Extender la mano, llorar y sonreír junto a nosotros, criticar, elogiar. Ese es el papel del verdadero amigo. Aun cuando no esté a nuestro lado en todos los momentos, nos inventiva a ir más allá, a parar, a ceder, a actuar con sensatez. No es egoísta, es amable y, al mismo tiempo, duro. Nos impulsa a luchar, sufre nuestras angustias, vibra con nuestras victorias.
Durante nuestra caminata encontramos muchos amigos; algunos son para toda la vida y otros duran poco tiempo, pero son recordados para siempre.
Un amigo, muchas veces, es más cercano que un hermano.
La amistad es tan importante en la vida del ser humano que, recientemente, fue tema de estudio de la universidad británica London School of Economics. El relevamiento dejó ver que los amigos – y también los parientes- dan más felicidad que tener mucho dinero.
Según la investigación, cuando los entrevistados eran inducidos a pensar en la comunidad o la familia, las respuestas mostraban que los ingresos no tenían efectos sobre el bienestar. Las personas que tenían buenas relaciones con los amigos y familiares eran más propensas a ser felices en todas las circunstancias presentadas en el estudio, independientemente de estar pensando en dinero.
La verdadera amistad
Pero dicen que al amigo verdadero se lo conoce en las peores situaciones.
Que Alberto lo diga (nombre cambiado a pedido del entrevistado). Rodeado de muchos “amigos”, lo consideraban como “el siempre listo”. Extrovertido, motivador, extremamente solidario, fiel y compañero.
Para él no existía el “mal tiempo”, si alguien necesitaba algo, allá estaba. “Me sacaba lo que tenía en la boca para dárselo a mis amigos”, recuerda.
Dedicado y fraternal, nunca hizo nada esperando recibir algo a cambio, al contrario, siempre fue muy generoso.
Hasta que un accidente de moto le trajo serios problemas de salud, y los amigos desaparecieron.
“Como no podía continuar yendo a los mismos lugares que ellos frecuentaban debido a la deficiencia que adquirió (quedó parapléjico), fueron desapareciendo uno a uno, puedo contar con los dedos de una mano los que quedaron. Pero ahora sé con quién puedo contar realmente. Continúo siendo la misma persona, con la misma personalidad. Pienso que la amistad sincera, tiene que ser fiel en los buenos y en los peores momentos. Sí, existe, pero en mi opinión, cada vez es más difícil crear lazos como en el pasado.”
Y usted, ¿quiere ser un buen amigo? Si es así, sea, en primer lugar, amigo de Dios porque cuando tenemos temor a Él y somos sinceros en la plenitud de Su Palabra, automáticamente somos sinceros con nuestro semejante, buscamos ayudar y sembrar buenas y verdaderas amistades.