La tarea empresarial exige una serie de características que son fundamentales para el éxito. Los especialistas enumeran varios requisitos previos para restablecer el perfil del empresario.
Entre esas particularidades se encuentran: tener iniciativa, exigir calidad y eficiencia, ser perseverante y comprometido, saber escuchar para aprender, planear, calcular riesgos, establecer metas y monitorear periódicamente sus operaciones.
De forma general, el emprendedor tiene como cualidad básica el espíritu creativo. Es curioso e investigador. Se esfuerza de forma incesante para encontrar caminos y soluciones originales, sin olvidarse de las necesidades ajenas. La esencia del empresario de éxito es la búsqueda de nuevos negocios y oportunidades, además de la preocupación con la mejoría del producto.
Queda claro que el simple hecho de poseer las características descritas encima no determina el éxito. Se necesita algo más. Hay una condición que es fundamental para eso: el empresario vencedor debe tener las virtudes del hombre de Dios.
· Iniciativa: La primera es estar con el Señor Jesús, siempre. Sin él nada es posible.
· Compromiso: Cuando el hombre es de Dios, su consagración al servicio del Señor hace que Su Palabra sea verdadera.
· Saber escuchar para aprender: La humildad de espíritu es lo que más caracteriza al hombre de Dios. Sin esa virtud él no escuchará la voz de Dios, que es fundamental para orientarlo.
· Planear, calcular riesgos y monitorear sistemáticamente sus operaciones: Solamente con el poder de la fe en Dios y a través de la oración se está en contacto directo con Aquel que puede transformar y orientar su vida totalmente, para enfrentar los problemas.
La clave para el éxito es tener un pacto con Dios
Nélida Beatriz Alberto necesitaba solucionar sus problemas económicos, la única alternativa afectiva fue poner su fe en acción porque de esta manera obtuvo resultados sorprendentes.
“Tenía muchos problemas, estaba desempleada y tenía muchas deudas, recuerdo que mis hijos pasaban muchas necesidades y yo no podía hacer nada. Si bien salía a buscar empleo, no duraban los trabajos y me sentía frustrada, decepcionada, muy triste como mamá”, cuenta conmovida.
Cuando tuvo la posibilidad de participar de las reuniones, aprendió la importancia de ser fiel a Dios para contar con su bendición en todo. “Estaba muy mal, pero cuando hice una prueba con Dios, la situación cambió. Fui muy bendecida: pude pagar todas las deudas y conquisté mi casa propia, mi auto 0 km y me recibí de maquilladora social y de estilista. Incluso estoy a punto de abrir mi salón de belleza”, afirma, ahora ella sabe que con Dios puede lograr todo lo que se proponga.
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