Hay un viejo refrán que dice “en la casa de la abuela, todos los días son domingo”. Mucho de lo que no es permitido en la casa de los padres, en el hogar de los abuelos tienen tránsito libre. Allí entra otro dicho: “los padres los crían, los abuelos los malcrían”. Lo mismo puede decirse respecto a los tíos y otros parientes cercanos. ¿Hasta qué punto eso es bueno o malo para los pequeños? ¿ Realmente es verdad?
La psicóloga Ana Paula Magosso Cavaggioni va directo a un tema crucial. “Los padres tienen que estar en el papel de padres. A partir del momento en el que ocupan esa posición, los abuelos podrán ocupar la que les corresponde que es el lugar de abuelos”, afirma.
En muchos casos, los niños se quedan con los abuelos mientras los padres trabajan, eso hace difícil identificar la frontera de las responsabilidades. “Claro que pasar mucho tiempo con los niños implica que los abuelos sea responsables por algunas actividades con ellos. Es necesario, sin embargo, que los padres decidan lo que quedará a cargo de la abuela y conversen con ellos para saber si están de acuerdo”, completa la psicóloga.
El poder de “malcriar”
Ana Paula explica que los padres deben poner reglas y límites. “Los abuelos y otros parientes no tienen el poder de malcriar a un niño. La relación de ellos no es de padre y madre. Lo que puede hacerles mal a los pequeños es que los padres no hayan logrado establecer reglas y límites claros para los hijos en casa, pues, de esta manera, ellos no tendrán una referencia firme de lo que se espera de ellos”, cita Ana Paula.
El punto de partida es el propio hogar. “La educación y los límites son dados por los padres, en la familia, dentro de casa”, dice Ana Paula.
La pareja, Alexandre y Vanessa de Oliveira, padres de Henrique e Izabely, hoy de 14 y 11 años, (fotos de al lado) respectivamente, felizmente cumplieron bien lo que la especialista defiende con firmeza. “Claro que los abuelos tienden a “malcriar”, pero, si los padres están centrados en la educación de los hijos, eso no llega a causar daños”, comenta Alexandre. “En nuestro caso, los abuelos de los niños notaron eso y no interfirieron en la crianza de ellos”, asegura.
Conversar con los hijos también es una parte importante en este proceso. “Nosotros hablamos mucho, dejando clara la disciplina y las reglas tanto en nuestra casa como en la de los abuelos o en cualquier otro lugar. Gracias a Dios, nuestros hijos no fueron rebeldes y hoy la relación con nosotros, y con los abuelos es muy buena. Aunque ellos tengan cierta libertad extra con ellos, los respetan mucho”, cuenta. La psicóloga concuerda. “Los niños deben saber que estarán en la casa del abuelo y de la abuela, y qué esperan los padres de ellos mientras están allá, qué reglas deben seguir y qué pueden hacer. Debe quedar claro que, en la ausencia de los padres, el adulto responsable por su seguridad es el que está presente, a quien ellos deben obedecer.”
Alexandre toca en un punto importante: “Podemos aprender con ellos, que tienen más experiencia. Ese intercambio fue de mucho valor”, resalta.
Vanesa concuerda con el marido que, en el caso de su familia, la identidad de padres y de abuelos quedó bien definida. Ella reconoce, sin embargo, que no siempre fue así. “Algunos abuelos tienen realmente el pésimo habito de interferir. En una discusión, en un debate, están en favor de los niños y pareciera que los padres están contra ellos. En nuestro caso, no pasamos por todo eso, pero sé que muchas familias lo pasaron”, explica. Como los niños notan la figura de la autoridad paterna y materna desde temprano, eso es respetado hasta hoy, con Henrique ya adolescente e Izabely en la pre adolescencia. “Si los abuelos les hacen una invitación para ir a algún lugar o algo parecido, los dos responden automáticamente que van a preguntarme a mí o a Alexandre si estamos de acuerdo”, relata la madre.
La psicóloga Ana Paula concluye que la relación familiar de los niños con los otros parientes puede ser enriquecedora para todas las partes y destaca que todo anda mejor si cada uno sabe cuál es su debido lugar. “El papel de los abuelos es gratis, de placer, de atención, cariño y amor. Ellos consienten y la responsabilidad de educar es de los padres. Siempre debe existir el respeto a los criterios y hábitos que los padres establecen. Pero, cuando los abuelos ceden a algunos caprichos o deseos de los nietos, ellos no le quitan la responsabilidad paterna o corrompen el carácter del niño”, garantiza.
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