte delante del Señor, de modo que los siete cayeron a la vez; les dieron muerte en los primeros días de la cosecha, al comienzo de la cosecha de la cebada.
10 Y Rizpa, hija de Aja, tomó tela de cilicio y lo tendió para sí sobre la roca, desde el comienzo de la cosecha hasta que llovió del cielo sobre ellos; y no permitió que las aves del cielo se posaran sobre ellos de día ni las fieras del campo de noche.
11 Cuando le fue contado a David lo que Rizpa, hija de Aja, concubina de Saúl, había hecho,
12 David fue y recogió los huesos de Saúl y los huesos de Jonatán su hijo en posesión de los hombres de Jabes de Galaad, quienes los habían robado de la plaza de Bet-sán, donde los filisteos los habían colgado el día que los filisteos mataron a Saúl en Gilboa,
13 y trajo de allí los huesos de Saúl y los huesos de su hijo Jonatán, y recogieron los huesos de los ahorcados.
14 Y sepultaron los huesos de Saúl y de su hijo Jonatán en tierra de Benjamín, en Zela, en el sepulcro de su padre Cis, e hicieron todo lo que el rey había ordenado; después de esto Dios fue movido a misericordia para con la tierra.
15 Hubo de nuevo guerra de los filisteos contra Israel. Descendió David con sus siervos, y mientras peleaban contra los filisteos, David se cansó.
16 Entonces Isbi-benob, que era de los descendientes del gigante, y cuya lanza pesaba trescientos siclos de bronce, y que estaba ceñido con una espada nueva, trató de matar a David;
17 pero Abisai, hijo de Sarvia, vino en su ayuda, e hirió al filisteo y lo mató. Entonces los hombres de David le juraron, diciendo: Nunca más saldrás a la batalla con nosotros, para que no apagues la lámpara de Israel.
18 Sucedió después de esto que hubo otra vez guerra en Gob contra los filisteos; entonces Sibecai husatita mató a Saf, que era de los descendientes del gigante.
19 De nuevo hubo guerra contra los filisteos en Gob, y Elhanán, hijo de Jaare-oregim, de Belén, mató a Goliat geteo; el asta de su lanza era como un rodillo de tejedor.
20 Y hubo guerra otra vez en Gat, donde había un hombre de gran estatura que tenía seis dedos en cada mano y seis dedos en cada pie, veinticuatro en total; él también descendía del gigante.
21 Cuando desafió a Israel, lo mató Jonatán, hijo de Simea, hermano de David.
22 Estos cuatro descendían del gigante en Gat y cayeron por mano de David y por mano de sus siervos.
Gálatas 1
1 Pablo, apóstol (no de parte de hombres ni mediante hombre alguno, sino por medio de Jesucristo y de Dios el Padre que le resucitó de entre los muertos),
2 y todos los hermanos que están conmigo: A las iglesias de Galacia:
3 Gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo,
4 que se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos de este presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre,
5 a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
6 Me maravillo de que tan pronto hayáis abandonado al que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente;
7 que en realidad no es otro evangelio, sólo que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo.
8 Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciara otro evangelio contrario al que os hemos anunciado, sea anatema.
9 Como hemos dicho antes, también repito ahora: Si alguno os anuncia un evangelio contrario al que recibisteis, sea anatema.
10 Porque ¿busco ahora el favor de los hombres o el de Dios? ¿O me esfuerzo por agradar a los hombres? Si yo todavía estuviera tratando de agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo.
11 Pues quiero que sepáis, hermanos, que el evangelio que fue anunciado por mí no es según el hombre.
12 Pues ni lo recibí de hombre, ni me fue enseñado, sino que lo recibí por medio de una revelación de Jesucristo.
13 Porque vosotros habéis oído acerca de mi antigua manera de vivir en el judaísmo, de cuán desmedidamente perseguía yo a la iglesia de Dios y trataba de destruirla,
14 y cómo yo aventajaba en el judaísmo a muchos de mis compatriotas contemporáneos, mostrando mucho más celo por las tradiciones de mis antepasados.
15 Pero cuando Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a bien
16 revelar a su Hijo en mí para que yo le anunciara entre los gentiles, no consulté enseguida con carne y sangre,
17 ni subí a Jerusalén a los que eran apóstoles antes que yo, sino que fui a Arabia, y regresé otra vez a Damasco.
18 Entonces, tres años después, subí a Jerusalén para conocer a Pedro, y estuve con él quince días.
19 Pero no vi a ningún otro de los apóstoles, sino a Jacobo, el hermano del Señor.
20 (En lo que os escribo, os aseguro delante de Dios que no miento.)
21 Después fui a las regiones de Siria y Cilicia.
22 Pero todavía no era conocido en persona en las iglesias de Judea que eran en Cristo;
23 sino que sólo oían decir: El que en otro tiempo nos perseguía, ahora predica la fe que en un tiempo quería destruir.
24 Y glorificaban a Dios por causa de mí.
Ezequiel 28
1 Y vino a mí la palabra del Señor, diciendo:
2 Hijo de hombre, di al príncipe de Tiro: “Así dice el Señor Dios: ‘Aun cuando tu corazón se ha enaltecido y has dicho: “Un dios soy, sentado estoy en el trono de los dioses, en el corazón de los mares”, no eres más que un hombre y no Dios, aunque hayas igualado tu corazón al corazón de Dios.
3 ‘He aquí, tú eres más sabio que Daniel; ningún secreto te es oculto.
4 ‘Con tu sabiduría y tu entendimiento has adquirido riquezas para ti, y has adquirido oro y plata para tus tesoros.
5 ‘Con tu gran sabiduría, con tu comercio, has aumentado tus riquezas, y se ha enaltecido tu corazón a causa de tus riquezas.
6 ‘Por lo cual, así dice el Señor Dios: “Por cuanto has igualado tu corazón al corazón de Dios,
7 por tanto, he aquí, traeré sobre ti extranjeros, los más crueles de entre las naciones. Y ellos desenvainarán sus espadas contra la hermosura de tu sabiduría y profanarán tu esplendor.
8 “Te harán bajar al sepulcro, y morirás con la muerte de los que mueren en el corazón de los mares.
9 “¿Dirás aun: ‘Un dios soy’, en presencia de tu verdugo, tú que eres un hombre y no Dios, en manos de los que te hieren?
10 “Con la muerte de los incircuncisos morirás a manos de extraños, porque yo he hablado” —declara el Señor Dios.’”
11 Y vino a mí la palabra del Señor, diciendo:
12 Hijo de hombre, eleva una elegía sobre el rey de Tiro y dile: “Así dice el Señor Dios: ‘Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría y perfecto en hermosura.
13 ‘En el Edén estabas, en el huerto de Dios; toda piedra preciosa era tu vestidura: el rubí, el topacio y el diamante, el berilo, el ónice y el jaspe, el zafiro, la turquesa y la esmeralda; y el oro, la hechura de tus engastes y de tus encajes, estaba en ti. El día que fuiste creado fueron preparados.
14 ‘Tú, querubín protector de alas desplegadas, yo te puse allí. Estabas en el santo monte de Dios, andabas en medio de las piedras de fuego.
15 ‘Perfecto eras en tus caminos desde el día que fuiste creado hasta que la iniquidad se halló en ti.
16 ‘A causa de la abundancia de tu comercio te llenaste de violencia, y pecaste; yo, pues, te he expulsado por profano del monte de Dios, y te he eliminado, querubín protector, de en medio de las piedras de fuego.
17 ‘Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura; corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor. Te arrojé en tierra, te puse delante de los reyes, para que vieran en ti un ejemplo.
18 ‘Por la multitud de tus iniquidades, por la injusticia de tu comercio, profanaste tus santuarios. Y yo he sacado fuego de en medio de ti, que te ha consumido; y te he reducido a ceniza sobre la tierra a los ojos de todos los que te miran.
19 ‘Todos los que entre los pueblos te conocen están asombrados de ti; te has convertido en terrores, y ya no serás más.’”
20 Y vino a mí la palabra del Señor, diciendo:
21 Hijo de hombre, pon tu rostro hacia Sidón, profetiza contra ella,
22 y di: “Así dice el Señor Dios: ‘He aquí, estoy contra ti, Sidón, y seré glorificado en medio de ti; y sabrán que yo soy el Señor, cuando ejecute juicios en ella, y manifieste en ella mi santidad.
23 ‘Enviaré a ella pestilencia y sangre a sus calles; los heridos caerán en medio de ella por la espada que está sobre ella por todos lados; y sabrán que yo soy el Señor.
24 ‘Y no habrá más zarza punzante ni espina dolorosa para la casa de Israel de ninguno de los que la rodean y la desprecian; y sabrán que yo soy el Señor Dios.’
25 “Así dice el Señor Dios: ‘Cuando yo recoja a la casa de Israel de los pueblos donde está dispersa, y manifieste en ellos mi santidad a los ojos de las naciones, entonces habitarán en su tierra que di a mi siervo Jacob.
26 ‘Y habitarán en ella seguros; edificarán casas, plantarán viñas, y habitarán seguros, cuando yo haga juicios sobre todos los que a su alrededor la desprecian. Y sabrán que yo soy el Señor su Dios.’
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