Despertar más temprano que lo normal, me ayuda a tener tiempo para leer la Palabra de Dios, incluso antes de que comience mi día…¡qué privilegio!
En el Salmo 104, leemos sobre la grandeza de Dios y cómo toda Su maravillosa creación es solamente una pequeña gota de gua en el balde.
Sin embargo, un pasaje me hizo detenerme y pensar: “…que hace a Sus ángeles espíritus, a Sus ministros Fuego Flameante…” Salmos 104:4
Los mensajeros de Dios (ángeles) son hechos del viento, también referido en la Biblia como espíritu.
Los ángeles de Dios ya son espíritus, ¿por qué entonces el salmista aquí está diciendo que ellos son hechos de Espíritu?
Él dice que Dios hace de Sus ángeles espíritus, y de Sus ministros llamas de fuego. Si los ángeles de Dios ya son espíritus, entonces el salmista está hablando sobre otro tipo de ángel, aquellos que no son espíritus, aquellos que son hechos “un poco menor que los ángeles” (Hebreos 2:7), o sea, nosotros. Pero no todos nosotros. No todo ser humano ni incluso todos los cristianos recibirán ese beneficio divino.
Cuando usted es espíritu, ve más allá de lo que sus ojos ven. Usted tiene una fuerza indescriptible, del tipo de aquella que las personas no logran entender…incluso un poquito fuera de lo normal. ¿Cómo puede una madre no preocuparse por el hijo que está yendo de mal en peor? Aquella que es espíritu lo consigue. ¿Cómo puede una mujer, que está sola a los treinta años, no preocuparse por su vida sentimental? La que es espíritu lo consigue.
Como dice mi cuñado, cuando usted es espíritu, tiene un sexto sentido. No está limitado por sus cinco sentidos. Usted puede oír o ver cosas y, aun así, mantener su fe en lo que no consigue ver u oír.
Entonces, ¿quién consigue ser espíritu?
Aquellos que son NACIDOS del Espíritu de Dios. Cuando ese milagro maravilloso ocurre, usted se torna el testigo de Dios en este mundo. Usted tiene lo que es necesario para compartirlo con otros.
Como el Salmo dice, usted se torna como una Llama de Fuego (o Fuego Flameante). Observe que él no dice “llamas de fuego” – no está en plural, qué extraño ¿no? Todos aquellos que tienen el Espíritu de Dios son como llama de fuego, quiere decir, son uno con Él.
Él es el fuego y nosotros somos Su llama.