“Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento del Señor.” 1 Samuel 2:12
Todos los hombres perversos, inmorales, crueles, profanos, violentos, obstinados y rebeldes a la Ley de Dios eran considerados por los israelitas como hijos de belial, es decir, hijos sin valor, inútiles, o, hijos de la destrucción. En un lenguaje más claro, ¡hijos del propio diablo! Pero, ¿por qué los dos hijos del sacerdote Elí, Ofni y Finees, que también ejercían el sacerdocio, recibieron tal definición? A causa de su comportamiento malo e indisciplinado.
Ellos crecieron viendo a su padre ejerciendo el santo oficio en el Tabernáculo de Dios en Silo y fueron preparados para hacer lo mismo. Se exigía que los sacerdotes tuvieran una vida de santidad, temor y reverencia a las cuestiones sagradas, pues ellos tenían la función de presentar los sacrificios a Dios a favor de toda la nación. Ofni y Finees estaban lejos de responder a las cualidades de un verdadero sacerdote.
¡Eran hombres profanos, que no respetaban las Leyes Divinas! Ejercían el sacerdocio de manera liviana y deshonesta, ya que, además de prostituirse con las mujeres en la puerta de la congregación, también robaban las ofrendas de sacrificio ofrecidas a Dios, pues sacaban más de lo que les era permitido.
“Era, pues, muy grande delante del Señor el pecado de los jóvenes; porque los hombres menospreciaban las ofrendas del Señor.” 1 Samuel 2:17
Elí tenía conocimiento del mal comportamiento de sus hijos, pero no actuó con rigor para corregirlos. ¡Dios Se desagradó de él y lo desaprobó! Eso le costó la honra de tener en su casa, entre los de su linaje, hombres que pudieran estar delante del Altísimo como sacerdotes en Su Templo. No hay honra mayor que ser escogido por el Señor Jesús para la más noble función, que es ganar almas para Su Reino, pero también, ¡no hay nada peor que ser rechazado por Él! Pero Él solo rechaza a aquellos que primero Lo rechazaron de manera negligente y relajada como procedieron en relación a los talentos por Él ofrecidos.
“Por tanto, el Señor, el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de Mí perpetuamente; mas ahora ha dicho el Señor: Nunca Yo tal haga, porque Yo honraré a los que Me honran, y los que Me desprecian serán tenidos en poco.” 1 Samuel 2:30
¡El verdadero siervo es disciplinado! No cuestiona la voluntad de su Señor. Nada le da más satisfacción que agradar al Señor que lo salvó y que lo separó para hacer Su Obra. Su vida de rectitud y temor hace que él sea respetado por todos. Por otro lado, el indisciplinado, que no acepta la corrección, será expulsado, lejos de la presencia del Señor.
Ofni y Finees murieron cuando transportaron el Arca de la Alianza al campo de batalla entre Israel y los filisteos. Esto muestra que solo los que viven en la disciplina de la Palabra de Dios son los que tienen la autoridad de Su Santo Espíritu para realizar Sus Obras. Lo que les sucedió a Elí y a sus hijos sirve de alerta para todos nosotros, pastores, esposas, obreros, obispos y todos los que se disponen a servir al Señor Jesús.
Colaboró: Obispo Domingos Siqueira