Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
1° Reyes 12
1 Entonces Roboam fue a Siquem, porque todo Israel había ido a Siquem para hacerlo rey.
2 Y cuando lo oyó Jeroboam, hijo de Nabat, que estaba viviendo en Egipto (porque todavía estaba en Egipto, adonde había huido de la presencia del rey Salomón),
3 y enviaron a llamarlo, entonces vino Jeroboam con toda la asamblea de Israel, y hablaron a Roboam, diciendo:
4 Tu padre hizo pesado nuestro yugo; ahora pues, aligera la dura servidumbre de tu padre y el pesado yugo que puso sobre nosotros y te serviremos.
5 Entonces él les dijo: Idos por tres días, después volved a mí. Y el pueblo se fue.
6 El rey Roboam pidió consejo a los ancianos que habían servido a su padre Salomón cuando aún vivía, diciendo: ¿Qué me aconsejáis que responda a este pueblo?
7 Y ellos le respondieron, diciendo: Si hoy te haces servidor de este pueblo, y les sirves y les concedes su petición y les dices buenas palabras, entonces ellos serán tus siervos para siempre.
8 Pero él abandonó el consejo que le habían dado los ancianos, y pidió consejo a los jóvenes que habían crecido con él y le servían.
9 Y les dijo: ¿Qué aconsejáis que respondamos a este pueblo que me ha hablado, diciendo: “Aligera el yugo que tu padre puso sobre nosotros”?
10 Y los jóvenes que se habían criado con él le respondieron, diciendo: Así dirás a este pueblo que te ha hablado, diciendo: “Tu padre hizo pesado nuestro yugo; pero tú hazlo más ligero para nosotros.” Así les hablarás: “Mi dedo meñique es más grueso que los lomos de mi padre.
11 “Por cuanto mi padre os cargó con un pesado yugo, yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con látigos, pero yo os castigaré con escorpiones.”
12 Entonces vino Jeroboam con todo el pueblo a Roboam al tercer día como el rey había dicho, diciendo: Volved a mí al tercer día.
13 El rey respondió con dureza al pueblo, pues había menospreciado el consejo que los ancianos le habían dado,
14 y les habló conforme al consejo de los jóvenes, diciendo: Mi padre hizo pesado vuestro yugo, pero yo añadiré a vuestro yugo; mi padre os castigó con látigos, pero yo os castigaré con escorpiones.
15 El rey no escuchó al pueblo, porque lo que había sucedido era del Señor, para que El confirmara la palabra que el Señor había hablado por medio de Ahías silonita a Jeroboam, hijo de Nabat.
16 Cuando todo Israel vio que el rey no les escuchaba, el pueblo respondió al rey, diciendo: ¿Qué parte tenemos nosotros con David? No tenemos herencia con el hijo de Isaí. ¡A tus tiendas, Israel! ¡Mira ahora por tu casa, David! Y todo Israel se fue a sus tiendas.
17 Pero en cuanto a los hijos de Israel que habitaban en las ciudades de Judá, Roboam reinó sobre ellos.
18 Entonces el rey Roboam envió a Adoram, que estaba a cargo de los trabajos forzados, pero todo Israel lo mató a pedradas; y el rey Roboam se apresuró a subir a su carro para huir a Jerusalén.
19 Así Israel ha estado en rebeldía contra la casa de David hasta hoy.
20 Y aconteció que cuando todo Israel supo que Jeroboam había vuelto, enviaron a llamarlo a la asamblea y lo hicieron rey sobre todo Israel. No hubo quien siguiera a la casa de David, sino sólo la tribu de Judá.
21 Cuando Roboam llegó a Jerusalén, reunió a toda la casa de Judá y a la tribu de Benjamín, ciento ochenta mil hombres, guerreros escogidos, para pelear contra la casa de Israel y restituir el reino a Roboam, hijo de Salomón.
22 Pero la palabra de Dios vino a Semaías, hombre de Dios, diciendo:
23 Habla a Roboam, hijo de Salomón, rey de Judá, y a toda la casa de Judá y de Benjamín, y al resto del pueblo, diciéndoles:
24 “Así dice el Señor: ‘No subiréis ni pelearéis contra vuestros hermanos los hijos de Israel; vuelva cada uno a su casa, porque de mí ha venido esto.’” Y ellos escucharon la palabra del Señor, y se volvieron para irse conforme a la palabra del Señor.
25 Entonces Jeroboam edificó Siquem en la región montañosa de Efraín, y habitó allí. De allí salió y edificó Penuel.
26 Y Jeroboam se dijo en su corazón: Ahora el reino volverá a la casa de David
27 si este pueblo continúa subiendo a ofrecer sacrificios en la casa del Señor en Jerusalén, porque el corazón de este pueblo se volverá a su señor, es decir a Roboam, rey de Judá, y me matarán y volverán a Roboam, rey de Judá.
28 Y el rey tomó consejo, hizo dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Es mucho para vosotros subir a Jerusalén; he aquí vuestros dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto.
29 Puso uno en Betel y el otro lo puso en Dan.
30 Y esto fue motivo de pecado, porque el pueblo iba aun hasta Dan a adorar delante de uno de ellos.
31 Hizo también casas en los lugares altos, e hizo sacerdotes de entre el pueblo que no eran de los hijos de Leví.
32 Y Jeroboam instituyó una fiesta en el mes octavo, en el día quince del mes, como la fiesta que hay en Judá, y subió al altar. Así hizo en Betel, ofreciendo sacrificio a los becerros que había hecho. Y puso en Betel a los sacerdotes de los lugares altos que él había construido.
33 Entonces subió al altar que había hecho en Betel el día quince del mes octavo, es decir en el mes que él había planeado en su propio corazón; e instituyó una fiesta para los hijos de Israel, y subió al altar para quemar incienso.
Filipenses 3
1 Por lo demás, hermanos míos, regocijaos en el Señor. A mí no me es molesto escribiros otra vez lo mismo, y para vosotros es motivo de seguridad.
2 Cuidaos de los perros, cuidaos de los malos obreros, cuidaos de la falsa circuncisión;
3 porque nosotros somos la verdadera circuncisión, que adoramos en el Espíritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no poniendo la confianza en la carne,
4 aunque yo mismo podría confiar también en la carne. Si algún otro cree tener motivo para confiar en la carne, yo mucho más:
5 circuncidado el octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo;
6 en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia de la ley, hallado irreprensible.
7 Pero todo lo que para mí era ganancia, lo he estimado como pérdida por amor de Cristo.
8 Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor, por quien lo he perdido todo, y lo considero como basura a fin de ganar a Cristo,
9 y ser hallado en El, no teniendo mi propia justicia derivada de la ley, sino la que es por la fe en Cristo, la justicia que procede de Dios sobre la base de la fe,
10 y conocerle a El, el poder de su resurrección y la participación en sus padecimientos, llegando a ser como El en su muerte,
11 a fin de llegar a la resurrección de entre los muertos.
12 No que ya lo haya alcanzado o que ya haya llegado a ser perfecto, sino que sigo adelante, a fin de poder alcanzar aquello para lo cual también fui alcanzado por Cristo Jesús.
13 Hermanos, yo mismo no considero haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está delante,
14 prosigo hacia la meta para obtener el premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
15 Así que todos los que somos perfectos, tengamos esta misma actitud; y si en algo tenéis una actitud distinta, eso también os lo revelará Dios;
16 sin embargo, continuemos viviendo según la misma norma que hemos alcanzado.
17 Hermanos, sed imitadores míos, y observad a los que andan según el ejemplo que tenéis en nosotros.
18 Porque muchos andan como os he dicho muchas veces, y ahora os lo digo aun llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo,
19 cuyo fin es perdición, cuyo dios es su apetito y cuya gloria está en su vergüenza, los cuales piensan sólo en las cosas terrenales.
20 Porque nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también ansiosamente esperamos a un Salvador, el Señor Jesucristo,
21 el cual transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad al cuerpo de su gloria, por el ejercicio del poder que tiene aun para sujetar todas las cosas a sí mismo.
Ezequiel 42
1 Luego me sacó al atrio exterior, hacia el norte, y me llevó a la cámara que estaba frente a la zona separada y frente al edificio hacia el norte.
2 A lo largo de la longitud, que era de cien codos, estaba la puerta del norte; la anchura era de cincuenta codos.
3 Frente a los veinte codos del atrio interior, y frente al pavimento del atrio exterior, había una galería frente a la otra galería en los tres pisos.
4 Y delante de las cámaras había un corredor interior de diez codos de ancho, una vía de cien codos; y sus entradas daban al norte.
5 Las cámaras superiores eran más estrechas porque las galerías les quitaban más espacio que a las inferiores y a las intermedias del edificio.
6 Pues estaban en tres pisos y no tenían pilares como los pilares de los atrios; por tanto las cámaras superiores se estrechaban a partir del suelo más que las inferiores y las intermedias.
7 Y el muro exterior a lo largo de las cámaras, en dirección al atrio exterior frente a las cámaras, tenía cincuenta codos de largo.
8 Porque la longitud de las cámaras que estaban en el atrio exterior era de cincuenta codos; y las que estaban frente al templo tenían cien codos.
9 Y debajo de estas cámaras estaba la entrada del lado oriental, para entrar en ellas desde el atrio exterior.
10 A lo ancho del muro del atrio hacia el oriente, frente a la zona separada y frente al edificio, había cámaras.
11 Y el corredor delante de ellas era semejante al de las cámaras que estaban al norte; su longitud era igual a su anchura; y todas sus salidas, así como sus disposiciones y sus entradas, eran iguales.
12 Y correspondiendo a las entradas de las cámaras que daban hacia el sur, había una entrada al comienzo del corredor, el corredor frente al muro que daba al oriente, según se entra a ellas.
13 Entonces él me dijo: Las cámaras del norte y las cámaras del sur que están frente a la zona separada, son las cámaras santas donde los sacerdotes que están cerca del Señor, comerán las cosas santísimas. Allí pondrán las cosas santísimas, la ofrenda de cereal, la ofrenda por el pecado y la ofrenda por la culpa; porque el lugar es santo.
14 Cuando entren los sacerdotes allí, no saldrán al atrio exterior desde el santuario sin haber dejado las vestiduras con que ministran, porque son santas. Se pondrán otras vestiduras para poder acercarse a lo que es del pueblo.
15 Cuando acabó de medir el interior del templo, me sacó por el camino de la puerta que daba al oriente, y lo midió todo alrededor.
16 Midió el lado oriental con la caña de medir, y tenía alrededor quinientas cañas de la caña de medir.
17 Midió el lado norte con la caña de medir, y tenía alrededor quinientas cañas.
18 Al lado sur midió quinientas cañas con la caña de medir.
19 Se volvió al lado occidental y midió quinientas cañas con la caña de medir.
20 Por los cuatro lados lo midió; tenía un muro todo alrededor de quinientas cañas de largo y quinientas de ancho, para dividir entre lo sagrado y lo profano.
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