Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
1° Reyes 1
1 El rey David era ya viejo, entrado en días, y lo cubrían de ropas pero no entraba en calor.
2 Entonces sus siervos le dijeron: Que se busque para mi señor el rey una joven virgen para que atienda al rey y sea quien lo cuide; que ella se acueste en tu seno y entrará en calor mi señor el rey.
3 Se buscó a una joven hermosa por toda la tierra de Israel, y hallaron a Abisag sunamita y la trajeron al rey.
4 La joven era muy hermosa; ella cuidaba al rey y le servía, pero el rey no la conoció.
5 Entretanto Adonías, hijo de Haguit, se ensalzaba diciendo: Yo seré rey. Y preparó para sí carros y hombres de a caballo y cincuenta hombres que corrieran delante de él.
6 Su padre nunca lo había contrariado preguntándole: ¿Por qué has hecho esto? Era también hombre de muy hermoso parecer, y había nacido después de Absalón.
7 Y había consultado con Joab, hijo de Sarvia, y con el sacerdote Abiatar, que respaldaban a Adonías.
8 Pero el sacerdote Sadoc, Benaía, hijo de Joiada, el profeta Natán, Simei, Rei y los valientes que tenía David, no estaban con Adonías.
9 Y Adonías sacrificó ovejas, bueyes y animales cebados junto a la piedra de Zohélet, que está al lado de En-rogel; e invitó a todos sus hermanos, los hijos del rey, y a todos los hombres de Judá, siervos del rey.
10 Pero no invitó al profeta Natán, ni a Benaía, ni a los valientes, ni a Salomón su hermano.
11 Entonces Natán habló a Betsabé, madre de Salomón, diciendo: ¿No has oído que Adonías, hijo de Haguit, se ha hecho rey y que David nuestro señor no lo sabe?
12 Ahora pues, ven, voy a darte un consejo para que salves tu vida y la vida de tu hijo Salomón.
13 Ve ahora mismo al rey David y dile: “¿No has jurado tú, oh rey mi señor, a tu sierva, diciendo: ‘Ciertamente tu hijo Salomón será rey después de mí y se sentará en mi trono’? ¿Por qué, pues, se ha hecho rey Adonías?”
14 He aquí, mientras estés aún hablando con el rey, yo entraré tras de ti y confirmaré tus palabras.
15 Y Betsabé vino a ver al rey en la alcoba. El rey era muy anciano, y Abisag sunamita le servía.
16 Entonces Betsabé se inclinó y se postró ante el rey. Y el rey dijo: ¿Qué deseas?
17 Ella le respondió: Mi señor, tú juraste a tu sierva por el Señor tu Dios, diciendo: “Ciertamente tu hijo Salomón será rey después de mí y se sentará en mi trono.”
18 Y he aquí, ahora Adonías es rey; y tú, mi señor el rey, hasta ahora no lo sabes.
19 El ha sacrificado bueyes, animales cebados y ovejas en abundancia, y ha invitado a todos los hijos del rey, al sacerdote Abiatar y a Joab, comandante del ejército, pero no ha invitado a Salomón tu siervo.
20 Y en cuanto a ti, mi señor el rey, los ojos de todo Israel están sobre ti, para que les hagas saber quién ha de sentarse en el trono de mi señor el rey después de él.
21 Pues sucederá que en cuanto mi señor el rey duerma con sus padres, yo y mi hijo Salomón seremos tenidos por culpables.
22 Y he aquí que mientras ella estaba aún hablando con el rey, entró el profeta Natán.
23 E informaron al rey, diciendo: Aquí está el profeta Natán. Cuando éste entró a la presencia del rey, se postró ante el rey rostro en tierra.
24 Entonces Natán dijo: Mi señor el rey, ¿has dicho tú: “Adonías será rey después de mí y se sentará en mi trono”?
25 Porque él ha descendido hoy y ha sacrificado bueyes, animales cebados y ovejas en abundancia, ha invitado a todos los hijos del rey, a los comandantes del ejército y al sacerdote Abiatar, y he aquí, están comiendo y bebiendo en su presencia, y gritan: “¡Viva el rey Adonías!”
26 Pero ni a mí, tu siervo, ni al sacerdote Sadoc, ni a Benaía, hijo de Joiada, ni a tu siervo Salomón ha invitado.
27 ¿Ha sido hecho esto por mi señor el rey, y no has declarado a tus siervos quién había de sentarse en el trono de mi señor el rey después de él?
28 Entonces el rey David respondió y dijo: Llamadme a Betsabé. Y ella entró a la presencia del rey, y se puso delante del rey.
29 Y el rey juró, diciendo: Vive el Señor, que ha redimido mi vida de toda angustia,
30 que ciertamente como te juré por el Señor, Dios de Israel, diciendo: “Tu hijo Salomón será rey después de mí, y él se sentará sobre mi trono en mi lugar”, así lo haré hoy mismo.
31 Betsabé se inclinó rostro en tierra, se postró ante el rey y dijo: Viva para siempre mi señor el rey David.
32 Entonces el rey David dijo: Llamadme al sacerdote Sadoc, al profeta Natán y a Benaía, hijo de Joiada. Ellos entraron a la presencia del rey,
33 y el rey les dijo: Tomad con vosotros a los siervos de vuestro señor, haced montar a mi hijo Salomón en mi propia mula y bajadle a Gihón.
34 Que allí el sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo unjan como rey sobre Israel; y tocad trompeta y decid: “¡Viva el rey Salomón!”
35 Después subiréis tras él, y él vendrá, se sentará en mi trono y reinará en mi lugar; porque lo he escogido para que sea príncipe sobre Israel y sobre Judá.
36 Y Benaía, hijo de Joiada, respondió al rey y dijo: ¡Amén! Así lo diga también el Señor, el Dios de mi señor el rey.
37 Como el Señor ha estado con mi señor el rey, así esté con Salomón, y haga su trono más grande que el trono de mi señor el rey David.
38 Entonces el sacerdote Sadoc, el profeta Natán, Benaía, hijo de Joiada, los cereteos y los peleteos, descendieron e hicieron que Salomón montara en la mula del rey David, y lo llevaron a Gihón.
39 El sacerdote Sadoc tomó el cuerno de aceite de la tienda y ungió a Salomón. Entonces tocaron trompeta, y todo el pueblo gritó: ¡Viva el rey Salomón!
40 Luego todo el pueblo subió tras él; y el pueblo tocaba flautas y se regocijaba con gran alegría, de modo que la tierra se estremecía con su sonido.
41 Y lo oyó Adonías y todos los invitados que estaban con él cuando habían terminado de comer. Al oír Joab el sonido de la trompeta, dijo: ¿Por qué hace la ciudad tal alboroto?
42 Estaba aún hablando, cuando he aquí, llegó Jonatán, hijo del sacerdote Abiatar. Y Adonías le dijo: Entra, pues tú eres hombre valiente y traerás buenas noticias.
43 Pero Jonatán respondió y dijo a Adonías: Al contrario. Nuestro señor el rey David ha hecho rey a Salomón.
44 El rey también ha enviado con él al sacerdote Sadoc, al profeta Natán, a Benaía, hijo de Joiada, a los cereteos y a los peleteos, y ellos lo han montado en la mula del rey.
45 Y el sacerdote Sadoc y el profeta Natán lo han ungido rey en Gihón, y de allí han subido gozosos y se ha alborotado la ciudad. Este es el ruido que habéis oído.
46 Además, Salomón ya se ha sentado en el trono del reino,
47 y aun los siervos del rey han ido a bendecir a nuestro señor el rey David, diciendo: “Que tu Dios haga el nombre de Salomón más célebre que tu nombre y su trono más grande que tu trono.” Y el rey ha adorado en el lecho.
48 El rey también ha dicho así: Bendito sea el Señor, Dios de Israel, que ha concedido que se siente hoy en mi trono un descendiente mío mientras mis ojos lo ven.
49 Entonces todos los invitados de Adonías se aterrorizaron, y se levantaron y cada uno se fue por su camino.
50 Adonías tuvo miedo de Salomón, y se levantó, se fue y se asió de los cuernos del altar.
51 Y avisaron a Salomón, diciéndole: He aquí, Adonías tiene miedo del rey Salomón, y se ha asido de los cuernos del altar, diciendo: “Que el rey Salomón me jure hoy que no matará a espada a su siervo.”
52 Y Salomón dijo: Si es hombre digno, ni uno de sus cabellos caerá en tierra; pero si se halla maldad en él, morirá.
53 Entonces el rey Salomón envió que lo hicieran descender del altar. Y él vino y se postró ante el rey Salomón, y Salomón le dijo: Vete a tu casa.
Gálatas 5
1 Para libertad fue que Cristo nos hizo libres; por tanto, permaneced firmes, y no os sometáis otra vez al yugo de esclavitud.
2 Mirad, yo, Pablo, os digo que si os dejáis circuncidar, Cristo de nada os aprovechará.
3 Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a cumplir toda la ley.
4 De Cristo os habéis separado, vosotros que procuráis ser justificados por la ley; de la gracia habéis caído.
5 Pues nosotros, por medio del Espíritu, esperamos por la fe la esperanza de justicia.
6 Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión significan nada, sino la fe que obra por amor.
7 Vosotros corríais bien, ¿quién os impidió obedecer a la verdad?
8 Esta persuasión no vino de aquel que os llama.
9 Un poco de levadura fermenta toda la masa.
10 Yo tengo confianza respecto a vosotros en el Señor de que no optaréis por otro punto de vista; pero el que os perturba llevará su castigo, quienquiera que sea.
11 Pero yo, hermanos, si todavía predico la circuncisión, ¿por qué soy perseguido aún? En tal caso, el escándalo de la cruz ha sido abolido.
12 ¡Ojalá que los que os perturban también se mutilaran!
13 Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; sólo que no uséis la libertad como pretexto para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.
14 Porque toda la ley en una palabra se cumple en el precepto: Amaras a tu projimo como a ti mismo.
15 Pero si os mordéis y os devoráis unos a otros, tened cuidado, no sea que os consumáis unos a otros.
16 Digo, pues: Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne.
17 Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues éstos se oponen el uno al otro, de manera que no podéis hacer lo que deseáis.
18 Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley.
19 Ahora bien, las obras de la carne son evidentes, las cuales son: inmoralidad, impureza, sensualidad,
20 idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, sectarismos,
21 envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes, contra las cuales os advierto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios.
22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad,
23 mansedumbre, dominio propio; contra tales cosas no hay ley.
24 Pues los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.
25 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.
26 No nos hagamos vanagloriosos, provocándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.
Ezequiel 32
1 Y sucedió en el año duodécimo, el mes duodécimo, el día primero del mes, que vino a mí la palabra del Señor, diciendo:
2 Hijo de hombre, eleva una elegía por Faraón, rey de Egipto, y dile: “Parecías un leoncillo de las naciones pero eras como el monstruo de los mares; prorrumpías en tus ríos, enturbiabas las aguas con tus pies y ensuciabas sus ríos.”
3 Así dice el Señor Dios: Mi red sobre ti tenderé en compañía de muchos pueblos, y ellos te alzarán en mi red.
4 Te dejaré en tierra, te echaré en campo abierto, y haré que habiten sobre ti todas las aves del cielo, y saciaré de ti a las bestias de toda la tierra.
5 Pondré tu carne sobre los montes, y llenaré los valles de tu carroña.
6 También haré que la tierra se empape con el derramamiento de tu sangre hasta los montes, y las barrancas se llenarán de ti.
7 Cuando te hayas extinguido, cubriré los cielos y oscureceré sus estrellas; cubriré el sol de nubes, y la luna no dará su luz.
8 Todos los astros brillantes del cielo oscureceré por causa tuya, y pondré tinieblas sobre tu tierra —declara el Señor Dios.
9 También turbaré el corazón de muchos pueblos, cuando haga llegar la noticia de tu destrucción entre las naciones hasta tierras que no has conocido.
10 Y haré que muchos pueblos se queden pasmados por causa tuya, y sus reyes en gran manera se aterrorizarán de ti cuando yo blanda mi espada ante ellos; temblarán constantemente, cada uno por su vida, el día de tu caída.
11 Pues así dice el Señor Dios: La espada del rey de Babilonia vendrá sobre ti.
12 Con las espadas de los poderosos haré caer tu multitud, tiranos todos ellos de las naciones, que asolarán el orgullo de Egipto, y toda su multitud será destruida.
13 También destruiré todo su ganado junto a aguas abundantes; no las enturbiará más pie de hombre, ni pezuñas de animales las enturbiarán.
14 Entonces haré asentarse sus aguas, y haré correr sus ríos como el aceite —declara el Señor Dios.
15 Cuando yo haga de la tierra de Egipto una desolación, y la tierra quede despojada de lo que la llenaba, cuando yo hiera a todos los que en ella viven, entonces sabrán que yo soy el Señor.
16 Esta es la lamentación y la cantarán; las hijas de las naciones la cantarán. Sobre Egipto y sobre toda su multitud la cantarán —declara el Señor Dios.
17 Y sucedió en el año duodécimo, el quince del mes, que vino a mí la palabra del Señor, diciendo:
18 Hijo de hombre, laméntate por la multitud de Egipto, hazla descender, a ella y a las hijas de las naciones poderosas, a las profundidades de la tierra, con los que descienden a la fosa;
19 “¿A quién superas en hermosura? Desciende, y yace con los incircuncisos.”
20 En medio de los muertos a espada caerán. A la espada es entregada; la han arrastrado con toda su multitud.
21 Los fuertes entre los poderosos hablarán de Egipto y de sus auxiliares de en medio del Seol: “Han descendido, yacen los incircuncisos muertos a espada.”
22 Allí está Asiria con toda su multitud, sus tumbas la rodean; todos ellos muertos, caídos a espada.
23 Sus tumbas están en las partes más profundas de la fosa, y su multitud está alrededor de su tumba; todos ellos muertos, caídos a espada, los cuales infundían terror en la tierra de los vivientes.
24 Allí está Elam y toda su multitud alrededor de su tumba; todos ellos muertos, caídos a espada, los cuales descendieron incircuncisos a las profundidades de la tierra; ellos que infundían su terror en la tierra de los vivientes, cargaron su ignominia con los que descienden a la fosa.
25 Le han hecho un lecho en medio de los muertos con toda su multitud. Sus tumbas lo rodean; todos son incircuncisos, muertos a espada, por haber infundido su terror en la tierra de los vivientes, cargaron su ignominia con los que descienden a la fosa; fueron puestos en medio de los muertos.
26 Mesec, Tubal y toda su multitud están allí; sus tumbas los rodean; todos ellos incircuncisos, fueron muertos a espada, por haber infundido su terror en la tierra de los vivientes.
27 Y no yacen junto a los héroes caídos de entre los incircuncisos que descendieron al Seol con sus armas de guerra, cuyas espadas estaban colocadas debajo de sus cabezas; pero el castigo de su iniquidad cayó sobre sus huesos, porque el terror de estos héroes prevalecía en la tierra de los vivientes.
28 Pero tú, en medio de los incircuncisos serás quebrantado, y yacerás con los muertos a espada.
29 Allí está Edom, sus reyes y todos sus príncipes, quienes con todo su poderío fueron puestos con los muertos a espada; ellos yacen con los incircuncisos y con los que descienden a la fosa.
30 Allí están los jefes del norte, todos ellos y todos los sidonios, quienes a pesar del terror causado por su poderío, descendieron avergonzados con los muertos. Yacen incircuncisos con los muertos a espada y cargaron su ignominia con los que descienden a la fosa.
31 A éstos verá Faraón y se consolará con respecto a toda su multitud muerta a espada, Faraón y todo su ejército —declara el Señor Dios.
32 Aunque yo infundí terror de él en la tierra de los vivientes, a Faraón y a toda su multitud se le hará yacer entre los incircuncisos con los muertos a espada —declara el Señor Dios.
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