No son pocos los cristianos que se quejan de las luchas que enfrentan después de asumir una vida con Cristo. La impresión que tienen es que se volvieron archienemigos del diablo. Pero, lo que ellos aún no entendieron, es que eso no es tan solo una impresión. De hecho, al aceptar al Señor Jesús como único Salvador, ellos se volvieron automáticamente el blanco de ataque preferido del diablo – además, eso será lo primero que sucederá, como el propio Señor Jesús advirtió:
“Y seréis aborrecidos de todos por causa de Mi Nombre…” (Mateo 10:22)
“… el mundo entero está bajo el maligno.” (1 Juan 5:19), que no “viene sino para hurtar y matar y destruir…” (Juan 10:10). Entonces, ¿qué cree que sucede cuando alguien, debido a su fe cristiana, comienza a caminar en contramano de este mundo?
“Tenemos que entender que los demonios son terroristas. No siguen reglas. Son implacables. Si el pueblo de Dios se levanta y resiste, ellos son obligados a someterse. Pero, si nadie muestra resistencia, los demonios atacarán a todos, sin tener en cuenta quiénes son y lo que hicieron para merecer el ataque. No les importa a quién destruyen, mientras que sea una vida humana”, explica el obispo David Higginbotham, autor del libro “Creyentes posesos”.
El obispo también destaca que, a diferencia del Señor Jesús que no entra en la vida de una persona sin que la misma Lo invite (Apocalipsis 3:20), los demonios fuerzan su entrada de todas formas, porque no poseen ningún carácter. “Son criminales, mentiroso, engañadores, transgresores. No importa lo que es correcto o justo, si la persona es buena o mala, los espíritus de las tinieblas quieren solo una cosa: esparcir el miedo y la destrucción por todo lugar posible”.
Ataque y defensa
Pero, el hecho de no pertenecer más al mundo lo convierte en el blanco de ataques, y es justamente eso lo que le dará la capacidad de vencerlo. A fin de cuentas, “¿quién es el que vence al mundo, sino aquel que cree que Jesús es el Hijo de Dios?” (1 Juan 5:5) A través de la fe, los nacidos de Dios vencen todo el mal, y con él no podemos ser buenitos. Estamos en una guerra invisible, y la mejor manera de que salgamos victoriosos de cada batalla es atacar las estrategias del enemigo.
“Como cristianos, sabemos que, en nuestra vida particular, el amor y la bondad tienen que ser la base de nuestro comportamiento y carácter en relación a los demás. Sin embargo, respecto al diablo y a sus demonios, tenemos que ser terminantemente implacables – o contraatacamos con todas las fuerzas o seremos atropellados”, advierte el obispo David.
Por eso, revístase de toda la armadura de Dios y ataque a los problemas que lo están afligiendo. La victoria ya está asegurada. Resista al diablo y el se retirará.
Comparta este mensaje con sus amigos y familiares. Mantengamos un ejército lleno de confianza delante de todas las luchas.
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