Gabriela llegó a la Terapia del Amor buscando una solución para su matrimonio: “Concurríamos a la Iglesia Universal, pero nos apartamos de la presencia de Dios y empezamos a tener peleas, inseguridades y discusiones. Entré en estado depresivo, no me bañaba, ni comía, no cocinaba. Mi esposo llegaba a mi casa y yo le peleaba al punto de agredirlo físicamente. Cuando él estaba lejos, lo extrañaba, pero cuando llegaba, lo odiaba. Como yo no dormía de noche, me paraba al lado de la cama con un cuchillo. Varias veces intenté suicidarme delante de él porque no le encontraba sentido a nada, me sentía frustrada y mal”.
Por su parte, su esposo recuerda: “Yo trabajaba por las noches, entraba a las ocho de la noche y salía a las seis de la mañana. Peleábamos tanto que yo hacía horas extras para evitar estar en mi casa. Salía de un turno y entraba al otro. Ella a la madrugada me mandaba mensajes, me decía que me extrañaba o me preguntaba cómo me estaba yendo en el trabajo, pero cuando yo llegaba a mi casa lo único que encontraba eran peleas. Nos agredíamos mutuamente física y verbalmente. Muchas veces quise hacer turnos de 24 o 48 horas para no verla”.
La situación comenzó a afectar la salud de Gabriela. “La médica me dio medicación para dormir y me mandó al psiquiatra”, señala. Ese fue el momento en el que ella decidió empezar de nuevo: “Me dio una tarjeta para que retirara la medicación en la farmacia, pero yo la rompí y ese mismo día volví a la iglesia”.
“Primero empecé a estar bien con Dios, porque si no estaba bien con Él, no podía estar bien con mi esposo. Empecé a trabajar en mí porque yo tenía mucho rencor y era muy insegura. Empecé a sacar toda la basura que había en mi corazón, la angustia y la tristeza. Entonces comencé a dormir por las noches, ya no me quería suicidar y tampoco tenía deseos de matar a mi esposo. Pero todo fue de a poco, no fue de la noche a la mañana. Logré perdonarlo y nos casamos. Hoy vivimos como novios, vamos juntos a todos lados, hacemos lo que queremos porque trabajamos por nuestra cuenta”, relata.
Por último, su esposo subraya: “Empezamos de nuevo a acercarnos a Dios porque la situación ya no daba más. En tres meses cumplimos nueve años juntos y vamos por más. Valió la pena participar en la Terapia del Amor”.
En las charlas de la Terapia del Amor, que se realizan todos los jueves, la Universal busca concientizar tanto a los casados como a los solteros, sobre la importancia de curar el alma, de invertir en sí mismo y de actuar de acuerdo con la razón.
Participe a las 8 h, 10 h, 16 h y 20 h en la Universal más cerca de su domicilio.
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