Ciertas películas están levemente basadas en hechos para el enriquecimiento de la trama. Algunas, inclusive, utilizan ciertas “licencias creativas” para incrementarlo.
“Los Cazadores del Arca Perdida” (1981), de Steven Spielberg, presentó al público mundial al arqueólogo Henry “Indiana” Jones Jr. (Harrison Ford, en la foto), profesor universitario que no pensaba dos veces en meterse en las más peligrosas aventuras cuando el tema era recuperar objetos históricos que, para él, pertenecían al pueblo y deberían poder acceder en un museo; y no estar en las manos de ladrones y coleccionadores particulares clandestinos. En su película de estreno, “Indy” Jones tuvo la chance de encontrar uno de los más importantes objetos de toda la historia: nada menos que el Arca de la Alianza, cuya confección, Dios ordenó a Moisés, como marco de Su señorío hacia el pueblo hebreo (Éxodo 25).
La famosa Arca no tiene un destino conocido, lo que permanece como uno de los grandes misterios de la humanidad. Spielberg, siendo él mismo judío, dirigió una historia escrita por Philip Kaufman y George Lucas, creador de otra saga más que notoria, “Guerra de las Galaxias”. El “padre” de Darth Vader se aprovechó de la historia del instrumento sagrado judío como el argumento para que Jones emprendiese su primera aventura cinematográfica, uno de los mayores éxitos del cine hasta hoy.
Solo que hay algunos agujeros en la historia de “Los Cazadores del Arca Perdida” ya que, en el caso que la Biblia hubiera sido mejor consultada, no ocurrirían – no es que eso le quite mérito al film, entretenimiento de la mejor calidad, hecho con los mejores recursos que la industria cinematográfica ofrecía en la época, que, además, lanzó un personaje ícono e imitado a más no poder.
El arca contenía las tablas de piedra con los Diez Mandamientos, que Dios le dio a Moisés en el monte Sinaí. Como vemos en Éxodo 32, al descender, Moisés lanzó las tablas al piso, airado por causa de que los hebreos estuvieran en plena adoración a un ídolo, un becerro de oro. Indiana Jones, a cierta altura del film, explica que los pedazos de esas tablas fueron recogidos por los judíos y depositados en el arca. Aun así, la Biblia lo desmiente. En la Palabra consta que Dios ordenó a Moisés que preparara dos nuevas tablas y subiera nuevamente al Sinaí, para que las palabras fueran re-escritas en éstas. Y fue esa “segunda edición” de los mandamientos la depositada en el arca.
“En aquel tiempo el Señor me dijo: “Lábrate dos tablas de piedra como las primeras, y sube hasta mí al monte. Hazte también un arca de madera.
Yo escribiré en esas tablas las palabras que estaban en las primeras tablas que quebraste, y tú las pondrás en el Arca.”
»Hice un arca de madera de acacia, labré dos tablas de piedra como las primeras y subí al monte con las dos tablas en mis manos.
Él escribió en las tablas lo mismo que había escrito antes: los diez mandamientos que el Señor había proclamado en el monte de en medio del fuego, el día de la asamblea. Y me las entregó el Señor.
Entonces me volví, descendí del monte y puse las tablas en el Arca que había hecho. Allí están todavía, como el Señor me lo mandó
Deuteronomio 10:1-5
Pero ese error no es el único. Indy, que en el film es un excelente profesor de arqueología e historia, dice que probablemente el Arca de la Alianza fue capturada por las tropas egipcias del faraón Sisac cuando invadieron Jerusalén y saquearon el Templo de Salomón, más o menos en 980 antes de Cristo (a.C.) – aunque evidencias históricas señalen que fue más cercano a 930 a.C.-. Ese saqueamiento realmente es contado en la Biblia:
“Al quinto año del rey Roboam subió Sisac, rey de Egipto, contra Jerusalén,
tomó los tesoros de la casa del Señor, los tesoros de la casa real, y lo saqueó todo. También se llevó todos los escudos de oro que Salomón había hecho.”
1 Reyes 14:25-26
Muchos historiadores creen que el arca fue llevada en esa época para Egipto o para Etiopía (donde algunos creen que está hasta hoy). Los libretistas y guionistas usaron esa versión para dar explicación al retiro del arca de Jerusalén. Mientras que la Biblia no lo confirma. Aunque esté claro que hubo un gran robo al Templo, no está escrito en la Palabra que el Arca de la Alianza estaba entre las pertenencias llevadas. Y las escrituras siempre fueron muy claras cuando el tema era alguien apoderándose del grande baúl, el objeto más sagrado para los judíos. Hay, inclusive, una versión no oficial de los hechos, de que los levitas (los únicos autorizados en tocarla, además de los sacerdotes) huyeron con el objeto por varios caminos subterráneos de la ciudad, para no dejarla caer en manos enemigas.
Hoy, sabemos que la alianza con Dios es algo mucho más allá de objetos y predios hechos por el hombre. Es algo íntimo, que debe hacerse sincera y totalmente independiente de cualquier objeto físico.
Spielberg, Lucas, Kauffman y el guionista Lawrence Kasdan podrían haber evitado esos pequeños errores históricos simplemente leyendo mejor las Escrituras. Aunque tampoco eso llega a disminuir uno de los films más divertidos y electrizantes de todo el siglo pasado, en su objetivo de ser (además de la enorme taquilla): un óptimo entretenimiento.
En todo caso, es siempre bueno aclarar alguna duda, pues es muy posible que algún incauto termine creyendo en las informaciones de Indiana Jones y registre alguna información histórica equivocada, aun siendo pequeña, como verdadera.