Los atributos del Espíritu Santo son los mismos del Dios Padre y del Dios Hijo, o sea:
a) Creador – En los primeros versículos de la Biblia encontramos referencias al respecto del Espíritu Santo como Creador, una vez que mediante la voz del Dios Padre, el Espíritu de Dios trajo a la existencia las cosas que no existían, como podemos verificar en Génesis 1:1-2: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.”
b) Omnipotente – todos los milagros y maravillas que encontramos registrados en la Sagrada Escritura tuvieron la acción directa tanto de Dios Padre y del Dios Hijo como del Dios Espíritu Santo. Sin embargo, el Espíritu Santo, desde mi punto de vista, fue el más expresivo e importante, en la venida del Dios Hijo al mundo. En aquella oportunidad, el ángel Gabriel fue enviado de parte de Dios a la ciudad de Nazaret, a un viaje, anunciando el nacimiento del Hijo de Dios a través de ella, diciendo:
“El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.” Lucas 1:35
Esta es una de las evidencias del poder ilimitado del Espíritu Santo. También el apóstol Pablo, escribiendo a los cristianos romanos, afirma:
“Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.” Romanos 8:11
Es humanamente imposible desarrollar pensamientos al respecto del poder de Dios, pues ni siquiera la Biblia es capaz de manifestar Su autoridad y fuerza. Todo lo que es revelado sobre la omnipotencia del Espíritu Santo nos da tan solo algunas ideas sobre lo que Él es capaz. Consideramos todas las cosas, mediante el tiempo y espacio; para nosotros existió el ayer, existe el hoy y existirá el mañana, porque vivimos dentro de los límites del tiempo, que por otro lado, nunca para.
Sin embargo, Dios no es como los hombres, pues para Él no existe pasado, presente o futuro porque simplemente es el mismo, ayer, hoy y será para siempre. Es evidente la dificultad que tenemos al expresar algo ilimitado, cuando somos tan limitados. El apóstol Pedro afirmó: “Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.” 2 Pedro 3:8
Si usted quiere aprender más sobre la Palabra de Dios y tener la dirección del Espíritu Santo para practicarla, participe del Ayuno de Daniel.
(*) Texto extraído del libro “El Espíritu Santo”, del obispo Edir Macedo
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