Beatriz Barbona llegó a la Universal con todas las áreas de su vida destruidas. “Estaba destruida, tenía depresión, tenía los vicios del alcohol, del cigarrillo. Además, acababa de separarme. Estaba enferma, tenía artrosis, osteoporosis, problemas en la tiroides”, recuerda.
La situación económica también se complicó, su carácter fue cambiando y a medida que pasaban los días, creía que no tenía sentido seguir luchando: “Me quedé en la calle con mis hijos pequeños, comencé a ser agresiva con ellos. Lloraba todas las noches, entonces, pensaba cómo hacer para acabar con mi vida”, cuenta Beatriz.
La solución llegó cuando aceptó que necesitaba ayuda de Dios: “Un día recibí una invitación para acercarme a la iglesia y acepté. Decidí buscar ayuda y fue allí, que, luchando, fui libre de la depresión y de los vicios. También me curé de las enfermedades. Con el tiempo, logré tener un encuentro con Dios y ahora soy feliz”, finaliza.
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