“Cuando el hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz está lo que posee. Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín” (Lucas 11:21-22).
Destacamos la palabra “valiente”, porque en la Biblia el valiente es tratado como héroe y sus hechos retratan su fe práctica, la fe que agrada a Dios. Pero el Señor Jesús también considera el espíritu inmundo como un valiente que actúa en la vida de los desequilibrados de la fe. O sea, como un valiente espiritual, proveniente del mal que domina no sólo la vida de sus víctimas, sino también todo lo relacionado a él.
Por eso, cuando alguien más valiente toma esa vida y ata al antiguo valiente, domina o toma todo lo que había obtenido. En este pasaje bíblico, el Señor se refiere al valiente de la fe y al valiente de la duda. Este solamente suelta a su víctima cuando esta ejerce su autoridad espiritual.
El Reino de Dios no consiste en palabras, sino en el ejercicio del poder de la fe. Los agentes del mal son ministros de la duda. Además de tener el poder para dominar la vida de los que no creen, ellos tienen predominio sobre todos los pueblos. No importa el grado de instrucción, la clase social o la religión profesada; esos valientes han aprisionado a sus víctimas sólo porque ellas no creen de hecho y de verdad.
Los valientes del mal tienen amplia libertad de acción en los reinos de este mundo. Y, los que no creen son presas fáciles del mal porque viven atados a ese reino. Pero eso no sucede con los que son de la fe. Estos viven en el Reino de Dios, que es considerado como el Reino de la Fe. Al final, quien vive por la fe vive en el Reino de la Fe, y los valientes del mal no tienen acceso a él, y tampoco a sus habitantes.
A diferencia de lo que sucede con aquellos que viven en el reino de este mundo, los que pertenecen al Reino de la Fe, tienen la autoridad del Reino de Dios para expulsar a los agentes del mal de sus propias vidas y de la vida de aquellos que así lo desean. Además de eso, son tipificados por el Señor como los más valientes.
Pero, ¿por qué el Señor Jesús menciona a dos valientes? El valiente es caracterizado por el coraje y por la conquista. ¿Pero cuál es el tipo de conquista mencionado por el Señor? El asunto de los dos valientes comenzó cuando Jesús expulsó el espíritu inmundo que estaba en un hombre mudo: “Estaba Jesús echando fuera un demonio, que era mudo; y aconteció que salido el demonio, el mudo habló; y la gente se maravilló” (Lucas 11:14).
Luego de haber sido liberado del espíritu maligno, el hombre pudo hablar normalmente. El Evangelio de Mateo registra que ese hombre no era sólo mudo, sino también ciego: “Entonces fue traído a él un endemoniado, ciego y mudo; y le sanó, de tal manera que el ciego y mudo veía y hablaba” (Mateo 12:22).
Pero los religiosos hipócritas criticaron a Jesús diciendo que Él expulsaba demonios por el poder de Belcebú, jefe de los demonios. “Y si yo echo fuera los demonios por Beelzebú, ¿por quién los echan vuestros hijos? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios” (Mateo 12:27-28).
Mientras estaba poseído por el espíritu inmundo, el hombre era ciego y mudo. Un valiente más fuerte que él dominaba todo su cuerpo. Pero al llegar aquella criatura y expulsar el mal, Jesús mostró ser el Valiente más fuerte. Aquel hombre vivía sujeto al reino de las tinieblas, dominado por uno de sus muchos agentes. Pero, liberado por el Espíritu de Dios fue libre para seguir en el Reino de Dios.
Para que que se establezca del Reino de Dios, es imprescindible que el reino de las tinieblas sea quitado. Esa es la razón por la que el Señor ha concedido autoridad a Sus siervos, para liberar a los cautivos del reino de las tinieblas.