Conocer la Biblia es muy importante para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Éxodo 31
1 Habló el Señor a Moisés, diciendo:
2 Mira, yo he llamado por nombre a Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá;
3 y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte,
4 para inventar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce,
5 y en artificio de piedras para engastarlas, y en artificio de madera; para trabajar en toda clase de labor.
6 Y he aquí que yo he puesto con él a Aholiab hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan; y he puesto sabiduría en el ánimo de todo sabio de corazón, para que hagan todo lo que te he mandado;
7 el tabernáculo de reunión, el arca del testimonio, el propiciatorio que está sobre ella, y todos los utensilios del tabernáculo,
8 la mesa y sus utensilios, el candelero limpio y todos sus utensilios, el altar del incienso,
9 el altar del holocausto y todos sus utensilios, la fuente y su base,
10 los vestidos del servicio, las vestiduras santas para Aarón el sacerdote, las vestiduras de sus hijos para que ejerzan el sacerdocio,
11 el aceite de la unción, y el incienso aromático para el santuario; harán conforme a todo lo que te he mandado.
12 Habló además el Señor a Moisés, diciendo:
13 Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy el Señor que os santifico.
14 Así que guardaréis el día de reposo, porque santo es a vosotros; el que lo profanare, de cierto morirá; porque cualquiera que hiciere obra alguna en él, aquella persona será cortada de en medio de su pueblo.
15 Seis días se trabajará, mas el día séptimo es día de reposo consagrado al Señor; cualquiera que trabaje en el día de reposo, ciertamente morirá.
16 Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de Israel, celebrándolo por sus generaciones por pacto perpetuo.
17 Señal es para siempre entre mí y los hijos de Israel; porque en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y reposó.
18 Y dio a Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios.
Juan 11
1 Estaba entonces enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta su hermana.
2 (María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos.
3 Enviaron, pues, las hermanas para decir a Jesús: Señor, he aquí el que amas está enfermo.
4 Oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
5 Y amaba Jesús a Marta, a su hermana y a Lázaro.
6 Cuando oyó, pues, que estaba enfermo, se quedó dos días más en el lugar donde estaba.
7 Luego, después de esto, dijo a los discípulos: Vamos a Judea otra vez.
8 Le dijeron los discípulos: Rabí, ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá?
9 Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo;
10 pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él.
11 Dicho esto, les dijo después: Nuestro amigo Lázaro duerme; mas voy para despertarle.
12 Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, sanará.
13 Pero Jesús decía esto de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño.
14 Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro ha muerto;
15 y me alegro por vosotros, de no haber estado allí, para que creáis; mas vamos a él.
16 Dijo entonces Tomás, llamado Dídimo, a sus condiscípulos: Vamos también nosotros, para que muramos con él.
17 Vino, pues, Jesús, y halló que hacía ya cuatro días que Lázaro estaba en el sepulcro.
18 Betania estaba cerca de Jerusalén, como a quince estadios;
19 y muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano.
20 Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa.
21 Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.
22 Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.
23 Jesús le dijo: Tu hermano resucitará.
24 Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero.
25 Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
26 Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?
27 Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.
28 Habiendo dicho esto, fue y llamó a María su hermana, diciéndole en secreto: El Maestro está aquí y te llama.
29 Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa y vino a él.
30 Jesús todavía no había entrado en la aldea, sino que estaba en el lugar donde Marta le había encontrado.
31 Entonces los judíos que estaban en casa con ella y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa y había salido, la siguieron, diciendo: Va al sepulcro a llorar allí.
32 María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.
33 Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió,
34 y dijo: ¿Dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve.
35 Jesús lloró.
36 Dijeron entonces los judíos: Mirad cómo le amaba.
37 Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía éste, que abrió los ojos al ciego, haber hecho también que Lázaro no muriera?
38 Jesús, profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima.
39 Dijo Jesús: Quitad la piedra. Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, hiede ya, porque es de cuatro días.
40 Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?
41 Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo: Padre, gracias te doy por haberme oído.
42 Yo sabía que siempre me oyes; pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor, para que crean que tú me has enviado.
43 Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!
44 Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir.
45 Entonces muchos de los judíos que habían venido para acompañar a María, y vieron lo que hizo Jesús, creyeron en él.
46 Pero algunos de ellos fueron a los fariseos y les dijeron lo que Jesús había hecho.
47 Entonces los principales sacerdotes y los fariseos reunieron el concilio, y dijeron: ¿Qué haremos? Porque este hombre hace muchas señales.
48 Si le dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación.
49 Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada;
50 ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.
51 Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación;
52 y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.
53 Así que, desde aquel día acordaron matarle.
54 Por tanto, Jesús ya no andaba abiertamente entre los judíos, sino que se alejó de allí a la región contigua al desierto, a una ciudad llamada Efraín; y se quedó allí con sus discípulos.
55 Y estaba cerca la pascua de los judíos; y muchos subieron de aquella región a Jerusalén antes de la pascua, para purificarse.
56 Y buscaban a Jesús, y estando ellos en el templo, se preguntaban unos a otros: ¿Qué os parece? ¿No vendrá a la fiesta?
57 Y los principales sacerdotes y los fariseos habían dado orden de que si alguno supiese dónde estaba, lo manifestase, para que le prendiesen.
Proverbios 8
1 ¿No clama la sabiduría, y da su voz la inteligencia?
2 En las alturas junto al camino, a las encrucijadas de las veredas se para;
3 En el lugar de las puertas, a la entrada de la ciudad, a la entrada de las puertas da voces:
4 Oh hombres, a vosotros clamo; dirijo mi voz a los hijos de los hombres.
5 Entended, oh simples, discreción; y vosotros, necios, entrad en cordura.
6 Oíd, porque hablaré cosas excelentes, y abriré mis labios para cosas rectas.
7 Porque mi boca hablará verdad, y la impiedad abominan mis labios.
8 Justas son todas las razones de mi boca; no hay en ellas cosa perversa ni torcida.
9 Todas ellas son rectas al que entiende, y razonables a los que han hallado sabiduría.
10 Recibid mi enseñanza, y no plata; y ciencia antes que el oro escogido.
11 Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas; y todo cuanto se puede desear, no es de compararse con ella.
12 Yo, la sabiduría, habito con la cordura, y hallo la ciencia de los consejos.
13 El temor del Señor es aborrecer el mal; la soberbia y la arrogancia, el mal camino, y la boca perversa, aborrezco.
14 Conmigo está el consejo y el buen juicio; yo soy la inteligencia; mío es el poder.
15 Por mí reinan los reyes, y los príncipes determinan justicia.
16 Por mí dominan los príncipes, y todos los gobernadores juzgan la tierra.
17 Yo amo a los que me aman, y me hallan los que temprano me buscan.
18 Las riquezas y la honra están conmigo; riquezas duraderas, y justicia.
19 Mejor es mi fruto que el oro, y que el oro refinado; y mi rédito mejor que la plata escogida.
20 Por vereda de justicia guiaré, por en medio de sendas de juicio,
21 Para hacer que los que me aman tengan su heredad, y que yo llene sus tesoros.
22 El Señor me poseía en el principio, ya de antiguo, antes de sus obras.
23 Eternamente tuve el principado, desde el principio, antes de la tierra.
24 Antes de los abismos fui engendrada; antes que fuesen las fuentes de las muchas aguas.
25 Antes que los montes fuesen formados, antes de los collados, ya había sido yo engendrada;
26 No había aún hecho la tierra, ni los campos, ni el principio del polvo del mundo.
27 Cuando formaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba el círculo sobre la faz del abismo;
28 Cuando afirmaba los cielos arriba, cuando afirmaba las fuentes del abismo;
29 Cuando ponía al mar su estatuto, para que las aguas no traspasasen su mandamiento; cuando establecía los fundamentos de la tierra,
30 Con él estaba yo ordenándolo todo, y era su delicia de día en día, teniendo solaz delante de él en todo tiempo.
31 Me regocijo en la parte habitable de su tierra; y mis delicias son con los hijos de los hombres.
32 Ahora, pues, hijos, oídme, y bienaventurados los que guardan mis caminos.
33 Atended el consejo, y sed sabios, y no lo menospreciéis.
34 Bienaventurado el hombre que me escucha, velando a mis puertas cada día, aguardando a los postes de mis puertas.
35 Porque el que me halle, hallará la vida, y alcanzará el favor del Señor.
36 Mas el que peca contra mí, defrauda su alma; todos los que me aborrecen aman la muerte.
Acompañe la lectura del 79° día ingresando aquí.
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