La historia de estos hermanos enseña que por más que hagamos de todo para mejorar como personas siempre estaremos desagradando a alguien
¿Quien fue Abel? ¿Porqué fue tan odiado por su hermano Caín? y ¿qué podemos aprender con su historia?
La Biblia dice que Abel fue un pastor de ovejas. El agradaba a Dios en todo, porque todo lo que hacía era de la mejor manera. Pero no era solamente eso. Abel buscaba ser una persona buena en todos los sentidos, y siempre buscaba llamar la atención de Dios por medio de sus actos y acciones. Podemos tener una idea acerca de su personalidad en el siguiente pasaje bíblico: “Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella.” (Hebreos 11:4)
Nos damos cuenta que Abel agradaba a Dios de una forma muy especial, por eso era considerado justo delante de Él. Por otro lado, Caín alimentaba, dentro de su corazón, una envidia peligrosa contra Abel. Caín, que no hacía lo mejor, pero tampoco buscaba ser una buena persona y nutrió tanta la envidia contra Abel, que llegó a matarlo.
Esto puede suceder con nosotros. ¿Cuántas veces creemos estar haciendo lo mejor que podemos hacer, y no es así? ¿Cuántas veces pensamos estar agradando a un ser querido y esa persona ni se enteró? Las situaciones son muy diversas. Y, en todo momento, en cualquier lugar, estaremos sujetos a pasar por momentos similares.
Pero, ¿qué aprendemos con esta historia? ¿Podemos ser los nuevos “Abeles” de la actualidad? La respuesta es: Sí. Todo el que busca mejorar cada día en su conducta ya sea como madre, padre, profesional, esposa, marido, hijo, o como persona va a pasar por situaciones que despertarán la ira y otros sentimientos malos en otras personas: otros “Caines”. Y eso sucede independientemente de la clase social, económica o grado de escolaridad. Eso es independiente incluso de la fe que usted profese.
Mientras tanto, lo que nos consuela, es saber que la historia de Abel destaca exactamente este punto: aunque hagamos lo mejor en todo, siempre desagradaremos a alguien. Después de todo, ¿quién logrará agradar a todos, si ni siquiera Jesucristo lo logró?
A pesar de esto, lo más importante es buscar la sensatez, la prudencia y mejoras en todas las áreas de la vida, cerrando los oídos a las palabras negativas y alimentar sueños y planes para que se mantengan siempre vivos.