Hasta el momento presente, son conocidas apenas dos tipos de fe: la natural y la sobrenatural. La fe natural se caracteriza por la autoconfianza que nace juntamente con el hombre, de manera general, a medida que va adquiriendo más conocimientos y se va desenvolviendo cada vez más.
Ésta se manifiesta en las mínimas actitudes que tomamos en cada momento de la vida. Por ejemplo, cuando nos levantamos a la mañana, inconscientemente manifestamos la fe natural, pues creemos que nuestros pies soportarán el peso de nuestro cuerpo para movernos hasta el lugar que determinamos.
Cuando tomamos un ómnibus, un tren, un taxi, o cualquier otro medio de transporte, creemos naturalmente que llegaremos al destino marcado. En aquel momento, no surge en nuestra mente ninguna duda en cuanto a la capacidad de las personas que conducen el vehículo, porque hay en nosotros una certeza natural de que todo está bajo control y que dentro de algún tiempo estaremos en el lugar deseado.
La fe natural también se hace presente cuando realizamos un trabajo porque creemos que a fin de mes recibiremos el salario correspondiente. Cuando el agricultor planta su semilla, está manifestando su fe natural, pues cree que en el tiempo apropiado recogerá sus frutos.
El paciente precisa de la fe natural para tratarse con su médico, y este último a su vez, también necesita de la fe natural para tratar a su paciente; si no, ¿cómo podría recetar un determinado tratamiento si él no creyese en el poder curativo del mismo?
Así sucede con el dentista, el abogado, el ingeniero, el constructor, el comerciante, el industrial, el político, en fin, con aquel que tiene algo para realizar.
Ya sea en forma directa o indirecta, en la vida todo tiene una manifestación de confianza, que es tan importante para la vida humana como lo es el oxígeno, el agua, la tierra y el sol. Por supuesto que la mayoría de las personas no se dan cuenta de eso, pero aun así, se mantienen dependientes de la fe natural para vivir. Lo interesante es que a pesar del desprecio de aquellos que no creen en Dios o que simplemente lo ignoran, igualmente tienen necesidad a cada instante de ese poder que viene de Él.
Mientras que la fe natural hace creer a la persona que el conocimiento de la ciencia produce desarrollo, la fe sobrenatural hace creer a la persona que todo lo que Dios ha prometido en Su Palabra se cumplirá íntegramente, independientemente de cualquier circunstancia. La fe sobrenatural está por encima de la fe natural y hasta de la propia razón.
No existe una explicación razonable para la fe sobrenatural, sólo aquello que la Biblia dice, que es la certeza de las cosas que se esperan, la convicción de los hechos que no se ven. Un ejemplo de eso es cuando el Señor Jesús ordenó a la higuera que nunca más produjera frutos. ¡Él estaba hablándole a algo que no tenía y no tiene oídos!
Tal vez alguien diga que el Señor Jesús es Dios y que puede hacer cualquier cosa, hasta que una higuera oiga. Entonces, ¿cuál sería el justificativo para Abraham, que llegó al punto de llevar a su único hijo al sacrificio? ¿Y de Moisés, a quien el mundo lo consideró como loco, por abandonar el trono de Egipto, el mayor y más avanzado país del mundo de la época, para sujetarse y vivir en la fe de sus padres? ¿Y Josué que tuvo una fe loca y audaz, al punto de ordenar que el sol quedase detenido?
Fragmento extraído del libro “Los Misterios de la Fe” del obispo Edir Macedo.