El Señor hizo pacto con Abraham, con Isaac, con Jacob y con el pueblo de Israel. A pesar de que todos ellos fallaron, el Señor permaneció fiel a Su promesa. Y, si a través de los sacrificios de animales el Señor fue fiel para con los patriarcas, ¡imagínese cuando esa alianza es realizada a través del sacrificio de Su propio Hijo! ¡Esa justamente es la conciencia de la fe cristiana! ¡Cuando la persona realmente es nacida del Espíritu Santo tiene la más absoluta certeza de que nadapuede excluirla de aquello que le fue prometido a Abraham,su padre en la fe!
Por la boca de Pablo, el Espíritu Santo dice: “El que noescatimó ni a Su propio Hijo, sino que Lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con Él todas las cosas?”,(Romanos 8:32).
El apóstol aquí está afirmando la disposición de Dios para darnos “todas las cosas”. Cuando hay sincera y verdadera alianza con Dios, todo lo que Le pertenece pasa a ser de la persona y viceversa; pero el precio es hacer y mantener la alianza con Él por medio del sacrificio realizado en el Calvario.
Ahora quedan más claras las palabras del Señor Jesús,cuando, repartiendo con los discípulos la Santa Cena, dijo:“Esto es Mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada”,(Marcos 14:24). Alianza es casamiento en régimen de comunión de bienes. Todo es común entre la pareja. ¡Así es con Dios! ¡Si estamos aliados a Él, todo es común a nosotros!La verdad es que Dios tiene placer en bendecirnos más de lo que nuestra necesidad exige.
Todo, todo, todo lo que fue prometido a Abraham es un derecho de los aliados de Dios. Es por esa razón que el Espíritu Santo dijo a los cristianos de Galacia:
“Sabed, por tanto, que los que son de fe, estos son hijos de Abraham”, (Gálatas 3:7). Es decir, tantos cuantos tiene el Señor Jesús, el Cordero de Dios sacrificado, como testimonio de la alianza con el Padre.
Claro, esa concepción de fe no puede ser teórica. Muchos piensan que el simple hecho de haber aceptado al Señor Jesús como Salvador ya es suficiente. ¡No! ¡Mil veces no! La aceptación implica la enuncia al pecado,el sacrificio de la propia voluntad, huir del mal, en fin,practicar la Palabra del Señor Jesús. Es preciso “tomar la cruz” y seguirlo día a día.
Esto es muy difícil de hacer, ¡especialmente por aquellos que se resisten a vivir y a andar en la verdad! Tenemos, en el capítulo 17 de Génesis, al menos tres puntos extremadamente importantes:
1-La alianza — Fundamento principal de la relación con Dios. Las personas pueden recibir beneficios por su fe en Dios, pero jamás entrarán en Su Reino si no hacen una alianza con Él.
Muchas personas han considerado el hecho de haber aceptado al Señor Jesús como Salvador, y encuentran esto suficiente. Abraham también aceptó las promesas de Dios, pero tuvo que pagar su precio para tomar posesión de ellas.
Se nota, entonces, un cambio de actitudes cuando se entra en alianza con Dios. El Señor dio las promesas, pero a cambio,Abraham tuvo que creer y mostrar que realmente creía al obedecer la Palabra de Dios.
Es interesante ver que Sus promesas solamente se hacen realidad en nuestras vidas cuando nuestra fe también es real, o sea, ellas se materializan en nuestras vidas cuando respondemos con una fe también materializada.Por lo tanto, no sirve de nada creer teóricamente, porque si la fe es teórica, también teóricas serán las promesas de Dios.
La circuncisión de la piel del prepucio fue una señal dolorosa,impuesta no solo a Abraham, sino a todos los varon es que formaban parte de su comunidad.
El prepucio es una de las partes más sensibles del cuerpo del hombre. Está ubicado en la parte exterior del órgano genital.Significa que Dios instituyó justamente el corte de la parte más íntima de Abraham y de los demás varones.
Dios sabía muy bien que esa cirugía sería terriblemente dolorosa, especialmente para Abraham, un hombre de 99 años. No había anestesia, mucho menos instrumentos quirúrgicos apropiados como los de hoy. Aun así esta era la señal exigida por Dios para marcar Su alianza con los hombres de aquella época.
Quiere decir: él sentiría un enorme dolor por algunos días; pero jamás se olvidaría de aquel día. El día en que su fe en Dios fue materializada a través de un sacrificio
realmente doloroso.
Naturalmente, la circuncisión realizada hoy en día,bajo la Nueva Alianza, se hace en el corazón, a través del bautismo en las aguas. No hay ningún dolor en cuestión,por lo menos físico. Pero existe el dolor de la renuncia, día tras día.
Aquello que antes era considerado por algunos como una simple fuente de placer, como el adulterio, la prostitución y las impurezas en general, ahora debe ser negado, en razón de la fe.
Claro, muchos han resistido la idea de cualquier sacrificio por la fe. Intentan justificarse diciendo que Jesús ya consumó el sacrificio. ¡Es verdad! Pero el Señor hizo Su parte,y cada uno de nosotros tiene que hacer la suya. Así fue la alianza entre Dios y Abraham, ¡y es así la alianza entre el Señor Jesús y nosotros!
2-La simiente — La principal finalidad de la simiente es reproducir. Y su reproducción solo depende de ella y dela tierra donde cae. Si cae a la orilla del camino, será comida por las aves; si cae en suelo rocoso, donde la tierra es poca,no crecerá, pues va a nacer y morir; si cae entre los espinos la sofocarán. Pero si cae en buena tierra entonces se multiplicará(Mateo 13). Este caso es el de aquellos que oyen y practican la Palabra de Dios.
Es interesante el hecho de que la simiente es creación de Dios, así como la tierra. Pero la semilla tiene su voluntad libre; es ella quien decide si muere o permanece viva para sí misma. La buena tierra de Dios queda a la expectativa de su decisión.
Cuando Dios le dijo a Abraham “Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti. Y estableceré Mi pacto entre Mí y ti”, con certeza estaba considerando a Abraham como a la propia simiente. En otras palabras, el Señor mismo trabajaría como Sembrador; usaría a Abraham como una semilla fecunda para la multiplicación en muchas naciones, muchos reyes, en fin, una descendencia tan numerosa que no podría ser contada. Como las estrellas en el cielo, y como los granos de arena en la playa.
Pero para que la simiente se multiplique, es necesario que esté muerta, seca de sí misma; de lo contrario es imposible que sea fructífera. El Señor Jesús enseñó eso, cuando dijo:“De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto”, (Juan 12:24).
Para que Dios multiplicara a Abraham era necesario que él fuera una simiente muerta para sí misma; es decir, él tendría que ser siervo, barro, oveja; en fin, lo suficientemente humilde para dejarse conducir como niño por la mano de Dios.
Y no nos podemos engañar: quien quiera ser jarro en las manos de Dios tiene que ser barro maleable, muerto parasu propia voluntad. Quien quiera ser siervo del Señor Jesús debe colocarse en la posición de oyente y practicante de la Palabra del Señor, y sin ninguna voluntad de agradarse así mismo.
Quien quiera ser oveja del Pastor Amado debe andar junto al rebaño. Finalmente, quien quiera ser un Abraham delos tiempos modernos debe tener el mismo carácter, la misma disposición, perseverancia, fidelidad y obediencia, ¡tal como Abraham en el pasado! Para eso tiene que sacrificar su ‘yo’, renunciar a su voluntad y, sobre todo, considerarse como muerto para sí mismo y para el mundo.
El Señor completa Su enseñanza diciendo justamenteesto: “El que ama su vida, la perderá; y el que aborrecesu vida en este mundo, para vida eterna la guardará”,(Juan 12:25).
Esto quiere decir que la simiente solo puede perpetuarsepor toda la eternidad cuando muere al caer en la tierra deDios. Como simiente en las manos de Dios, el hombre notiene nada que temer, siempre dará fruto.
El carácter de la mujer de Abraham no era gran cosa,pues ella lo había empujado a que tuviera un hijo con suempleada; y más tarde lo había instigado a que la echara junto con el niño. Mintió también al Señor, diciendo queno había reído cuando Lo oyó decir que en un año elladaría a luz un hijo. Aun así, la fidelidad y la misericordiadel Señor acompañaban a la ‘simiente’ Abraham. Y por sucausa, su mujer, Sara, finalmente fue bendecida
3-La tierra — Canaán fue la Tierra Prometida aAbraham. ¡Pero a los ojos humanos, el espacio físico quelos hijos de Israel hoy ocupan no es nada comparable aaquello prometido a Abraham!
A pesar de que sus descendientes, israelitas y árabes,ocuparon todo el Oriente Medio, aun así lo que Dios prometió hacer y cumplió, está muy lejos de lo que los ojos físicos pueden ver. Solamente con los ojos de la fe, o los espirituales, es posible divisar. En realidad, la Canaán de Abraham es el Reino de Dios de Sus hijos, es decir, el tan anunciado Reino predicado por el Señor Jesús.
Recuerdo que los judíos reivindicaron a Abraham comosu padre, porque sabían que todo lo que le hablaba erapara ellos también. Pero el Señor Jesús los cuestionó.
Las semillas engendradas por Abraham hacen referencia a sus hijos en la fe, como Isaac, y no a los de la carne, como fue Ismael. A los cristianos de las iglesias de Galacia, el apóstol Pablo resume diciendo: “Sabed, por lo tanto, que los que son de fe, estos son hijos de Abraham”,
(Gálatas 3:7).
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(*) Fragmento extraído del libro “La Fe de Abraham”, del obispo Edir Macedo.
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