Dolores Salvador estuvo al borde de la muerte a pesar de su juventud. Ella superó la adicción a las drogas y logró una segunda oportunidad cuando creía que ya no había esperanza. La clave fue su perseverancia y el deseo de tener una nueva vida.
Cuando era pequeña un familiar abusó de ella y a partir de ese momento su vida cambió completamente. “Me sentía culpable por lo que me había pasado, recuerdo que comencé a tener pensamientos perversos, quería autodestruirme todo el tiempo. Empecé a fumar cigarrillos a los 12 años y a los 15 marihuana, trataba de estar lo menos posible en mi casa, a veces me iba por dos o tres días. Además, quería matar a mi mamá, la odiaba. Luego seguí con la marihuana, la cocaína y el LSD, llegué a consumir hongos de cucumelo. Como la cocaína no me hacía efecto buscaba otras sustancias más fuertes.
Después de un tiempo me fui a vivir con mi novio. Nos llevábamos mal, discutíamos y nos agredíamos verbalmente. Entre que mi suegro intentó abusar de mí y que la relación no funcionaba, decidimos separarnos.
Me fui a vivir al sur, allí viví los momentos más difíciles de mi vida. Quería probar todo, empecé a drogarme más, con marihuana y cocaína, pero después nada me hacía efecto. Empecé a tomar anfetaminas, estaba cada vez peor. Además, era insegura, tenía complejos, los vicios estaban consumiendo mi vida.
Dolores estaba atrapada en sus adiciones, nada tenía sentido en su vida.
“Mi salud se estaba deteriorando, tenía hemorragias y anemia, pero me seguía drogando, no me importaba nada. Me involucraba en cosas oscuras, buscaba constantemente involucrarme en ambientes que me hacían mal. Las drogas no me hacían efecto y de tanto consumir cocaína sufría hemorragias constantemente, pero seguía consumiendo igual.
Cuando conocí la Universal, me costó mucho salir adelante, las personas que me rodeaban habían perdido la confianza en mí. Fue una lucha constante, pero perseveré y pude comenzar a confiar en mí misma. A través de mi transformación pude ayudar a mi familia. Logré terminar el colegio y conseguir un buen trabajo. No puedo creer la vida que tengo, nunca pensé que fuera a lograr todo lo que logré gracias a Dios.
Librarme de los vicios fue una felicidad para mí, me siento completa. No me hace falta nada para ser feliz”.
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