Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
2° Crónicas 14
1 Y Abías durmió con sus padres, y lo sepultaron en la ciudad de David, y su hijo Asa reinó en su lugar. Y el país estuvo en paz por diez años durante sus días.
2 Y Asa hizo lo bueno y lo recto ante los ojos del Señor su Dios,
3 porque quitó los altares extranjeros y los lugares altos, destruyó los pilares sagrados, derribó las Aseras,
4 y ordenó a Judá que buscara al Señor, Dios de sus padres y cumpliera la ley y el mandamiento.
5 También quitó los lugares altos y los altares de incienso de todas las ciudades de Judá. Y bajo él, el reino estuvo en paz.
6 Y edificó ciudades fortificadas en Judá, ya que el país estaba en paz y nadie estaba en guerra con él durante aquellos años, porque el Señor le había dado tranquilidad.
7 Dijo, pues, a Judá: Edifiquemos estas ciudades y cerquémoslas de murallas con torres, puertas y barras. La tierra es aún nuestra, porque hemos buscado al Señor nuestro Dios; le hemos buscado, y El nos ha dado tranquilidad por todas partes. Edificaron, pues, y prosperaron.
8 Asa tenía un ejército de trescientos mil hombres de Judá que llevaban escudos grandes y lanzas, y doscientos ochenta mil de Benjamín que llevaban escudos y usaban arcos; todos ellos valientes guerreros.
9 Y salió contra ellos Zera el etíope con un ejército de un millón de hombres y trescientos carros, y vino hasta Maresa.
10 Y Asa salió a su encuentro, y se pusieron en orden de batalla en el valle de Sefata junto a Maresa.
11 Entonces Asa invocó al Señor su Dios, y dijo: Señor, no hay nadie más que tú para ayudar en la batalla entre el poderoso y los que no tienen fuerza; ayúdanos, oh Señor Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos y en tu nombre hemos venido contra esta multitud. Oh Señor, tú eres nuestro Dios; que no prevalezca hombre alguno contra ti.
12 Y el Señor derrotó a los etíopes delante de Asa y delante de Judá, y los etíopes huyeron.
13 Y Asa y el pueblo que estaba con él los persiguieron hasta Gerar; y cayeron tantos etíopes que no pudieron rehacerse, porque fueron destrozados delante del Señor y delante de su ejército. Y recogieron muchísimo botín.
14 Destruyeron todas las ciudades alrededor de Gerar, porque el terror del Señor había caído sobre ellos; y saquearon todas las ciudades pues había mucho botín en ellas.
15 También hirieron a los que poseían ganado, y se llevaron gran cantidad de ovejas y camellos. Entonces regresaron a Jerusalén.
2° Crónicas 15
1 Y el Espíritu de Dios vino sobre Azarías, hijo de Oded,
2 y salió al encuentro de Asa y le dijo: Oídme, Asa y todo Judá y Benjamín: el Señor estará con vosotros mientras vosotros estéis con El. Y si le buscáis, se dejará encontrar por vosotros; pero si le abandonáis, os abandonará.
3 Y por muchos días Israel estuvo sin el Dios verdadero, y sin sacerdote que enseñara, y sin ley.
4 Pero en su angustia se volvieron al Señor, Dios de Israel, y le buscaron, y El se dejó encontrar por ellos.
5 Y en aquellos tiempos no había paz para el que salía ni para el que entraba, sino muchas tribulaciones sobre todos los habitantes de las tierras.
6 Y era destruida nación por nación, y ciudad por ciudad, porque Dios los afligió con toda clase de adversidades.
7 Mas vosotros, esforzaos y no desmayéis, porque hay recompensa por vuestra obra.
8 Y cuando Asa oyó estas palabras y la profecía del profeta Azarías, hijo de Oded, se animó y quitó los ídolos abominables de toda la tierra de Judá y de Benjamín, y de las ciudades que había conquistado en la región montañosa de Efraín. Entonces restauró el altar del Señor que estaba delante del pórtico del Señor.
9 Y reunió a todo Judá y Benjamín y a los de Efraín, Manasés y Simeón que residían con ellos, porque muchos de Israel se pasaron a él cuando vieron que el Señor su Dios estaba con él.
10 Se reunieron, pues, en Jerusalén en el tercer mes del año quince del reinado de Asa.
11 Y aquel día sacrificaron al Señor setecientos bueyes y siete mil ovejas del botín que habían traído.
12 E hicieron pacto para buscar al Señor, Dios de sus padres, con todo su corazón y con toda su alma;
13 y que todo el que no buscara al Señor, Dios de Israel, moriría, ya fuera pequeño o grande, hombre o mujer.
14 Además, lo juraron al Señor con gran voz, con gritos, con trompetas y con cuernos.
15 Y todo Judá se alegró en cuanto al juramento, porque habían jurado de todo corazón y le habían buscado sinceramente, y El se dejó encontrar por ellos. Y el Señor les dio tranquilidad por todas partes.
16 Y él también depuso a Maaca, su madre, de ser reina madre, porque ella había hecho una horrible imagen de Asera, y Asa derribó la horrible imagen, la hizo pedazos y la quemó junto al torrente Cedrón.
17 Pero los lugares altos no fueron quitados de Israel; sin embargo, el corazón de Asa fue intachable todos sus días.
18 Y trajo a la casa de Dios las cosas consagradas por su padre y sus propias cosas consagradas: plata, oro y utensilios.
19 Y no hubo más guerra hasta el año treinta y cinco del reinado de Asa.
Apocalipsis 4
1 Después de esto miré, y vi una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que yo había oído, como sonido de trompeta que hablaba conmigo, decía: Sube acá y te mostraré las cosas que deben suceder después de éstas.
2 Al instante estaba yo en el Espíritu, y vi un trono colocado en el cielo, y a uno sentado en el trono.
3 Y el que estaba sentado era de aspecto semejante a una piedra de jaspe y sardio, y alrededor del trono había un arco iris, de aspecto semejante a la esmeralda.
4 Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y sentados en los tronos, veinticuatro ancianos vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en la cabeza.
5 Del trono salían relámpagos, voces y truenos; y delante del trono había siete lámparas de fuego ardiendo, que son los siete Espíritus de Dios.
6 Delante del trono había como un mar transparente semejante al cristal; y en medio del trono y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos por delante y por detrás.
7 El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo ser era semejante a un becerro; el tercer ser tenía el rostro como el de un hombre, y el cuarto ser era semejante a un águila volando.
8 Y los cuatro seres vivientes, cada uno de ellos con seis alas, estaban llenos de ojos alrededor y por dentro, y día y noche no cesaban de decir: Santo, Santo, Santo, es el Señor Dios, el Todopoderoso, el que era, el que es y el que ha de venir.
9 Y cada vez que los seres vivientes dan gloria, honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos,
10 los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo:
11 Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria y el honor y el poder, porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.
Hageo 2
1 El día veintiuno del mes séptimo, vino la palabra del Señor por medio del profeta Hageo, diciendo:
2 Habla ahora a Zorobabel, hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y al sumo sacerdote Josué, hijo de Josadac, y al remanente del pueblo, diciendo:
3 “¿Quién ha quedado entre vosotros que haya visto este templo en su gloria primera? ¿Y cómo lo veis ahora? Tal como está, ¿no es como nada a vuestros ojos?
4 “Pero ahora, esfuérzate, Zorobabel” —declara el Señor— “esfuérzate tú también, Josué, hijo de Josadac, sumo sacerdote, y esforzaos todos vosotros, pueblo de la tierra” —declara el Señor— “y trabajad, porque yo estoy con vosotros” —declara el Señor de los ejércitos.
5 “Conforme a la promesa que os hice cuando salisteis de Egipto, mi Espíritu permanece en medio de vosotros; no temáis.”
6 Porque así dice el Señor de los ejércitos: “Una vez más, dentro de poco, yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra firme.
7 “Y haré temblar a todas las naciones; vendrán entonces los tesoros de todas las naciones, y yo llenaré de gloria esta casa” —dice el Señor de los ejércitos.
8 “Mía es la plata y mío es el oro” —declara el Señor de los ejércitos.
9 “La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera” —dice el Señor de los ejércitos— “y en este lugar daré paz” —declara el Señor de los ejércitos.
10 El día veinticuatro del mes noveno, en el año segundo de Darío, vino la palabra del Señor al profeta Hageo, diciendo:
11 Así dice el Señor de los ejércitos: “Pide ahora instrucción a los sacerdotes:
12 ‘Si alguno lleva carne consagrada en la falda de su vestidura, y toca con su falda pan, alimento cocido, vino, aceite o cualquier otro alimento, ¿quedará éste consagrado?’” Y los sacerdotes respondieron, y dijeron: No.
13 Y dijo Hageo: Si alguno, inmundo por el contacto con un cadáver, toca cualquiera de estas cosas, ¿quedará inmunda? Respondieron los sacerdotes, y dijeron: Quedará inmunda.
14 Entonces volvió a hablar Hageo y dijo: “Así es este pueblo y así es esta nación delante de mí” —declara el Señor— “y así es toda obra de sus manos; y lo que aquí ofrecen, inmundo es.
15 “Ahora pues, considerad bien esto de hoy en adelante: antes que se pusiera piedra sobre piedra en el templo del Señor,
16 desde aquel tiempo, venía alguno a un montón de veinte medidas, y había sólo diez; venía alguno al lagar para sacar cincuenta cántaros, y había sólo veinte.
17 “Os herí con viento abrasador, con añublo y con granizo en toda obra de vuestras manos; pero ninguno de vosotros se volvió a mí” —declara el Señor.
18 “Pero considerad bien esto desde hoy en adelante, desde el día veinticuatro del mes noveno; desde el día en que se pusieron los cimientos del templo del Señor, considerad bien:
19 “¿Está todavía la semilla en el granero? Todavía la vid, la higuera, el granado y el olivo no han dado fruto; pero desde hoy yo os bendeciré.”
20 Y la palabra del Señor vino por segunda vez a Hageo, el día veinticuatro del mes, diciendo:
21 Habla a Zorobabel, gobernador de Judá, diciendo: “Yo estremeceré los cielos y la tierra,
22 y volcaré el trono de los reinos y destruiré el poder de los reinos de las naciones; y volcaré el carro y a los que montan en él, y caerán los caballos y sus jinetes, cada uno por la espada de su hermano.
23 “En aquel día” —declara el Señor de los ejércitos— “te tomaré a ti, Zorobabel, hijo de Salatiel, siervo mío” —declara el Señor— “y te pondré como anillo de sello, porque yo te he escogido” —declara el Señor de los ejércitos.
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