La Palabra de la Cruz – fe asociada al sacrificio – es locura a los que se pierden… 1 Corintios 1:18
¿Quién, en este mundo perdido, tiene disposición para sacrificar la vida por Alguien invisible? ¿O por una nueva vida que sigue después del sacrificio de la vida antigua?
Muchos han sacrificado patrimonio, dinero, autos y joyas a cambio de bendiciones mayores.
Pero ¿quién quiere sacrificar padres, hijos, familia y, sobre todo, la propia vida a cambio de una vida cristiana, lejos del pecado?
Pocos. Poquísimos.
El mensaje de la fe exige más sacrificio que míseros intercambios en el Altar.
Jesús dijo claramente:
El que ama a padre o madre más que a Mí, no es digno de Mí; el que ama a hijo o hija más que a Mí, no es digno de Mí; y el que no toma su cruz y sigue en pos de Mí, no es digno de Mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de Mí, la hallará
Mateo 10:37-39
Es todo por todo. Por eso, la palabra de la cruz es locura.
Fue El Todo de Dios, Su Hijo, a cambio de nuestro todo.
¿Cuál es nuestro todo? ¿La vida feliz? ¿La prosperidad? ¿La salud intacta?
¡No! ¡Mil veces no!
El todo humano ha sido vidas desfavorables. Fracasos sentimentales, fracasos familiares, fracasos profesionales, en fin, agonías constantes en el cuerpo, en el alma y en el espíritu. A veces, como si no bastara, incluso la salud comprometida, para no decir, la vida a un paso de la sepultura.
¡Sí! ¿Cuál es el todo que nosotros tenemos para dar a cambio del Todo de Dios?
La salvación es para los que creen en la práctica, no en la teoría.
La creencia cristiana práctica exige sacrificio, por eso es locura para los que se pierden.
¡Que Dios los bendiga!