Lucas Terrussi: “Antes de conocer a Dios, vivíamos en una casa que nos prestaban, era una vergüenza. La comida la conseguíamos al día en comedores, era como vivir en la calle.
De noche no lograba dormir por las pesadillas. Por otro lado, la relación con mi familia era mala, y cada día empeoraba. Peleábamos mucho. Además, mis padres discutían constantemente y se golpeaban. Era frío con ellos. Creía que no me comprendían y así las peleas se multiplicaron.
Lo más difícil fue perder a mi padre. Mi mamá estaba mal, se la pasaba tirada en la cama, no lograba superar la muerte de mi papá.
En ese momento, intenté tapar el vacío con amistades, salidas, mujeres, pero nada servía. Buscaba la diversión afuera. Tomaba para olvidarme de los problemas. Pensaba en morir, una madrugada me levanté, vi un cuchillo. Lo agarré y lo apunté a mi estómago, quería saber qué había después de la muerte, pero no hice nada.
Yo conocía la Universal, pero había dejado de ir hacía tiempo. Cada vez que pasaba por ahí, borracho, pensaba en lo mal que estaba mi vida. Recordaba cómo era cuando participaba de las reuniones.
Pasó el tiempo y decidí buscar a Dios, solo Él podía hacer algo por mi situación. Volví a la Iglesia, ya no quería estar así.
Fue difícil, pero cambió todo. Dejé de pensar en la muerte. Antes creía que mi familia no me comprendía, pero ahora es lo contrario, hay tranquilidad y paz. Ya no tengo pesadillas y estoy bien de salud.
Mi interior está lleno de la presencia de Dios, el Espíritu Santo lo hizo posible”.
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