Antes de comenzar a leer este artículo, si usted es soltera, avance al 6° párrafo, pero si está casada, independientemente si tiene hijos o no, le pido que se detenga por un instante, cierre los ojos y piense en su familia. ¿Qué es lo que ella representa en su vida? Ahora, haga la misma reflexión con respecto a su empleo. Usted puede ser feliz profesionalmente, sin embargo, para la empresa en la cual trabaja, usted es solamente una empleada. Su pase está en juego y, por más que a usted le guste su ambiente de trabajo y sus compañeros, puede ser despedida en cualquier momento como también puede encontrar una oportunidad mejor. Quien está en el mercado laboral sabe que es así como funcionan las cosas.
Pero no sucede lo mismo con su “cargo” de esposa o de madre. O por lo menos no debería suceder. No puede simplemente encontrar una familia mejor y abandonar a su marido e hijos. Probablemente, usted no pretende cambiar a sus niños por los del vecino. Eso porque sus familiares son tan valiosos que, aunque le ofrecieran todo el dinero del mundo para abandonar su casa y volverse la matriarca de otro hogar, usted no sería capaz de aceptarlo.
Por lo tanto, ser esposa y ser profesional son posiciones incomparables porque tienen pesos diferentes en su vida. Cuando una mujer se casa, ella debe, como mínimo, idealizar pasar el resto de su vida al lado de su compañero. Sin embargo, cuando comienza a trabajar en un empleo nuevo, sabe que está viviendo solo una etapa. ¿O usted tiene la intención de aguantar al jefe intolerante hasta llegar a la soñada jubilación?
Hecha esa reflexión, ¿por qué será que tantas mujeres alrededor del mundo aún insisten en poner sus compromisos profesionales por encima de sus hogares? ¿El informe que su jefe le pidió realmente es más importante que aquel plato especial que su marido desea cenar hace meses? ¿Aquella reunión en la firma es mucho más urgente que la reunión de padres y maestros de la escuela de su hijo? Claramente muchas mujeres responderán que ellas no tienen elección. Que, evidentemente, asumirán los compromisos profesionales y que simplemente, no pueden faltar a los mismos.
Sin embargo, en el día de su casamiento, usted también asumió un compromiso con su marido. Cuando escogió tener hijos, asumió otro compromiso. Ambos traen alegría, como también responsabilidades y obligaciones. Eso no significa que usted deba convertirse en la esclava de su hogar o que deba dejar su vida profesional. El equilibrio, lo que hace tanta falta hoy en día, siempre fue un excelente aliado en esos momentos.
Para las solteras
Pero, si usted es soltera, ahora llegó a la parte del texto que le interesa. Existen muchas mujeres que aún no se han casado porque, simplemente, no priorizaron una relación seria en su vida. Ellas compraron la idea de que el objetivo de la vida es invertir en los estudios y convertirse en la mejor profesional posible. ¿Y el amor? Ah, un día él llegará. Pero, cuando llegue, ¿ellas invertirán en la relación así como invierten en la carrera tan soñada? ¿Estudiarán y aprenderán a ser buenas esposas tanto como lo hicieron para ser buenas profesionales? De nuevo, el equilibrio es la respuesta.
Ejemplos de mujeres bellas, exitosas, con una carrera envidiable que tienen todo para ser felices, no faltan. Todo sería perfecto, si no fuera por un detalle: la soledad. Y no nos estamos refiriendo a no tener amigas. Sino de aquello que, tarde o temprano, todo el mundo anhela: un amor para toda la vida.
Sintiéndose inferior a otras mujeres
¿Y cuando la mujer es tan poderosa – por lo general aquella que ocupa un cargo de liderazgo – que su presencia se siente a kilómetros de distancia? ¿Aquella mujer que venció barreras y preconceptos para ocupar cargos que en su mayoría son masculinos? Tan confiadas para llegar lejos, que nadie imagina que muchas todavía esconden una tremenda inseguridad delante de… otras mujeres.
Es exactamente eso. ¿Cómo es posible que conquisten tanto y, al mismo tiempo, pierdan por sentimientos tan pequeños? Comparan su belleza con la de las compañeras de trabajo todo el tiempo, y necesitan comprar y comprar para imponerse o simplemente para reafirmar quienes son. Como si la personalidad fuera medida por el “tener”, mucho más que por el “ser”.
Ella incluso puede ser la mejor del equipo, pero se siente inferior a las compañeras a causa de la ropa que usa, por estar un poco excedida de peso y porqué no es tan bonita como la otra amiga. Eso probablemente es fruto de una mezcla de sentimientos negativos: envidia e inseguridad.
Ellos solo pueden combatirse con un remedio: amor- propio. Se recomiendan dosis fuertes, aplicadas diariamente. Por la mañana, al levantarse, inyéctese amor propio antes de mirarse al espejo. Continúe tomando pequeñas dosis de ese amor durante el día. Es infalible.
Usted se dará cuenta de que, más allá de “curarse”, esparcirá su nuevo ánimo por el mundo. Después de todo, todos notan a una mujer segura, confiada y feliz con ella misma: ellas invierten en el brillo propio e irradian luz a kilómetros de distancia.
Las mujeres son seres complicados. Y no es para menos: desde el pecado de Eva, sobre ella recae toda la responsabilidad del mundo. Sin embargo, en el fondo, todas quieren básicamente lo mismo. Y no es ese tan soñado asenso en el trabajo.
Y usted, ¿Qué tipo de mujer es? ¿Se preocupa demasiado por las demás o ha utilizado el amor propio? Deje un comentario en las redes sociales.
[related_posts limit=”12″]