Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
2° Reyes 11
1 Cuando Atalía, madre de Ocozías, vio que su hijo había muerto, se levantó y exterminó a toda la descendencia real.
2 Pero Josaba, hija del rey Joram, hermana de Ocozías, tomó a Joás, hijo de Ocozías, y lo sacó furtivamente de entre los hijos del rey a quienes estaban dando muerte, y lo puso a él y a su nodriza en la alcoba. Así lo escondieron de Atalía, y no le dieron muerte.
3 Y estuvo escondido con ella en la casa del Señor seis años, mientras Atalía reinaba en el país.
4 Pero en el séptimo año Joiada mandó a buscar e hizo venir a los capitanes de centenas de los cariteos y de la guardia, y los hizo venir a él en la casa del Señor. Entonces hizo un pacto con ellos en la casa del Señor y los puso bajo juramento, y les mostró al hijo del rey.
5 Y les dio orden, diciendo: Esto es lo que haréis: una tercera parte de vosotros, los que entran en el día de reposo y hacen la guardia en la casa del rey,
6 harán la guardia en la casa para su defensa; también una tercera parte estará en la puerta Sur, y otra tercera parte en la puerta detrás de los guardias.
7 Dos partes de vosotros, es decir, todos los que salen el día de reposo, también harán la guardia en la casa del Señor junto al rey.
8 Entonces rodearéis al rey, cada uno con sus armas en la mano; y cualquiera que penetre las filas será muerto. Y estad con el rey cuando salga y cuando entre.
9 Y los capitanes de centenas hicieron conforme a todo lo que había ordenado el sacerdote Joiada. Y cada uno de ellos tomó sus hombres, los que habían de entrar en el día de reposo, junto con los que habían de salir el día de reposo, y vinieron al sacerdote Joiada.
10 Entonces el sacerdote dio a los capitanes de centenas las lanzas y los escudos que habían sido del rey David, que estaban en la casa del Señor.
11 Y los guardias se colocaron cada uno con sus armas en la mano, desde el lado derecho de la casa hasta el lado izquierdo de la misma, junto al altar y junto a la casa, alrededor del rey.
12 Entonces Joiada sacó al hijo del rey y le puso la corona, y le dio el libro del testimonio; hicieron rey a Joás y lo ungieron, y batiendo palmas, gritaron: ¡Viva el rey!
13 Al oír Atalía el ruido de la guardia y del pueblo, se llegó al pueblo en la casa del Señor,
14 y miró, y he aquí el rey estaba de pie junto a la columna, según la costumbre, y los capitanes y los trompetas estaban al lado del rey; y todo el pueblo del país se regocijaba y tocaba trompetas. Entonces Atalía rasgó sus vestidos, y gritó: ¡Traición, traición!
15 Pero el sacerdote Joiada dio orden a los capitanes de centenas que estaban al mando del ejército, y les dijo: Sacadla de entre las filas, y al que la siga, matadlo a espada. Porque el sacerdote había dicho: No la matéis en la casa del Señor.
16 Y le echaron mano; y cuando ella llegó a la entrada de los caballos de la casa del rey, allí la mataron.
17 Entonces Joiada hizo un pacto entre el Señor y el rey y el pueblo, de que ellos serían el pueblo del Señor; asimismo entre el rey y el pueblo.
18 Y todo el pueblo del país fue a la casa de Baal y la derribaron, destruyeron completamente sus altares y sus imágenes y mataron delante de los altares a Matán, sacerdote de Baal. Y el sacerdote nombró oficiales sobre la casa del Señor.
19 Y tomó a los capitanes de centenas, a los cariteos, a los guardias y a todo el pueblo del país, e hicieron descender al rey de la casa del Señor, y vinieron por el camino de la puerta de los guardias a la casa del rey. Y él se sentó en el trono de los reyes.
20 Y todo el pueblo del país se regocijó, y la ciudad quedó tranquila, porque Atalía había sido muerta a espada en la casa del rey.
21 Joás tenía siete años cuando comenzó a reinar.
2° Reyes 12
1 En el séptimo año de Jehú, Joás comenzó a reinar, y reinó cuarenta años en Jerusalén; y el nombre de su madre era Sibia de Beerseba.
2 Y Joás hizo lo recto ante los ojos del Señor todos los días en que el sacerdote Joiada lo dirigió.
3 Sólo que los lugares altos no fueron quitados; el pueblo aún sacrificaba y quemaba incienso en los lugares altos.
4 Entonces Joás dijo a los sacerdotes: Todo el dinero de las cosas sagradas que se trae a la casa del Señor en moneda corriente, tanto el dinero estipulado a cada persona, como todo el dinero que cada uno voluntariamente traiga a la casa del Señor,
5 que los sacerdotes lo tomen para sí, cada cual de sus conocidos; y ellos repararán los daños de la casa dondequiera que se encuentre algún daño.
6 Pero en el año veintitrés del rey Joás, los sacerdotes aún no habían reparado los daños de la casa.
7 Entonces el rey Joás llamó al sacerdote Joiada y a los otros sacerdotes, y les dijo: ¿Por qué no reparáis los daños de la casa? Ahora pues, no toméis más dinero de vuestros conocidos, sino entregadlo para los daños de la casa.
8 Y consintieron los sacerdotes en no tomar más dinero del pueblo, ni reparar ellos los daños de la casa.
9 Entonces el sacerdote Joiada tomó un cofre e hizo un agujero en la tapa, y lo puso junto al altar, al lado derecho conforme uno entra a la casa del Señor; y los sacerdotes que custodiaban el umbral, depositaban en él todo el dinero que se traía a la casa del Señor.
10 Y cuando veían que había mucho dinero en el cofre, el escriba del rey y el sumo sacerdote subían y lo ataban en sacos, y contaban el dinero que se encontraba en la casa del Señor.
11 Y entregaban el dinero que había sido contado en manos de los que hacían el trabajo, los cuales tenían a su cargo la casa del Señor, y ellos lo traían para pagar a los carpinteros y a los constructores que trabajaban en la casa del Señor,
12 y a los albañiles y canteros, y para comprar madera y piedra de cantería para reparar los daños de la casa del Señor, y para todo lo que se gastaba para la casa, a fin de repararla.
13 Pero del dinero que se traía a la casa del Señor, no se hicieron ni copas de plata, ni despabiladeras, ni tazones, ni trompetas, ni ninguna vasija de oro, ni vasijas de plata para la casa del Señor;
14 porque lo daban a los que hacían el trabajo, y con él reparaban la casa del Señor.
15 Y no se pedían cuentas a los hombres en cuyas manos se ponía el dinero para dárselo a los que hacían el trabajo, porque procedían fielmente.
16 No se traía a la casa del Señor el dinero de las ofrendas por la culpa ni el dinero de las ofrendas por el pecado; era para los sacerdotes.
17 Entonces Hazael, rey de Aram, subió y peleó contra Gat y la tomó; y Hazael se propuso subir contra Jerusalén.
18 Y Joás, rey de Judá, tomó todas las cosas sagradas que Josafat, Joram y Ocozías, sus padres, reyes de Judá, habían consagrado, y sus propias cosas sagradas y todo el oro que se encontraba en las tesorerías de la casa del Señor y de la casa del rey, y las envió a Hazael, rey de Aram. Entonces él se retiró de Jerusalén.
19 Los demás hechos de Joás, y todo lo que hizo, ¿no están escritos en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá?
20 Y sus siervos se levantaron y tramaron una conspiración, y mataron a Joás en la casa de Milo, cuando descendía a Sila.
21 Pues sus siervos Josacar, hijo de Simeat, y Jozabad, hijo de Somer, lo hirieron y murió; y lo sepultaron con sus padres en la ciudad de David, y Amasías su hijo reinó en su lugar.
2° Timoteo 2
1 Tú, pues, hijo mío, fortalécete en la gracia que hay en Cristo Jesús.
2 Y lo que has oído de mí en la presencia de muchos testigos, eso encarga a hombres fieles que sean idóneos para enseñar también a otros.
3 Sufre penalidades conmigo, como buen soldado de Cristo Jesús.
4 Ningún soldado en servicio activo se enreda en los negocios de la vida diaria, a fin de poder agradar al que lo reclutó como soldado.
5 Y también el que compite como atleta, no gana el premio si no compite de acuerdo con las reglas.
6 El labrador que trabaja debe ser el primero en recibir su parte de los frutos.
7 Considera lo que digo, pues el Señor te dará entendimiento en todo.
8 Acuérdate de Jesucristo, resucitado de entre los muertos, descendiente de David, conforme a mi evangelio;
9 por el cual sufro penalidades, hasta el encarcelamiento como un malhechor; pero la palabra de Dios no está presa.
10 Por tanto, todo lo soporto por amor a los escogidos, para que también ellos obtengan la salvación que está en Cristo Jesús, y con ella gloria eterna.
11 Palabra fiel es ésta: Que si morimos con El, también viviremos con El;
12 si perseveramos, también reinaremos con El; si le negamos, El también nos negará;
13 si somos infieles, El permanece fiel, pues no puede negarse a sí mismo.
14 Recuérdales esto, encargándoles solemnemente en la presencia de Dios, que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha y lleva a los oyentes a la ruina.
15 Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que maneja con precisión la palabra de verdad.
16 Evita las palabrerías vacías y profanas, porque los dados a ellas, conducirán más y más a la impiedad,
17 y su palabra se extenderá como gangrena; entre los cuales están Himeneo y Fileto,
18 que se han desviado de la verdad diciendo que la resurrección ya tuvo lugar, trastornando así la fe de algunos.
19 No obstante, el sólido fundamento de Dios permanece firme, teniendo este sello: El Señor conoce a los que son suyos, y: Que se aparte de la iniquidad todo aquel que menciona el nombre del Señor.
20 Ahora bien, en una casa grande no solamente hay vasos de oro y de plata, sino también de madera y de barro, y unos para honra y otros para deshonra.
21 Por tanto, si alguno se limpia de estas cosas, será un vaso para honra, santificado, útil para el Señor, preparado para toda buena obra.
22 Huye, pues, de las pasiones juveniles y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que invocan al Señor con un corazón puro.
23 Pero rechaza los razonamientos necios e ignorantes, sabiendo que producen altercados.
24 Y el siervo del Señor no debe ser rencilloso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido,
25 corrigiendo tiernamente a los que se oponen, por si acaso Dios les da el arrepentimiento que conduce al pleno conocimiento de la verdad,
26 y volviendo en sí, escapen del lazo del diablo, habiendo estado cautivos de él para hacer su voluntad.
Oseas 3
1 Y el Señor me dijo: Ve otra vez, ama a una mujer amada por otro y adúltera, así como el Señor ama a los hijos de Israel a pesar de que ellos se vuelven a otros dioses y se deleitan con tortas de pasas.
2 La compré, pues, para mí por quince siclos de plata y un homer y medio de cebada.
3 Y le dije: Te quedarás conmigo por muchos días. No te prostituirás, ni serás de otro hombre, y yo también seré para ti.
4 Porque por muchos días los hijos de Israel quedarán sin rey y sin príncipe, sin sacrificio y sin pilar sagrado, y sin efod y sin ídolos domésticos.
5 Después los hijos de Israel volverán y buscarán al Señor su Dios y a David su rey; y acudirán temblorosos al Señor y a su bondad en los últimos días.
Oseas 4
1 Escuchad la palabra del Señor, hijos de Israel, porque el Señor tiene querella contra los habitantes de la tierra, pues no hay fidelidad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra.
2 Sólo hay perjurio, mentira, asesinato, robo y adulterio. Emplean la violencia, y homicidios tras homicidios se suceden.
3 Por eso la tierra está de luto, y languidece todo morador en ella junto con las bestias del campo y las aves del cielo; aun los peces del mar desaparecen.
4 Pero que nadie contienda ni nadie reprenda; porque tu pueblo es como los que contienden con el sacerdote.
5 Tropezarás de día, y tropezará también el profeta contigo de noche, y destruiré a tu madre.
6 Mi pueblo es destruido por falta de conocimiento. Por cuanto tú has rechazado el conocimiento, yo también te rechazaré para que no seas mi sacerdote; como has olvidado la ley de tu Dios, yo también me olvidaré de tus hijos.
7 Cuanto más se multiplicaron, más pecaron contra mí; cambiaré, pues, su gloria en afrenta.
8 Del pecado de mi pueblo se alimentan, y hacia su iniquidad dirigen sus deseos.
9 Como el pueblo, así será el sacerdote; los castigaré por su proceder, y les pagaré según sus obras.
10 Comerán, pero no se saciarán; se prostituirán, pero no se multiplicarán, porque han dejado de hacer caso al Señor.
11 La prostitución, el vino y el mosto quitan el juicio.
12 Mi pueblo consulta a su ídolo de madera, y su vara les informa; porque un espíritu de prostitución los ha descarriado, y se han prostituido, apartándose de su Dios.
13 Ofrecen sacrificios sobre las cumbres de los montes y queman incienso sobre las colinas, debajo de las encinas, los álamos y los terebintos, porque su sombra es agradable. Por tanto, vuestras hijas se prostituyen, y vuestras nueras cometen adulterio.
14 No castigaré a vuestras hijas cuando se prostituyan ni a vuestras nueras cuando cometan adulterio, porque los hombres mismos se retiran con rameras y ofrecen sacrificios con las rameras del culto pagano; así se pierde el pueblo sin entendimiento.
15 Aunque tú, Israel, te prostituyas, que no se haga culpable Judá; tampoco vayáis a Gilgal, ni subáis a Bet-avén, ni juréis: ¡Vive el Señor!
16 Puesto que Israel es terco como novilla indómita, ¿los pastoreará ahora el Señor como a un cordero en campo espacioso?
17 Efraín se ha unido a los ídolos; déjalo.
18 Acabada su bebida, se entregaron a la prostitución; sus príncipes aman mucho la ignominia.
19 El viento los envuelve en sus alas, y se avergonzarán de sus sacrificios.
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