Todos nosotros tenemos proyectos de vida y, especialmente, pensamos en éstos en el comienzo de una nueva etapa, al igual que al comienzo de un año, después de las vacaciones, el primer día de clases, de un nuevo empleo o cuando conocemos a alguien.
Cuando comenzamos algo nuevo, deseamos que funcione. Nadie entra en un negocio o en una relación para fracasar. Es justamente por eso que nuestras intenciones deben estar vinculadas directamente a nuestra fe.
Construir con cautela un sueño es el primer paso para realizarlo, ya que de esa forma hay espacio para la planificación, aunque haya algún contratiempo en medio del camino. Pero quien cree tiene fuerzas para resistir.
A pesar de desear que algo suceda y poner las manos en la masa para que se realice, siempre hay alguien intercediendo por nosotros. Los designios o planes de Dios no siempre parecen claros, pero basta detenerse por un momento, prestar atención a su Palabra y entender Su voluntad para nuestras vidas.
Por eso, haga y mantenga un propósito para aquello que quiera mucho. Nunca se olvide que los designios son los proyectos de Él para nosotros. Él cuida de sus hijos con muchos cuidado para que estos se establezcan con salud y discernimiento, a fin de que concluyan la Suya y la propia obra de ellos.
“Te dé conforme al deseo de tu corazón y cumpla todos tus planes.” Salmos 20:4
“Pon tus actos en las manos del Señor y tus planes se realizarán.” Proverbios 16:3