Nuestra primera lucha no está en la salud ni en la economía ni en la familia, la primera lucha del ser humano está en su mente, en elegir qué pensamientos alimentar y qué pensamientos reprender.
Jesús lo dejó claro cuando dijo estas palabras:
“Mas libranos del mal …” (Mateo 6:13).
El mal tiene por objetivo atacar principalmente a los que son de Dios, a los que Lo buscan, ¿y por qué?
Porque el mal tiene por objetivo y por blanco principal a los que creen en Dios, a los que quieren servir y glorificar a Dios con su vida, con su carácter y con su fe inteligente, no religiosa ni fanática, sino con su vida de superación y realización, de felicidad, porque el mal sabe que, a través de esta persona, su familia, su barrio, toda una ciudad, un país, será evangelizado y se dará cuenta de que sí se puede vencer al mal siempre y cuando se Lo pidamos a Dios.
Jesús enseñó en este 7º Poder que debemos pedirle al Padre que nos libre del mal. El mal existe, y el principal mal actúa en la mente haciendo que nos veamos con malos ojos: “eres viejo”, “no tienes experiencia”, “sufriste un trauma”, “tu familia es mala”, “no tuviste una buena niñez”, “no fuiste feliz en el amor”, “nunca nadie ha creído en ti”, “nunca nadie te dio nada”, “nunca nadie te ayudó”…intentado siempre que nos minimicemos, que nos victimicemos, que seamos negativos. Ser negativo o positivo es una elección, yo elijo cómo me voy a ver y cómo voy a ver a las personas que son parte de mi vida y que incluso me decepcionaron o me frustraron, personas como familiares, conocidos y amigos que deberían haberme ayudado pero no me ayudaron. Pero yo no puedo detener el tiempo y quedarme llorando y lamentándome por lo que dejaron de hacerme de bueno o por lo que me hicieron de malo, yo en el presente tengo que tomar la decisión de vencer a este mal, al mal pensamiento. No se olvide de esto, los malos pensamientos vienen para todos, y también las malas palabras.
Cuando Jesús nos enseña a pedirle al Padre
“libranos del mal” (Mateo 6:13).
quiere decir: “líbrame de hablar lo que no debo, de maldecir, de juzgar, de murmurar, de blasfemar, líbrame, Señor de este mal, del mal que está en la lengua”.
Está Escrito que la misma boca que se abre para alabar a Dios y pronunciar el Nombre de Dios, que es Jesucristo, no debe ser abierta para maldecir, para juzgar al prójimo, para murmurar, para hablar solo de problemas y dificultades y sufrimientos y frustraciones. Esta boca tiene que ser abierta para hablar palabras de vida, para bendecir, para exaltar el Poder de Dios y santificar Su Nombre.
Cuando se habla del mal las personas enseguida piensan en el diablo, en los demonios, en accidentes, en catástrofes, ¿sí o no? Pero, según Jesús, peores que los accidentes y que las catástrofes y que el diablo son los que dicen ser de Dios y Lo llaman Padre pero no actúan como hijos. Cuando están entre la voz de un especialista o de un familiar, de un incrédulo, de una persona que no tiene nada que ver con Dios, de una amistad, de un abogado, un médico, un pastor, cuando están entre dos palabras, entre la palabra del ser humano y la Palabra de Dios, se aferran a la palabra del hombre y acaban decepcionándose y decepcionando.
Pero cuando yo elijo a la Palabra de Dios por encima de la palabra de todos, de la iglesia, de los políticos, de la familia, de los especialistas, cuando elijo confiar en la Palabra de Dios, entonces la fe viene por el oír y el oír la Palabra de Dios, y dependo de esa fe para vivir, como Está Escrito:
“El justo por su fe vivirá” Habacuc 2:4-14.
Si yo me pongo a escuchar palabras que no son de Dios, la duda va a poseer mi mente, mi vocabulario, y consecuentemente mi corazón, y voy a quedar abatido, desanimado, confuso, irritado o ansioso, y voy a tomar decisiones equivocadas y a tener reacciones incorrectas, y en vez de resolver problemas voy a crear otros problemas. Porque cuando oí la palabra del hombre elegí confiar en ella y despreciar a la Palabra de Dios.
Cuando Jesús nos enseña a pedirle al Padre que nos libre del mal Él está hablando sobre esto, Él Se refiere a los malos pensamientos: “pídele al Padre que te libre de los malos pensamientos y, cuando estos vengan, repréndelos”.
Cuando escuche palabras negativas repréndalas, no las acepte, cuando sea tentado a hablar lo que no debe no hable, cállese. Está Escrito que hay momentos para hablar y momentos para escuchar, pero hay gente que solo quiere hablar. Incluso parece ser dueña de la verdad, parece ser alguien perfecto y que todo el mundo es imperfecto, llamado mentiroso a Jesús, porque Él dijo que nadie es perfecto. Y esta gente es generalmente la más problemática. ¿Sabe cuál es la diferencia entre tener problemas y ser problemático?
Cuando la persona tiene muchos problemas y no es problemática no busca justificar sus problemas y errores en nadie, no mira hacia afuera sino que mira siempre hacia adentro. Este es el secreto, esta es una actitud de humildad, de fe y de valor, porque uno tiene que ser valeroso para enfrentar sus propios errores y tiene que mirar su interior para ver qué puede cambiar, qué puede hacer y dejar de hacer. Por su parte, cuando la persona es problemática ve problemas y dificultades en todos y no ve nada en ella misma, y el tiempo pasa, envejece y permanece en la iglesia como una religiosa, como aquellos que acaban vacunando a otros contra Jesús porque dan malos ejemplos de carácter, de vida y de fe.
Si usted ha sido esta persona problemática, Dios le envió acá hoy para que Le pida al Padre que le libre de este mal de ser problemático. Este es un mal que solo usted puede resolver, dejando de mirar a los demás y mirando dentro suyo para cambiar.
“libranos del mal” (Mateo 6:13).
¿qué mal? El que usted hace, hay gente que habla bien, escucha bien, pero cuando hace las cosas las hace mal, de mala gana, es violenta con sus manos, sus manos tocan lo ajeno, es diezmista pero toca los derechos del empleado, del cliente, de la empresa en la que trabaja, es negligente, las obras de sus manos son malas.
Sin hablar de aquellos que, por ignorancia, practican la hechicería. La Biblia dice que la gente que usa sus manos para hacer el mal va a cosechar en esta vida —no después— el mal que hizo. ¿Sembraron? Van a cosechar, y no es una maldición o un castigo de Dios, sino el efecto normal: usted sembró y va a cosechar.
Hay otros que no hacen el mal con las manos, pero lo hacen —como dijo Jesús— con los ojos, no hablan, no escuchan, no hacen, pero miran mal, siempre están mirando a los demás o a sí mismos o a Dios, a la Obra de Dios, a los propósitos de fe con malos ojos.
Jesús dijo que cuando la persona tiene los ojos malos todo su cuerpo se llena de tinieblas, y los espíritus malignos son atraídos por las tinieblas. Yo conocí a personas que nunca habían practicado la hechicería, pero los demonios habían entrado por sus ojos. Cuidado con lo que usted ve, imágenes sucias, indebidas, violentas, de horror, de promiscuidad, ¡cuidado!
Cuidado con cómo se ve a usted mismo, Dios lo ve como a una persona imperfecta, pero, si usted se arrepiente, Él le perdona y le bautiza con el Espíritu Santo. Él le libra del mal, ¿sabe cuál es el peor mal que existe? No es una catástrofe o la pérdida de un familiar, sino el que ocurre dentro del ser humano, en el corazón. Jesús dijo que si el corazón es limpio la persona será feliz porque verá a Dios. Pero, si el corazón es sucio, dijo Jesús que la persona verá el mal. Así que no culpe a las personas ni al diablo.
Si usted está viendo al diablo en su vida matando, robando y destruyendo, debería ver qué hay en su corazón, ¿orgullo, soberbia, ingratitud, infidelidad hacia Dios? Usted debe confesar y limpiar ese corazón para ver a Dios por medio de su carácter transformado, a través de su corazón lleno de paz, a través de una certeza absoluta de que no está solo en este mundo, de que Dios está con usted y no tiene que temer a los problemas, a la muerte, a la discriminación, porque Él le justificará, Él le defenderá.
Jesús dijo
“mas libranos del mal” (Mateo 6:13).
¿por qué Él quiere que Le pidamos al Padre que nos libre del mal si el Padre sabe que somos tentados, presionados, y que vivimos en un mundo tan lleno de maldad? Allá en el versículo 4 del capítulo 34 del libro de Salmos dice:
“Busqué al Señor, y Él me respondió, y me libró de todos mis temores”. Salmos 34:4
¿Vio dónde están los peores enemigos y el peor mal? En el interior, con pensamientos, miradas, palabras. A quién se escucha, lo que se hace y lo que se nutre en el interior. Los temores. ¿Cuáles son sus temores?
El temor de no casarse, de no constituir una familia, de no ser exitoso, de no ser bautizado con el Espíritu Santo, de nunca ser motivo de alegría o de orgullo para alguien o para la nación. Esos temores tienen una raíz y no es la brujería, la maldición hereditaria o la enfermedad, o las deudas, o la falta de un título, ¡es la falta de la Presencia de Dios!
Cuando hay temores es porque está faltando fe, y si falta fe es porque usted está despreciando la única Fuente que genera fe, que es la Palabra de Dios. Cuando usted escucha la Palabra de Dios, Él le da fe, certeza, confianza, paz, y usted no depende de la iglesia, ni del pastor, ni de los políticos, de nadie sino de Dios y de usted mismo, porque vive por lo que Está Escrito y no por lo que ve, oye, habla, siente, o por lo que hizo en el pasado. Pasado es pasado y no se puede cambiar, pero en el presente usted puede entregarse a Dios y decirle: “líbrame y líbranos del mal”. ¿De qué mal? De sus temores. ¿Cuál es su temor? Lea una vez más:
“Busqué al Señor, y Él me respondió, y me libró de todos mis temores”. Salmos 34:4
No de uno, no de dos, no de tres, ¡de todos ellos!
No sé lo que hay en su mente ni cómo se ve ni cómo ve a los demás, pero o usted vence a todo este mal o males y es feliz, o va a la tumba antes de tiempo habiendo vivido antes un pedazo de infierno en la Tierra.
Piense que peor que el mal que le hicieron es que usted no se perdone o esté mirando hacia el pasado, porque ni Dios cambia el pasado. Por eso satanás, ladino y cobarde, llama su atención hacia las cosas del pasado, a lo que ya fue, soplándole cosas al oído para que se condene y se censure y se excluya. Vea lo que dice en el versículo 7 del Salmo 34:
“El ángel del Señor acampa alrededor de los que le temen, y los rescata”. Salmos 34:4
¿No es lindo? Es emocionante, y ahora usted va a llorar:
“Busqué al Señor, y Él me respondió, y me libró de todos mis temores. Los que a Él miraron, fueron iluminado; sus rostros jamás serán avergonzados. Este pobre clamó, y el Señor le oyó, y lo salvó de todas sus angustias. El ángel del Señor acampa alrededor de los que le temen, y los rescata”. Salmos 34:4-9
¿No es maravilloso?, Dios mío, ¡cuando leo esto mi corazón gime y se agiganta! Él escuchó a este pobre, yo soy un pobre pecador, Dios no vio fallas ni imperfecciones … clame al Señor, mire al Señor, escuche al Señor, haga lo que usted debe hacer y, lo que usted no pueda, Dios lo hará. ¿Amén?
Obispo Júlio Freitas
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